"El niño terrible y la escritora maldita" [CRÍTICA]
"El niño terrible y la escritora maldita" [CRÍTICA]

El carácter previsible de algunos libros que se anuncian con g ran agitación mediática, meses antes de su lanzamiento, se convierten en un elemento de polarización: desatará el entusiasmo de sus lectores habituales, quienes esperan más de lo mismo, y juicios hepáticos de los detractores con los colmillos a punto.

(Lima, 1965) ingresó, acelerado, a ese universo. Su escritura estaba destinada a perpetrar escándalos a partir de guiños acerca de su detestada estirpe y la alta burguesía limeña, a la cual conoce con lujo de detalles cual partícipe cómodo y disidente. Apoyado en su fama de figura provocadora, la matriz operó con decoro al principio: rechazo visceral al progenitor, cocteles líticos de drogas y más drogas, sexo duro y durísimo de variadas opciones, jóvenes dedicados a tiempo completo al desenfreno y, en medio de ese festival bizarro –con su escarnio de los falsos valores morales y la hipocresía religiosa del segmento vapuleado hasta la saciedad–, un hedonismo sombrío, al ritmo de las épocas.

“El niño terrible y la escritora maldita” es la confirmación a una regla de estricto cumplimiento: seguidores que se autoestimulan al develar las identidades secretas que el personaje principal – un escritor llamado Jaime Baylys– desperdiga por todo el discurso, sin mayor brillo. Y despertará enconos rabiosos. “Jaime”, tras años y años de vivir de avión en avión, en el frenesí de los medios y el aura de mediocridad artística, ha ingresado a una última fase. El marco es, indudablemente –no podría ser de otro modo–, escabroso, no por la minuciosidad fisiológica y nada higiénica de los coitos, sino, sobre todo, por el descalabro familiar y la ruptura, apenas compensados por la presencia de Lucía, la novel autora que se convierte en su compañera de postrimerías.

Desde el rubro técnico, el texto ofrece defectos inocultables. Es una verborrea torrencial en torno de los resentimientos del protagonista contra Casandra, su insoportable y materialista ex esposa, sus hijas y, en especial, el estrato al que pertenece. Esto hace de la obra una sucesión de lamentos, reproches, culpas y risueños ataques, como los que se prodigan a politicastros: “el presidente cetáceo”, “el alcalde piraña” y otros, endilgados a una eterna perdedora. Baylys odia a muerte a todos y en ello se regodea. La estructura asumida para estos ya nada llamativos ajustes de cuentas no es eficiente: la narración principal, con aires de testimonio privado, alterna con los artículos ficticios que Baylys publica en un periódico capitalino, en los que escasean ángulos sugerentes con respecto a las digresiones y recuerdos. La construcción de una auténtica novela dista mucho de esta confesión cifrada que revela grandes limitaciones del autor. Este, al menos, las asume con clara honestidad.

AL DETALLE
Libro: "El niño terrible y la escritora maldita"
Autor: Jaime Bayly.
País y año: España, 2016.
Editorial: BN.
Páginas: 368.

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