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Pablo de Olavide: vida y excesos del peruano ilustrado - 2

A menudo somos injustos con el pasado. Dejamos de lado nombres que jugaron roles decisivos en sus tiempos. Así sucede con Pablo de Olavide (1725-1803), un humanista muy ligado a la historia de Andalucía, pero que en realidad era un criollo nacido en Lima. Lo encuentro como protagonista de uno de los capítulos de la fascinante biografía “Carlos III: un monarca reformista”, que ha publicado el historiador Roberto Fernández. Su historia es fascinante.

ESCAPE DE LIMA

El 28 de octubre de 1746, un devastador sismo no deja casa en pie en la capital del Virreinato del Perú y poco después un tsunami sumerge al puerto del Callao. Entre las víctimas, que se cuentan por miles, se encuentra la familia completa de Pablo de Olavide. Tiene 21 años y es licenciado en Teología, Derecho Canónico y Derecho Civil en San Marcos. Al momento del terremoto ya había sido docente y oidor de la Real Audiencia de Lima. Tal vez por todo esto el virrey José Antonio Manso de Velasco no dudó en nombrarlo albacea de la fortuna familiar.

Poco después, la historia se torna bastante más confusa. Es acusado de prácticas fraudulentas en relación a la herencia de su padre, señala Robert Fernández. Lo más probable es que haya sido acusado de haber financiado la construcción de un teatro, lo que se consideraba entonces una “obra impía”. Por un proceso judicial, tiene que ir a España y no vuelve nunca más al Virreinato del Perú. Se establece en Europa en plena Ilustración.

Tras ese fallo adverso contra su causa, supo introducirse en los círculos sociales e intelectuales de Madrid. Ingresa a la Orden de Santiago; se casa con Isabel de los Ríos, una acaudalada viuda; viaja por Italia y Francia; y se relaciona con Voltaire y Diderot.

Nada parece detener al criollo en su ascenso y, una vez más, su amor por el teatro le juega una mala pasada. Porque también monta un pequeño escenario en su casa para representar obras francesas que él mismo traduce. Es entonces que la Inquisición comienza a investigarlo.

La rancia aristocracia andaluza desconfía de este criollo con ideas revolucionarias y alimenta las sospechas del Santo Oficio, que ordena su detención y encarcelamiento por herejía en octubre de 1775. Sus ilustres amigos lo abandonan y solo los miembros cercanos de su nueva familia lo defienden. Por su parte, el rey calla.

PRISIONERO DEL TERROR

Al abandonar a su suerte a De Olavide, el rey Carlos III no midió las consecuencias. De pronto, Europa miró hacia España con desconfianza. Los sectores ilustrados se sentían escandalizados por un proceso que le devolvía el poder a la Inquisición. En 1780 fugó de su prisión en España y llegó a Francia, donde vivió bajo el nombre de Pilos en medio de la revolución. Nuevamente en libertad escribió su obra más famosa titulada “El evangelio en triunfo”, un testimonio de horror y desaliento frente a una revolución sanguinaria.

Pablo de Olavide dejó de existir a los 78 años de muerte natural en Baeza. Para entonces ya había recibido la amnistía por parte del nuevo rey, Carlos IV, quien anuló la sentencia de la Inquisición y le concedió una pensión. No quiso trabajar para el Estado y se retiró a la vida intelectual, escribiendo prosa y poesía, teatro y zarzuela. Difícil resumir la vida de un hombre de su talla en unos pocos párrafos. Hoy su nombre no es desconocido para los intelectuales. Sin embargo, ha sido confinado a un lugar entre los actores secundarios de una historia que en esta parte del mundo no queremos ver como nuestra.

UNA HISTORIA DE PODER Y CONFLICTOS

Portentosa biografía del rey Carlos III y un verdadero estudio sobre el imperio que le tocó gobernar. Para el monarca, las colonias americanas eran fundamentales. “América era lo que más le interesaba”, comenta el autor en una entrevista con la revista “Mercurio”. “Hay una frase que resume su política: Nada quiero, pero que nada me quiten. Es decir, no tengo un ánimo expansionista, pero si la dinastía me da este reino y este reino incluye las Américas, cuando yo muera quedará así”. Es durante su reinado que Túpac Amaru es ejecutado, por esa necesidad de mantener sometidas las colonias. “Su política en América quizás sea un poco escandalosa en términos actuales”, agrega Fernández. “Ya que intenta explotar mejor las colonias en beneficio de la metrópoli, aunque para ello hiciera importantes reformas en las propias colonias”.

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