CRÓNICA: Joaquín Sabina inauguró gira (¿de despedida?) en Lima
CRÓNICA: Joaquín Sabina inauguró gira (¿de despedida?) en Lima

HERBERT HOLGUÍN VILLAVICENCIO  (

Es muy probable que las 1.450 personas que asistieron al , y las otras que acudan dentro de unas horas, jamás olviden todo lo que sintieron. En este caso no sobran los motivos, solo había uno: escuchar los mejores temas de su ídolo,

Distante de la imponencia de su nombre, el Gran Teatro Nacional fue el escenario perfecto para que el querido Joaquín sugiera a las limeñas que muevan sus caderas cuando todo vaya mal o que improvisara, en , que no quería sin su cobarde pero querido corazón. La mejor calidad acústica de la capital avalaba un evento de primera, pero más la intimidad que brindaba el entorno, digna del barcito más entrañable de nuestras vidas.

Vale decir, el mejor lugar para que el cantante español, tan venerado por estas tierras, iniciara la que sería, según los lógicos y poco soñadores, su última gira lejos de su tierra natal. Es que tiene 65 años y los rumores llegados del otro lado del charco dicen que ya está cansado, que los viajes y conciertos diarios cuestan más a esas alturas de su vida, aunque el concierto de anoche dijera lo contrario.

Además de poeta y músico, Sabina, tan amante de Lima que no pierde oportunidad para recordarlo, estrenó en público su lado de dibujante. Por años, Joaquín esbozaba en cuadernos figuras de mujeres, hombres, amantes y calles de sus lugares favoritos (nuestra ciudad y Buenos Aires estuvieron presentes) mientras esperaba el inicio de sus recitales. Ayer, el telón de fondo ofrecía sus mejores y más coloridas creaciones pictóricas. Una forma más de conocer a Joaquín Ramón Martínez Sabina, hijo ilustre de Úbeda, en Jaén, que a los 20 años partió a Londres a conocer el mundo, exigente cátedra que duró siete años y que, jura, lo hizo lo que es hoy.

A las 9 en punto, una voz en off pidió a los asistentes que apaguen celulares, que dejen sus rutinas en el pasado, que el show estaba por empezar. En el aún oscuro estrado, las siluetas de los seis músicos de la banda ya podían divisarse. Joaquín aparece, el público grita, alza los brazos. Su ídolo apareció y empieza la música, los versos y las memorias. Empieza con

Ahora que nos besamos tan despacio,

Ahora que aprendo bailes de salón,

Ahora que una pensión es un palacio,

Donde nunca falta espacio

Para más de un corazón...

Le siguió uno de sus temas más conocidos, . Acorde a su popularidad, fue la canción más coreada de la noche. Por momentos, el público se olvidó saludablemente de que estaba en recinto solemne, se paró de sus butacas, todos estiraron los brazos y cantaron a voz en cuello. Las más emotivas: las chicas de las primeras filas. Arriba se veía una bandera catalana, por ahí una camiseta del Atético de Madrid, el equipo de Joaquín Sabina. Sobre el fútbol y su pasión pelotera, el buen amigo de gritó a los cuatro vientos su fervor colchonero (como se le conoce a su equipo) y agregó que en el Perú era hincha de Alianza Lima y en Argentina, de Boca Juniors.

Siguió con y " ("la más señora de todas las putas, la más puta de todas las señoras"). Fue entonces que Tamara Barros, la bella corista de su banda, iluminó el escenario. Repitió el plato cuando, algunas canciones después, interpretó el inicio de "", aquella canción de lamento por no poder exorcizar un amor tóxico.

Me lo dijeron mil veces, 

mas yo nunca quise poner atención. 

Cuando vinieron los llantos 

ya estabas muy dentro de mi corazón.

¿El resto de la banda? Grandes músicos, con personalidad propia en el estrado. La confianza de Joaquín hacia ellos se evidenció al máximo cuando el cantante dejó el escenario para que ellos interpretaran sus temas. El máximo ejemplo fue cuando el bajista Pancho Varona hiciera suyo "

Aparte de todo lo señalado, el recital de ayer resulta especial al ser el primero de "500 noches para una crisis", la gira con la que irá por Sudamérica. Pruebas de que lo esperábamos con ansias: en Lima las entradas se acabaron en pocas horas, lo mismo pasó en Santiago y Montevideo; Buenos Aires, peor aun: diez fechas en el Luna Park, el mítico escenario con capacidad para más de ocho mil almas.

¿Será la última gira de Sabina? No lo dijo ayer, cuando se empeñó solo en alegrar a quienes lo fueron a ver, a agradecer a la vida por haber conocido a Jimena Coronado, la novia peruana que "tiene un master en desengaños" y que lo salvó del remolino oscuro de los excesos, a hacer que los limeños se olvidaran del cielo gris y llenaran de alegría la ciudad.

¿Se confirmarán los rumores llegados del otro lado del charco, que Joaquín Ramón Martínez Sabina se despide de los escenarios con estos shows? El tiempo lo decretará.

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