La socióloga Maritza Paredes acaba de publicar “Representación política indígena: Un análisis comparativo subnacional” (IDEA-Instituto de Estudios Peruanos-JNE), un libro que desmenuza las características de la representación política indígena en cuatro provincias del país. Quispicanchis y Espinar, ubicadas en Cusco, y Tambopata y el Manu en Madre de Dios.
Salvando las distancias sociales (económicas y políticas) de los cuatro territorios investigados, este interesante trabajo comprueba lo fundamental que es tener organizaciones sociales vigorosas para garantizar una representación indígena sustantiva y no únicamente nominal (descriptiva), conceptos que intentaremos aclarar en esta entrevista.
-Cuénteme sobre el origen y los objetivos de esta investigación.
La idea surgió de una preocupación de IDEA Internacional, como del Jurado Nacional de Elecciones, y también del viceministerio de Interculturalidad en torno al funcionamiento de la cuota indígena, este sistema que permite garantizar la representación de grupos que generalmente quedan excluidos. Entonces, a partir de la inquietud de ellos, me convocan para poder realizar una investigación al respecto.
-¿Desde cuándo se da en el Perú la cuota indígena y de pueblos originarios?
Ha pasado por varias facetas pero inicia básicamente en 2002. Inicialmente la ley se platea junto con la representación de género y de jóvenes, pero hasta que tú no sabes exactamente sobre qué población aplicarás la cuota, es muy difícil aplicarla. Lo que ha ido pasando es que el JNE ha ido aprovechando los avances que se han hecho en el viceministerio de Interculturalidad en tener una base de datos de comunidades originarias, campesinas y nativas. Incluso inicialmente la cuota solo se aplicaba para estas últimas, pero sucesivamente se fue incorporando también para las campesinas. El hecho de que exista este viceministerio ayuda al JNE a implementar la cuota.
-¿Cuál es la diferencia entre representación política descriptiva (nominal) y sustantiva?
Cuando uno piensa en representación hay dos maneras de hacerlo. La primera es simplemente una representación nominal, en la que tratamos que los distintos grupos de la sociedad se vean representados en un cuerpo político. Y esos grupos pueden ser mujeres, hombres, indígenas, no indígenas, jóvenes o adultos. La idea es que el cuerpo de representantes tenga la misma proporción y las mismas características que la población electoral tiene. Por otro lado, si queremos que esta (representación) sea sustantiva, implica que esos grupos, que generalmente tienen desventajas y brechas, logren que sus demandas se conviertan en políticas y que sean realmente representadas en las posiciones que el gobierno tiene respecto a programas de desarrollo, de apoyo, en políticas públicas. Entonces, la idea de la representación sustantiva es que no solamente represente nominalmente a grupos poblacionales, sino que las demandas de estos tengan representación en la oficina pública.
-¿Se puede decir que el limitado poder del Estado fuera de Lima perjudicó en gran parte las oportunidades políticas?
Por supuesto. En el capítulo 2 del libro hacemos un poquito de historia de este proceso de representación y lo que podemos ver es que, incluso antes de la guerra con Chile, al inicio de la República, no está claro que los pueblos indígenas hayan sido excluidos --en su capacidad de ciudadanos -- de las elecciones, pero es la falta de capacidad del Estado para asegurarse que estos sean pare de los padrones electorales, lo que hacen que grupos de poder no dejaran que estos participen abiertamente. Hoy tenemos instituciones más avanzadas como la Reniec. Sin embargo, para la cuota indígena necesitamos una mejor identificación de aquellos miembros de comunidades nativas y campesinas.
-A lo largo de la última década, ¿cómo fue evolucionando la representación política indígena comparándola con Bolivia y Ecuador? (Dos vecinos de los que hablamos constantemente).
El voto universal en el Perú se da recién en el año 79 y se ejerce en los 80, mientras que en el caso boliviano se da en el 62. Entonces, el voto y la participación indígena en Bolivia es mucho más longeva que en el caso peruano. Además, los partidos políticos relacionados a organizaciones indígenas bolivianas son mucho más antiguos. Por ejemplo está Túpac Katari, que es muy interesante pues, a diferencia de muchos partidos de izquierda en el caso peruano, donde estuvieron incluidos muchos dirigentes indígenas, pero bajo una identidad más campesina y clasista que indígena; más bien el movimiento indígena y clasista (boliviano) va a teñir de rasgos indígenas a Túpac Katari. Y si pensamos en la fuerza del movimiento indígena boliviano de los noventa ha llevado a un proceso de mayor participación en partidos políticos (caso del MAS) en el Congreso. Entonces, Bolivia obviamente tiene un despliegue mucho más amplio de representación política que incluso el Ecuador.
-¿Y cómo están las cosas en Ecuador?
