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“Pasé por una depresión”: Francisca Aronsson habla de su momento más duro, las críticas que la marcaron y su lugar entre las mujeres más poderosas del Perú
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El 12 de junio, en París, entre abrazos y risas, Francisca Aronsson celebraba sus 19 años junto a su padre, sin imaginar que, al otro lado del mundo, su nombre acababa de ocupar un lugar especial. Figuraba en la lista de Forbes como una de las 50 mujeres más poderosas del Perú. “Me sorprendí muchísimo”, confiesa. La noticia la encontró rodeada de su familia paterna, entre ellos su tía Christian Serratos, reconocida actriz que interpretó a Selena Quintanilla en la serie de Netflix. Con ella no solo compartió la emoción del momento, sino también confidencias sobre el oficio, los sueños y los desafíos de la industria. Ese instante íntimo, entre generaciones y escenarios, hizo aún más significativo el reconocimiento.
“Es un honor formar parte de esta lista. Es fuertísimo, ahí una toma conciencia del impacto y la responsabilidad que conlleva”, reflexiona Francisca. Se siente especialmente conmovida por compartir esa distinción con Isabela Merced, a quien admira y considera una referente. “Somos de las más jóvenes en la lista. Isabela es una gran actriz peruana con proyección internacional, la quiero mucho y la respeto. Estar ahí, a los 19 años, es algo que me emociona profundamente. Me recuerda por qué elegí este camino y por qué sigo esforzándome para crecer cada día”, asegura la actriz.
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Francisca no solo asume con madurez la responsabilidad que implica ser reconocida como una de las mujeres más influyentes del país; también sigue construyendo una carrera artística diversa y en plena expansión. A la par de sus proyectos actorales encontró en la música una nueva forma de expresión.
Acaba de lanzar “Maldita tensión”, un tema afro urbano en colaboración con Diego Villarán y Mauricio Reyes. La canción nació, como muchas cosas buenas, de una amistad con química artística.

“Desde que conocí a Diego en las grabaciones de ‘Pituca sin lucas’, tuvimos muchísimo intercambio musical”, cuenta. “Hablábamos de cantantes, géneros, canciones... siempre estuvo latente la posibilidad de hacer algo juntos. Y cuando nos juntamos con Mauricio, en una salida entre amigos, todo fluyó. Creamos la canción casi sin pensarlo. Luego fuimos con nuestro productor, y empezamos a trabajar la maqueta, la base... Le pusimos dedicación, está muy bien hecha y hecha con mucho cariño”, explica con entusiasmo sobre su quinto sencillo.

-¿Alguna vez una canción tuya ha dicho algo que no te atrevías a decir en voz alta?
Justamente eso ocurre con “Maldita tensión”. Habla de un “casi algo”, de un amor que no llegó a concretarse, pero que dejó esa energía, esa tensión latente. Es una vivencia personal del año pasado. Plasmarla en una canción fue divertido y, a la vez, liberador. Creo que el arte me permite expresar cosas que he vivido, lo uso un poco como excusa para desahogarme (ríe).
-¿Piensas seguir en el camino de la música? ¿Es una prioridad o solo un complemento en tu carrera?
La música es un complemento. Mi prioridad siempre ha sido la actuación, es lo que más amo y en lo que trabajo todo el año. Pero disfruto mucho cantar y quiero seguir haciéndolo. Hace poco estuve en Madrid para ver a Carlos Sadness, mi artista favorito. Es ganador del Grammy y una figura muy importante en la escena indie. Después del concierto, lo entrevisté y surgió la idea de que produzca una canción mía. Esa será mi próximo tema. Eso sí, no podré lanzar diez canciones al año, quizá una o dos, según lo que me permita el tiempo.
-¿Te sientes más libre cantando o actuando? ¿Dónde se rompe más tu coraza?
Son lenguajes distintos. En la música soy yo: Fran. Hablo desde mi experiencia, desde lo que me pasa y siento. En la actuación, en cambio, interpreto otras vidas, otras personalidades, y eso también me encanta. Si hablamos de libertad, podría decir que la música me permite ser yo misma. Pero actuar también me libera. El año pasado, por ejemplo, terminé con mi primer enamorado un lunes... y el martes tenía que grabar escenas de llanto. Fue sanador. Ahí entendí que actuar también es una forma de soltar.
-Lo último que hiciste a nivel internacional fue la segunda temporada de "La chica de nieve". ¿Tienes más proyectos fuera del país?
Sí, se estrenó hace dos meses y tuvo un alcance increíble a nivel mundial. Me emocionó mucho ver cómo se valoró nuestro trabajo en tantos países. En esta temporada interpreté a una de las víctimas y fue una experiencia muy intensa. Algo que me marcó especialmente fue cuando, al recibir el guion, nos dijeron —a Norma Martínez y a mí— que nuestros personajes serían mexicanas. Y aunque ambas manejamos el acento, decidimos tocar la puerta de Netflix y plantear que, si no afectaba la trama, podíamos ser peruanas. Afortunadamente nos escucharon, y tras pasar varios filtros, aceptaron el cambio. Fue importante visibilizar que Latinoamérica no es un solo país, y que también hay historias que pueden contarse desde lo peruano.

