Un centenar de periodistas de España y América Latina convocó la editorial Penguin Random House en una apretada conferencia " zoom” la mañana de ayer martes. Tal interés lo despierta un autor desconocido hasta hace poco para los lectores hispanohablantes, pero que, tras su bendición con el Nobel el pasado diciembre, todos quieren contactar. El escritor Abdulrazak Gurnah (Zanzíbar, 1948) lanza en Iberoamérica sus novelas “A orillas del mar” y “Paraíso”, esta última publicada originalmente en castellano en 1997, pero que, como reconociera Sofía Noguera, su traductora, pasó sin pena ni gloria en el mercado. “En aquella época no estábamos concienciados como ahora sobre los temas que aborda, como el colonialismo, la emigración y las sociedades multiculturales”, señaló la especialista recientemente al diario “El País”.
¿Pero realmente hemos tomado conciencia de estas problemáticas o se trata solo de una ilusión propia de la corrección política? Desde el condado de Kent, Inglaterra, donde radica, el Nobel zanzibarí responde la pregunta de El Comercio: “No estoy seguro si el público y los medios son más conscientes respecto a los refugiados. Inevitablemente deben ser más sensibles, pues es imposible no saber que están ocurriendo estas cosas: todos los días aparecen en los periódicos acontecimientos terribles, personas ahogadas en el mar, miles solicitando asilo”, señala.
“Sin embargo, también está ocurriendo otra cosa: en algunas partes de Europa hay cierta reticencia a los migrantes que proceden del sur del mundo. Ello responde a un cierto racismo en su contra. Desde luego, no todos los países han respondido así: Alemania lo hizo muy bien con la acogida de los sirios, España y Portugal también pusieron de su parte. Pero en otras partes de Europa se habla de ellos como si fueran delincuentes que llegan para robarnos la prosperidad, arruinar nuestras cómodas vidas” nos explica el escritor.
A lo largo de una hora, Gurnah se prodigó con los medios de la región ofreciendo lucidez, paciencia y buen humor. A continuación, ofrecemos sus más brillantes reflexiones a partir de las interrogantes propuestas por la prensa iberoamericana, región que el escritor lamentó no conocer en profundidad. “Conozco Guayana, que es de donde viene mi mujer, y algo mejor el Caribe, que no podría imaginarse sin la influencia africana”, señaló.
El Nobel y cómo te cambia la vida
“El Nobel es un premio que genera tanto interés entre las personas por conocerte y escucharte que, la verdad, no te deja tiempo para escribir. Y mientras esté respondiendo preguntas, no encontraré ese tiempo. Pero así son las cosas. Seguramente llegará el momento en que vuelva a hacerlo”.
La Academia Sueca y su “provincianismo”
“Dicen que soy el primer africano que obtiene el Nobel en treinta años. ¿Pero cuántos indios, chinos o japoneses, lo han ganado? Casi siempre han sido europeos. La respuesta es obvia: el premio expresa el poco valor que el continente otorga a producciones culturales no europeas. Eso es así, no podemos cambiar la historia de la Academia Sueca. Quizás, mirando hacia adelante, autores de otras partes del mundo puedan recibir mayores reconocimientos. En todo caso, estoy convencido de que eso es la expresión del provincianismo de la Academia Sueca, sobre la cual no quiero decir nada que resulte crítico, desde luego”.
“Paraíso” y el origen de su novela
“Cuando en los años ochenta regresé a Zanzíbar después de muchos años, mi padre era ya bastante mayor. Lo miraba cruzar la calle para ir a la mezquita, y lo encontraba tan viejo, tan débil. Nacido en 1905, vivió la época de la colonización del país. Y me pregunté: ¿Cómo habría sido para un niño vivir esa transformación? Ese fue el primer paso para escribir esa novela sobre la vulnerabilidad de la infancia”.
“Orillas del mar” y su historia escondida
“En tiempos en que los soviéticos aún estaban en Afganistán, un avión que iba de Kabul a Herat fue secuestrado y su piloto obligado a volar hasta Londres. De hecho, tuvo que detenerse en Roma a recargar combustible. Al llegar a su destino, las noticias en televisión mostraron cómo las fuerzas de seguridad convencieron a los secuestradores a que se entreguen, y luego salieron los pasajeros, todos afganos vestidos como si fueran a visitar a su familia. Y entre ellos, iba un hombre con una poblada barba gris que le llegaba al ombligo. Los secuestradores pidieron asilo y los pasajeros hicieron lo mismo. Y yo pensé: ¿Cómo ese anciano de la barba podía abandonar su país de un momento a otro? Quizás tenía razones para detestar su vida y entonces se le abrían razones para empezar una nueva. De esas preguntas nació la novela”.
Escribir por pura libertad
“Me gusta la libertad. Decidir que, en lugar de escribir, puedo irme de vacaciones, ocuparme del jardín o ponerme a cocinar. Y cuando esté satisfecho de lo que he escrito, presentárselo a un editor y preguntarle: ‘¿Qué te parece?’. Nunca he aceptado encargos literarios y no veo razón para cambiar eso”.
Sobre la belleza y la fealdad
“Nuestra naturaleza humana nos permite alcanzar tanto la belleza como ejecutar los actos más terribles. Para mi desesperación, parece que somos más capaces de lo segundo. La generosidad, la amabilidad, la justicia, es algo que debemos celebrar, aferrarnos a ello, y convencer a los demás de que es la mejor manera de vivir”.
El papel de los intelectuales en la guerra
“Uno no puede tirarle un libro a un tanque para detenerlo. La literatura no puede enfrentar la tiranía a través de la fuerza. Pero lo que sí nos permite la escritura es aclararnos las cosas para poder luchar si deseamos hacerlo. No creo que una persona autoritaria cambie y se vuelva amable por leer un libro, pero lo que si puede hacer la literatura es informar al resto de nosotros para que no permitamos que los tiranos abusen de nosotros”
El término “post-colonial” no debe molestar
“Antes, en Gran Bretaña, la manera de estudiar la producción literaria de distintos países era dividiéndola en regiones: literatura india, asiática, caribeña o africana. Luego se acuñó el término “literaturas post-coloniales”, un paradigma que da por sentada la experiencia del colonialismo en una literatura escrita en su mayoría en inglés, francés y portugués. Luego, otras disciplinas, como la antropología o los estudios medievales incluso, empezaron a usarlo. En realidad, la idea de lo postcolonial consiste en estudiar el encuentro entre europeos y “los otros”. No hablamos solo del colonialismo, sino de algo mucho más profundo y de mayor alcance. Por eso, me parece un concepto muy útil. El nombre no tiene por qué ponernos nerviosos o molestar a algunos”.
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