En Ecuador la situación ha tenido idas y vueltas. El movimiento Pachakutik, que ha sido el brazo político de los pueblos indígenas, ha logrado importante representación de ciertas zonas y ha tenido una importante participación en las movilizaciones de fines de los noventa y comienzos del 2000. Sin embargo, una de las características de Pachakutik es que no ha tenido el mismo despliegue del MAS, que pudo también incorporar grupos no indígenas. El hecho de que este último se haya abierto a demandas más nacionalistas, generó mayor fuerza en el partido indígena. En el caso de Ecuador, fue Rafael Correa el que más bien capturó el discurso nacionalista, por lo que Pachakutik quedó un poco relegado en la política.
-¿Cuál es la principal diferencia de las cuatro provincias estudiadas en su trabajo en cuanto a la representación indígena?
Lo que encontramos es que aquellas provincias donde la organización indígena es fuerte, hay mayores posibilidades de que la representación política subnacional sea sustantiva. Es muy frágil pero hay indicios. Ahora, no es solo la organización social. Creemos que el caso de Quispicanchis [Cusco] es importante por dos motivos. Primero, la presencia de la organización y por lo tanto de líderes que se hayan formados. La contienda electoral en Perú en un contexto de partidos débiles requiere de candidatos con trayectoria (conocidos). Entonces, en el caso de las organizaciones indígenas, la participación en movimiento ayuda a construir liderazgos, útiles para los partidos políticos. El tema es que cuando existen estas trayectorias y estos candidatos sin una articulación orgánica al movimiento, la aplicación de la cuota indígena puede ser solamente nominal porque se vota en función de un candidato que luego no logra articular a la autoridad y las organizaciones.
-¿De qué se requiere entonces?De organización y de candidatos con trayectoria. En el caso de Manu [Madre de Dios] no había candidatos con trayectoria ni organización. Entonces tienes el peor ejemplo de la cuota. El Partido Aprista usó a una misma persona para cumplir con la cuota de género, de jóvenes y de indígenas. En el caso de Quispicanchis, tienes trayectoria organizacional, pero no hay articulación de las demandas. Y en los otros dos casos se presentan ambas cosas.
-En la política costeña ocurre que la representación política se centra básicamente en pocos líderes que permanecen por décadas. ¿Ocurre también esto en las comunidades indígenas?
Sí, por la experiencia revisada en Tambopata y Espinar, creemos que eso ocurre mucho más cuando la organización es débil. Entonces casos como el de Quispincanchis, en el que la organización campesina se vio debilitada, fragmentada, y funciona con mucho apoyo externo a líderes locales, entonces tienes esa perpetuidad en el cargo. Pero en organizaciones motivadas por la contención y por el conflicto presente hay una organización más dinámica, una mayor oferta de líderes y competencia.
-Por lo investigado, ¿la cuota indígena y de los pueblos originarios debe aplicarse a las listas o a los escaños?
No creo que aplicarse a los escaños se resuelvan los problemas que tenemos hoy en día con las listas. Al contrario, creo que eso puede aumentar la voracidad de los partidos por utilizar y dividir a los grupos. Creo que cualquier reforma de ese tipo debe ser pensada con mucho cuidado y en términos de cómo apoyar a la organización indígena.
-¿Cuál es el nivel de presencia de las entidades que hicieron posible esta investigación en cada una de las zonas donde se trabajó?
IDEA es básicamente una organización internacional que apoya al Jurado Nacional de Elecciones y al viceministerio de Interculturalidad, pero en el caso del JNE ha sido importante el trabajo porque hubo una voluntad importante de querer aplicar la cuota, y si uno mira la tabla inicial que aparece en el libro uno puede ver cómo ha ido evolucionando el nivel de participación de comunidades dentro del padrón. Y el rol del viceministerio de Interculturalidad también es importante porque sin un ente rector no era posible para el JNE avanzar con una definición más clara de quiénes son los pueblos indígenas, cuál es la base de datos, etc. La articulación de ambas instituciones es vital.
-Muchas veces se realizan estudios, investigaciones y análisis como este pero cuando se lleva el documento a los niveles de tomas de decisiones no se aplican o no se toman en cuenta. ¿Qué opina de esto usted como investigadora?
Tiene que ver con este quiebre entre lo subnacional y lo nacional. Claramente, Ecuador y Bolivia son lugares donde se ha logrado una mayor representación nacional. Este libro es una investigación exploratoria que trata de mirar qué viene ocurriendo a nivel subnacional y ahí podemos encontrar experiencias que no son tan determinantes y solo negativas. Probablemente los casos que ponemos como positivos no son la mayoría, pero nos permiten entender los mecanismos que podrían llevar a situaciones más optimistas. El problema es que, a nivel nacional, los movimientos indígenas y las organizaciones han sido muy débiles. Incluso para el caso de Consulta Previa, son las organizaciones indígenas regionales las que tienen mayor protagonismo, articulan mejor la representación. Entonces, a nivel nacional, el movimiento indígena sigue teniendo muchas dificultades que no puede compararse con el caso ecuatoriano o boliviano. Sin embargo, a nivel regional estamos viendo avances, tal vez pequeños, pero importantes sobre todo para un país como el Perú, en donde el movimiento indígena fue siempre caracterizado como débil y fragmentado. Y creo que habría que ponerle más atención a los casos subnacionales.