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“Me gusta explorar el lado más oscuro de las personas” - 1
José Silva

Los casi cuatro años que pasaron entre “Ella” –la primera novela que publicó —y “Esa muerte existe” no han pasado en vano. Si bien publicó varios cuentos en diversas antologías, la escritora limeña aprovechó el tiempo transcurrido para nutrirse con diversas y valiosas lecturas.

Y si “Ella” cosechó diversos elogios en la prensa y la crítica literaria, esta nueva obra --corta (159 páginas) pero contundente—podría fácilmente tener el mismo destino.

Dos hermanas (Sofía o Larva, y Lucía) y su abuelo, El Monstruo, viven (o mejor dicho sobreviven) en un ambiente plagado de perversiones, castigos  y sentimientos de odio. Hasta que tanta ira y frustración deviene en un crimen cometido por Sofía, quien es condenada a muerte.

La autora, estudiante del doctorado en Estudios Hispánicos en la Universidad de Pennsylvania, desnuda en esta novela lo peor de los seres humanos, esos sentimientos que nos incomoda tocar y que gracias a la literatura se exponen a fondo. Esta publicación no tiene pierde, conmueve e irrita, un sello característico en los textos de esta talentosa autora.

Conversamos con Jennifer Thorndike sobre “Esa muerte existe”, su segunda novela que ya está a la venta en las principales librerías de Lima.

-En tu epígrafe colocas una frase del escritor Kobo Abe. ¿Qué te marcó del llamado ‘Kafka japonés’?

En general me gusta bastante la literatura japonesa, aunque no soy una experta tampoco en ella. Decidí poner ese epígrafe porque me interesaba lo que decía exactamente “Yo no odio al ancestro, solo me molesta la circunstancia que me llevó a odiarlo”. Una de las cosas que más me interesaba trabajar en esta novela es la idea de que cualquier persona puede hacer el mal. El hombre no es esencialmente malo sino que hay una circunstancia exterior, que puede ser social o familiar -- y en el caso de mi novela es esta última -- que la lleva (a Sofía) a cometer estos actos de maldad hacia su hermana. Existe una competencia muy fuerte que deriva en estos actos tan aberrantes que Larva ejecuta contra su Lucía.

-El tema de las circunstancias queda clarísimo al leer la novela…

Es algo que me interesó mucho. Y el epígrafe de mi novela lo leí de un cuento de Kobo Abe. La literatura suya es un poco diferente a la que yo hago. Él está un poco más tirado a la ciencia ficción, a crear mundos alternos. Eso último me gusta bastante, pero no es la onda en la que yo escribo.

-Quisiera centrarme en la sensación que me fue generando tu novela al leerla. ¿Hay alguna historia, novela o cuento que te haya generado esta especie de repugnancia por los personajes?

A mí este tipo de literatura me gusta. Es muy difícil encontrarla, salvo en algunos ejemplos como “Claus y Lucas” de Ágota Kristof, o en “Trastorno” de Thomas Bernhard, no sé. Pero en general me gusta trabajar con este tipo de situaciones llevadas al extremo. Es un poco de lo que hacía con “Ella”, pero en esta novela es más. Me gusta explorar el lado más oscuro que podría haber dentro de las personas. Es un lado que creo todo el mundo tiene, que está ahí y que puede explotar ante situaciones extremas como las que viven estos personajes. Me interesa cómo se lleva esa transformación de una persona ‘buena’ que al final termina convirtiéndose en otra mala. Sin pensar en cosas filosóficas, hay circunstancias que te pueden llevar a esto. Considero que muchas veces se puede llegar a extremos tan fuertes y creo que se deben narrar de esa manera. Para mí es importante mostrar el lado más oscuro y siniestro de un personaje, lo que siente, esas cosas que a veces nos cuesta decir. El sentir odio hacia tu hermana, o unas ganas de hacerle daño por todo lo que te ha hecho. Eso puede ser difícil de decir pero a mí me gusta hacerlo en las novelas porque creo que puede generar un efecto en el lector.