-Tienes un rol protagónico en “Los patos y las patas”, una película inspirada en las canciones de Los Nosequién y los Nosecuántos. ¿Cómo fue esa experiencia?
Fue divertidísima. Las canciones de Raúl Romero y su banda marcaron a varias generaciones y no me son ajenas: en Hotel Paraíso ya había interpretado “Las torres”, así que fue como volver a jugar con ese universo. Raúl es genial, muy talentoso, y sus letras tienen un humor y una energía únicos. Además, en esta peli volví a compartir escenas con Diego Villarán. La gente ama nuestra química, nos ven juntos en pantalla y nos quieren juntar fuera de ella también (ríe). Todo el rato estamos actuando juntos y la pasamos increíble. Es un proyecto lleno de ritmo, humor y nostalgia.

-¿Cuál ha sido el momento más solitario de tu vida? ¿Y el más luminoso?
Creo que uno de los momentos más tristes y solitarios que he vivido fue cuando estuve en México. Fue la primera vez que me fui a vivir sola… y también la primera vez que pasé por una depresión. Espero no volver a sentirme así. Estar sola, lejos de casa, me enfrentó a muchas cosas de mí misma que antes no había querido ver. No era una cuestión de saber lavar o cocinar —que, claro, lo sé hacer—, sino de sostenerme emocionalmente sin el abrazo cotidiano de mi familia. Fue duro, pero necesario. Agradezco haber atravesado ese momento porque me hizo crecer. En contraste, los últimos tres años han sido los más felices. Desde que comencé a trabajar en proyectos internacionales, mi vida cambió. He tenido la oportunidad de actuar en distintas industrias, conocer otras formas de hacer cine, y aunque no ha sido fácil, he luchado mucho por lograrlo. Ver que los frutos llegan, emociona.

