Enrique Iglesias: reseña de su nuevo disco, "Sex and Love"
Enrique Iglesias: reseña de su nuevo disco, "Sex and Love"

FRANCISCO MELGAR WONG

"Sex and Love", el disco más reciente de Enrique Iglesias, es un ejemplo perfecto de las fórmulas predecibles que dominan la música pop de nuestro tiempo. Y de cómo las grandes casas discográficas han convertido a sus artistas en simples vehículos para que sus productores de planta (esos que tienen el sonido moderno que pega en la radio y que debes tener en tu disco si quieres ser alguien) sigan botando canciones que puedan convertirse en los éxitos del momento.

"I'm a Freak", el primer sencillo del álbum, repite los mismos recursos musicales que lucen las canciones más exitosas de Lady Gaga, y Kylie Minogue (que casualmente hace un dueto con Iglesias en otra canción de este disco). Es decir, un ritmo en 4/4 (traducción: un ritmo de discoteca) con una batería electrónica de sonidos altamente procesados, voces manipuladas con programas de computadora, melodías de teclado de sencillez desesperante (pero perfectas para simular "diversión" en cualquier pista de baile) y una letra que apela a la excentricidad del cantante como si se tratara de una marca de identidad y un valor en sí mismo: "soy un freak", repite Iglesias a lo largo de esta canción, como si Lady Gaga lo hubiera poseído.

El video del tema sigue en esta línea: chicas en ropa interior bailando al lado de una piscina nocturna, sacando la lengua y moviendo el trasero como si fueran imitadoras de Miley Cyrus. Lo que la canción busca es obvio: apropiarse de los clichés más comunes de las estrellas pop de nuestro tiempo y repetirlos hasta el hartazgo. El video, además, está filmado con una cámara que simula ser manipulada casualmente por un participante de la fiesta, lo que le añade un toque de 'reality show' al clip: así uno tiene la sensación de haber penetrado un momento la vida privada del cantante, otra característica obligatoria de las estrellas de pop de nuestro tiempo.

 

Todas las canciones con ritmo de fiesta que se incluyen en "Sex and Love" comparten estas características. Es curioso, pero creo que si no supieras que es Enrique Iglesias el que está cantando, no podrías distinguir si se trata de él o de Pitbull, de Kylie Minogue o Rihanna o Lady Gaga.

Y eso es algo lamentable. Lo que ha ocurrido es que la industria discográfica ha apostado por un único sonido para vender a sus artistas y estos ya no tienen una personalidad musical propia, son solo canales a través de los cuales las tendencias actuales de producción logran encarnarse por un instante, hasta que un nuevo tema de éxito interpretado por otro cantante de éxito ocupe su lugar. No vivimos un tiempo de cantantes. Vivimos un tiempo de productores que tienen la fórmula sonora para volverte exitoso.

Es cierto. Las baladas del disco son un tema aparte. Pero casi todas han sido escritas desde el estilo de bachata moderna (no es casualidad que haga un dueto con Iglesias), aunque podemos concederles que quizás sea en ellas donde la propia voz de Iglesias logra asomarse. Pero eso no impide que se trate de canciones cantadas sin estilo y sin sentimiento, sin aquello que justamente es necesario para que le creas a un cantante lo que está cantando.

"Sex and Love" debe ser uno de los peores discos del verano, no solo por los lugares comunes desde donde emerge su música, sino porque representa de forma ejemplar la actual apuesta sonora de las grandes casas discográficas: someter a sus cantantes a una misma fórmula de producción que se encargue de despachar un disco tras otro como si se tratara de papel bond.

Y lo peor de todo es que quizás hasta se acabe llevando un Grammy.

 

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