-En “Ella” hay una relación filial entre madre e hija y en “Esa muerte existe” la cosa es más entre hermanas. Sin embargo, hay un tercer protagonista: El Monstruo. ¿Qué papel juega él en la historia? Porque también pudo haber sido una novela con solo dos protagonistas…

En la novela, el abuelo, que es El Monstruo, juega un papel muy importante en el sentido de que es él quien propicia estas circunstancias por algo que, aparentemente, podría ser muy superficial. O sea, la idea de la belleza. Una de las hermanas es más bonita que la otra. Y es El Monstruo quien genera la situación de competencia entre ellas (Sofía y Lucía). Si ellas no hubieran estado con él, muy probablemente hubieran vivido una vida más normal. O sea, la competencia siempre hubiera existido pero no de forma tan feroz. Esto de que El Monstruo está todo el tiempo recordándole a Larva (Sofía) que es un ser inferior, que es fea, que no vale nada, que no tiene ningún talento, mientras que su hermana sí. Por ahí va más o menos el epígrafe: el abuelo las fuerza a vivir para que compitan entre ellas, para que terminen haciéndose un daño tan grande como el que ocurre en la novela. También está el tema de la venganza ahí.

-Larva es quien cuenta lo que ocurre, por ratos como si pronunciara un monólogo. ¿Cuánto te ayudó el trabajar tu historia en primera persona?

Soy una escritora que normalmente escribe en primera persona. “Ella”, “Esa muerte existe” y la mayoría de mis cuentos están en primera persona. A mí, en general, eso me ayuda a poder meterme en la carne del personaje. Tratar de sentir lo que este siente. Primero la competencia, luego la derrota, el deseo de vengarse y después la sensación de haber fracasado. Y el arrepentimiento posterior también. Necesito ponerme en esas situaciones y creo que la primera persona me ayuda a eso. No digo que desde la tercera persona no se pueda hacer, pero creo que hay una fuerza que se puede transmitir a través de la narración en primera persona. Es como si yo como personaje te lo estuviera contando a ti.

"Esa muerte existe" a la venta en las principales librerías de Lima.

-A veces me cuesta imaginarme rápidamente el inicio de las novelas o cuentos que leo. Sin embargo, en el caso de tu libro fue todo lo contrario. Rápidamente empecé a imaginarme las cosas. Hablemos de los detalles como la basura, los desperdicios, la suciedad, etc. ¿Cómo has ido perfeccionando tu habilidad para detallar cosas tan crudas?

Yo creo que tratando de imaginarme estas atmósferas decadentes o estos personajes en estado de abyección, por decirlo así. Me ha ayudado siempre mucha observación. El ver cómo puedo crear un espacio que sea propicio para transmitir esta sensación que ellas (Sofía y Lucía) tienen. Cuando empieza la decadencia de su historia ellas no podrían vivir en un espacio sano. El ambiente también está pervertido. Entonces está la casa que se pervierte y el asilo. Aunque tampoco me gusta mucho cuando se piensa que los espacios son personajes, porque no lo son, no sienten. Pero creo que sí logran transmitir esta idea de que los personajes están como envueltos en lugares de los que no pueden salir por su situación misma.

-¿Cómo puede definirse la relación entre Lucía y El Monstruo? ¿Es una dependencia enfermiza, un incesto o un delito cruel?

Definitivamente es una situación de perversión sexual. En el caso de ella es bastante claro que sentía que abusaba de esta situación para sentir poder. Lucía ha buscado a lo largo de la novela sentirse poderosa, querer estar en lo más alto, incluso cuando pierde la vista. Así aprovecha esta situación para continuar ejerciendo poder sobre su abuelo, que sabe que siente algo indebido, delictivo, por ella. Lucía también guarda en sí misma cierta perversión, está contaminada por la situación que ha vivido. Y en el caso de El Monstruo, está claro que es un depredador sexual o algo así (en inglés sería ‘sex offender’). Él tiene una perversión sexual no solo por su nieta sino también por su hija. Son temas bastante tabú, de los que no se habla, pero no porque la gente sea cucufata, sino porque son cosas difíciles de aceptar.

-Hablemos de los personajes secundarios. Está Ramírez, un guardián repugnante y, además está el viejo Emilio, interno del asilo. ¿Te es más fácil escribir de personajes tan desagradables como estos?