-¿Alguna vez sentiste que tenías que ser “perfecta” para gustar o encajar?
Totalmente. Especialmente con las redes sociales, donde todo el mundo opina de todo sin filtro. Si no sabes manejarlo, puede volverse un espacio muy tóxico. He trabajado mucho mi amor propio para que esas opiniones no definan mi valor. Desde chica estoy en constante preparación, emocional y profesionalmente. Creo que todos, como seres humanos, pasamos por inseguridades, pero es clave no dejar que eso se convierta en el eje de tu vida. Hoy ya no me afecta tanto lo que digan de mi cuerpo, de mi forma de ser o de mis decisiones. Entendí que si quiero ser feliz, no puedo actuar para agradar. Mi brújula es mi intuición. Ser auténtica ha sido mi mayor escudo.
-¿Alguna vez tuviste miedo de mostrarte tal como eres?
No. Nunca he tenido miedo de decir lo que pienso, siempre con respeto, claro. Tengo un carácter fuerte, y a veces eso incomoda, pero también aprendí que no es mi problema si alguien se ofende por lo que digo desde mi verdad. Cada quien interpreta desde sus propias heridas o creencias. Y cuando entiendes que nunca vas a gustarle a todo el mundo, dejas de buscar validación externa. Lo que realmente importa es cómo te ves a ti misma.
-¿Sientes que la fama te ha hecho más fuerte o más vulnerable?
Ambas. Aunque proyecto fortaleza —porque lo soy—, jamás he dejado de sentirme vulnerable. Pero aprendí que la vulnerabilidad no es debilidad, es poder. No todo el mundo se atreve a mostrarla, porque creen que los vuelve frágiles. Yo pienso lo contrario: una persona que muestra su vulnerabilidad es alguien valiente, que está dispuesta a enfrentar sus miedos, sus traumas, sus sombras. Desde muy pequeña lo he tenido claro. No tengo miedo de ser real.
-Si pudieras borrar un momento de tu carrera y repetirlo, no para evitarlo, sino para vivirlo mejor, ¿cuál sería?
Creo que todos tenemos momentos así, pero sinceramente, no borraría nada. Incluso los episodios más tristes o difíciles me han convertido en la persona que soy hoy, y me gusta quién soy. Estoy feliz con lo que pienso, con lo que hago, con la manera en la que enfrento la vida. Cada experiencia me ha enseñado algo, incluso aquellas que no quisiera repetir.
-¿Cuál fue la última crítica que te dolió… y cuál la que te hizo crecer?
Una que me dolió —aunque también me hizo reflexionar— fue aceptar que mi vida, por el ritmo que lleva, a veces me priva de experiencias personales que también anhelo. Viajo mucho, trabajo sin parar, y eso hace difícil vivir cosas sencillas como enamorarse, construir una relación o simplemente tener tiempo para mí como Fran, como joven. Extraño esa parte, pero no cambiaría lo que hago por nada. Otra crítica que me tocó fue a finales del año pasado, cuando estuve en algunos espacios de streaming con creadores de contenido. Me divertía mucho, me reía, lo disfrutaba, pero luego vinieron comentarios duros, sobre todo de gente de mi entorno profesional. Me decían que eso no estaba a la altura de mi carrera, que no me favorecía estar en ese tipo de espacios. Me dolió porque sentí que se cuestionaba una parte más espontánea de mí. Al final decidí tomar distancia. A veces hay que proteger lo que estás construyendo, aunque implique renunciar a momentos que, en lo emocional, sí disfrutabas.
-¿Lo dices por los comentarios que recibiste?
Sí. Al principio no lo veía como algo negativo. Pero cuando personas cercanas a mí —a las que respeto mucho— me hicieron notar que podía desviar la percepción de mi trabajo, entendí que tenía que ser más consciente de cada paso. A veces, por divertirte o mostrarte más cercana, te expones de más. Y aunque no me arrepiento, aprendí de eso.
-Si pudieras producir tu propia película, ¿qué historia te gustaría llevar a la pantalla?
Me encantaría producir una historia potente, dramática, intensa. Algo en la línea de “Cisne negro” o “La chica danesa”. Historias que te confrontan, que tienen capas, que exploran el dolor, la identidad, los límites de lo humano. Me muero por hacer algo así. Me mueve ese tipo de cine que no solo entretiene.
-¿Qué se viene ahora en tu carrera?
En septiembre estreno “Los Patos y las Patas”, y tengo un proyecto pendiente en Chile: una película basada en el caso de La Polar, considerado el mayor escándalo de estafa por parte de una empresa privada en ese país. Se titula “Que se acabe todo”, está dirigida por Moisés Sepúlveda y cuenta con un elenco increíble: Paulina García, Francisco Melo y Benjamín Vicuña. Poder compartir pantalla con actores de ese nivel será un sueño.
Con apenas 19 años, Francisca Aronsson camina firme. Ya no es la niña promesa, sino una artista con voz propia, que combina sensibilidad, carácter y determinación. Entre sets, guiones y melodías, traza un camino propio, sin buscar encajar, sino trascender. Y lo está logrando.