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Elton John cumple 70: estos son los mejores pianistas vivos - 11
Czar Gutiérrez

Excesivo, efervescente, luminoso. Digamos que siempre estuvo allí. Con su sombrero de copa y sus lentes cada vez más grandes y más amarillos. Con sus diez dedos saliendo de un frac metálico que cambia de colores y se hace tornasol en el requiebre. Inflando sus pulmones con el aire de los tiempos. Tocando el piano como un poseso. Allí solo falta ese cartel que en el ‘saloon’ del lejano oeste ponían sobre la cabeza de los pianistas: “Please do not shoot the pianist”.

 

O tal vez ese cartel siempre estuvo. Solo se ve bien con el corazón. Lo invisible es esencial a los ojos, especialmente si están bailando detrás de aquellos lentes exagerados. Mozart, Beethoven, Clementi, Liszt, Brahms, Chopin, Mendelssohn, Rajmáninov, Jerry Lee Lewis. ¿Quién sigue sobre el teclado? No, no  disparen contra el pianista. Sobre todo si se llama Elton John (Pinner, Londres, 25 de marzo de 1947) y está sentado allí desde siempre. Más o menos desde antes de aprender a hablar. Un bebe prodigio inmerso en la complejidad de The Skater’s Waltz. Interpretando a Émile Waldteufel de oído. 

En breve se atará el corbatín con un lazo de espagueti e irá becado a la Royal Academy of Arts. En breve se hartará de los clásicos. Se envolverá con los trapos más estridentes del mercado. Cambiará ese aburrido Reginald Kenneth Dwight por un nombre más corto. Más sonoro. Más comercial. Y saldrá a la calle para agarrar de las solapas al mainstream. 

REY DEL GLAM
Lleva 200 millones de discos vendidos en todo el planeta. Más que todos, más que los Beatles. El pianista solitario destronando a los reyes del mundo. Y esto que Lennon era su amigo. Su padrino. Su primer propagandista. Pero nadie sabe para quien trabaja y allí lo tenemos a los 15 años tocando como Reggie en un pub del extrarradio. Saliendo por la puerta falsa después de probarse como vocalista de King Crimson. Insistiendo con Liberty Records. Conociendo a Bernie Taupin, su otra mitad. 

No, no es su media naranja ni se va a casar con él. Taupin es quien le hace la lírica hasta ahora. Porque esta rara mezcla de Elton Dean y Long John Daldry podrá ser muy talentoso con las teclas pero no con las letras. Cada vez que necesita poner un número uno en el mundo –Elton John no lanza discos: fabrica hits, es un obrero echando humo en la cima del chart– llama por teléfono a Taupin. “Dame letras”, le dice. Cuando llegan los papeles, lacrados y escoltados por la guardia real, Elton John se sienta frente al más grande los instrumentos musicales y lo aporrea. Le hunde los dedos. Lo hiere. Lo acaricia. Entonces el paquidermo agradecido suele premiarlo con algunas joyas que vuelan directamente a la corona del rey sin corona.

Pero con título nobiliario. Uno que Lennon se hubiese puesto ya sabemos dónde. Los del gallinero pueden aplaudir, los de los palcos basta con que hagan sonar sus joyas para que Elton John se las pruebe. Y lo más probable es que cada una de ellas le quede bien. Como tan bien le quedaban las de Lady Di, a quien le dedica "Candle in the Wind" y luego ese es el single más vendido de todos los tiempos. No importa que la canción haya sido escrita 11 años antes del accidente en Pont de l’Alma para Marilyn Monroe y le haya adaptado unas cuantas letras antes de mundializarla como "Goodbye Englands Rose" en los funerales más glam de la historia, Westminster 1997. Total, Elton John es Elton John y puede hacer lo que quiera.

HIELO EN EL FUEGO
Puede hacer de Estados Unidos su verdadero reino, por ejemplo. Elton John se convirtió en superestrella en The Troubadour (1970), ese club de Los Ángeles donde un pianista regordete rockea con tanto poder que los focos de Little Richard, Joni Mitchell y James Taylor palidecen. Melodía, tono y groove. Encima, tiene voz de tenor. Bueno, tenía hasta 1986 cuando lo operan de los nódulos, castigo divino para los que cantan sin técnica. Pese a lo cual es un barítono de peso. Su obra es un continuo orquestal. Una larga pieza de exquisita orfebrería sinfónica.

Sumergirse en cocaína y salir ileso. Quedarse calvo y sembrarse el pelo. Casarse con una mujer y salir del clóset. Venir a Lima y ser tendencia homófoba #Platosparaelton. Casarse con un hombre y tener dos hijos. Feliz cumpleaños número 70, Sir Elton John, gay antihéroe y primera supernova prêt-à-porter en la galaxia pop.

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