Me costó mucho Ramírez porque es un personaje masculino y yo necesitaba saber un poco lo que se sentía tener una limitación sexual como la que él sufre. Me fue un poco más difícil construirlo de esa manera. En el caso de Emilio, es un viejo algo más trastornado, que tiene odio hacia su hijo. Ese caso, no sé si me fue más fácil, pero son los personajes que construyo para que puedan demostrar lo que hay en la novela. Esta no es una historia en la cual hay una situación esperanzadora, quizás recién al final cuando Sofía se enamora de su abogada. Pero igual está envuelta en una situación muy complicada porque está condenada a la pena de muerte. Es un enamoramiento imposible. Me interesa explorar estas situaciones extremas con personajes que tienen cierta carga de abyección. Como que vienen arrastrando ciertos ‘traumas’ o limitaciones que intervinieron en su vida, que no les permitieron llevar una vida normal.

-El capítulo final me hace recordar mucho a “A sangre fría” de Truman Capote. ¿Qué detalles o aspectos consideraste fundamentales para narrar los últimos días de una persona condenada a muerte?

A mí me gusta mucho investigar e investigué bastante sobre la pena de muerte. Me parecía indispensable dos cosas: entender cómo es el sistema en sí, cómo funciona, por qué se da, por qué se cree debería aplicarse, por qué no, la situación que viven los presos condenados, la situación a la que están expuestos constantemente. Y luego también me interesaba ver lo que sienten estas personas condenadas a muerte. El cómo a pesar de que han cometido crímenes muy fuertes o aberrantes, existe este otro ámbito: que por su lado hay presente un sufrimiento. Situaciones como la que vivió Sofía, que al final incluso se termina enamorando y no puede hacer nada. Ve a la otra mujer a través de un vidrio y no la puede tocar. El único momento feliz de su vida nunca se llega a concretar.

-Cada cierto tiempo se discute aplicar la pena de muerte en Perú. ¿Tu investigación te dejó en claro que no existe ningún delito que justifique su aplicación?

Es una situación difícil. En primera instancia, tras la investigación realizada, diría que no estoy de acuerdo con su aplicación. Pero claro, hay momentos en que uno ve otras cosas, quizás asesinos en serie que mataron a 35 personas y dices ¡qué se hace! Sin embargo, hay un montón de circunstancias por las cuales, además, la pena de muerte no funciona. Y las menciono en la novela. Sobre todo porque no es disuasiva y porque considero que no se puede castigar la violencia con más violencia.

Jennifer Thorndike es una escritora talentosa y una lectora voraz. (Foto: Difusión)

-En la parte final está Sofía y su abogada, Adriana. ¿Cómo definirías la sexualidad entre estas dos mujeres? Cuando uno está condenado a muerte quizás no tiene cabeza para otras cosas, pero Larva se llega a enamorar y a sentir parte de otra persona…

Sí, eso es algo que tenía muy presente, por eso Sofía siempre va recordando durante la narración que está condenada a muerte. Creo que ella logra encontrar una esperanza en medio de la miserable vida que le tocó. Entonces se llega a enamorar de algo que es irreal, primero porque no sabe si Adriana está enamorada de ella, siempre lo duda. Y lo otro es la imposibilidad del contacto. Es como una relación ilusoria, sin contacto físico, que no tiene nada más que palabras.

-Pero es una relación permanente hasta el final…

Sí, pero no se concreta y eso es una gran frustración dentro de cierto arrepentimiento que Sofía tiene por lo que ha hecho. Es como su derrota final, que no haya podido concretar esta relación.

-¿Qué idea te gustaría que se lleven los lectores al terminar de leer tu novela? ¿Qué viene para el futuro?

Primero quisiera que la lean y que les guste. Eso es importantísimo. Tener la capacidad de una novela guste, toque y mueva todo lo que hay dentro de ti, en cualquier sentido, está muy bien. Que te diga las verdades que no ves y que te cuesta asumir a veces. Y sobre lo último, se viene otra novela. Yo sigo trabajando.

-¿Siempre poniendo a la mujer como tema principal?

Se puede ver como que la mujer es un tema porque las protagonistas son mujeres, pero para mí los temas principales siempre tienen que ver con cuestiones de competencia, con el mal, con cómo está constituida la sociedad y con cómo responden las personas ante esto. Eso me interesa. Las relaciones sociales, las estructuras de poder, a pesar de que las mujeres son protagonistas de las novelas. Quizás eso me sale natural porque soy mujer, pero no niego que en algún momento pueda escribir una novela cuyo protagonista sea un hombre.

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