Augusto Polo Campos (Foto: USI)
Czar Gutiérrez

Después de haber pintado con la sangre y el alma los colores de nuestro pabellón, el 17 de enero del año pasado se extinguió la vida de (1932-1918). Entonces, en estas tierras del inca que el sol ilumina porque Dios lo manda, en esta nación que luchando rompió las cadenas de la esclavitud, una pregunta se instaló en el imaginario musical del criollismo: ¿con cuántos compositores de bandera nos estamos quedando en esta vida? ¿Quiénes más le cantarán a la sierra bravía y la nieve perpetua, que es bandera de paz?

El autor de "Contigo Perú" fue, ciertamente, nuestro 'orejero' estrella, esa raza de superdotados que escriben en servilletas y asombran al musicalizar con el pabellón auricular. Con él también terminó de disolverse esa especie de santísima trinidad Avilés-Cavero-Polo Campos diseñada a partir del rodaje de un balón rumbo a Argentina 78, de cara a afirmar eso que llamaron identidad nacional, un compuesto a caballo entre el famoso toque peruano y la insólita confesión de haber escrito mil canciones sin haber leído jamás un libro. También dijo que "Contigo Perú" la escribió en 15 minutos por encargo del velascato a cambio de 15 mil dólares castrenses.

Las del 'Zambo' Cavero (1940-2009) y Óscar Avilés (1924-2014) serían dos vidas más bien entregadas al arte desde siempre, impecablemente labradas en el callejón Banderita Blanca, en el primer caso, y acariciando el diapasón escondido en el ropero, en el segundo. Para una impecable trayectoria que Avilés inicia percutiendo los cajones de La Limeñita y Ascoy, fundando Los Trovadores del Perú, Los Morochucos, Fiesta Criolla y acompañando a Chabuca durante tres lustros. Por eso el 'Zambo' es una efigie hecha cantante, cajonero y profesor. Y Avilés terminó coronado como nuestro Óscar del criollismo.

FUEGO PERPETUO
En otro entrañable callejón de los Barrios Altos se fraguaría la pluma de Amador Arnez Apolaya (1939-2001). Compositor, cantante y 'rara avis' que se desmarcó de toda creación convencional y formuleica, especialmente al juntarse con Esmeralda Gonzales Castro (1902-2004), compositora y periodista de vena incendiaria actuando bajo los seudónimos de Pancha Remolino, Demetrio Rueda y, finalmente, como Serafina Quinteras, cuya celebridad se prolongaría de manera monumental en la vida y obra de su hija Blanca Varela, nuestra poeta mayor.

Como poblada de versos estuvo la vida de Víctor Merino Aponte (1945-2012), musicalizador de los valses que salían de las manos de Juan Gonzalo Rose, ese mago. "Merino posee corazón de niño, alma de poeta y manos que hacen brotar del teclado torrentes de nuevas propuestas musicales", escribiría Vargas Llosa de un artista cuyos dones y talentos como pianista se amplificarían en orquestas y ensambles de jazz. Gran musicalizador de los versos de César Vallejo, César Calvo, Rubén Darío, Jaime Sabines y Toño Cisneros, sus composiciones están más vivas que nunca en las voces de Tania Libertad, Joan Manuel Serrat y Willie Colón.

Pero, ciertamente, el talento literario de Manuel Acosta Ojeda (1930-2015) marca toda una época que se perpetúa en Los Chamas, Cecilia Bracamonte, Pedrito Otiniano, Rafael Matallana, el 'Cholo' Berrocal, María Obregón y Luz Melba. Alejandro Lara Baumann de Metz (1936-2018) fue el último en dejarnos. Vecino notable de los Barrios Altos, promotor cultural, conductor de radio y televisión, compuso más de 200 canciones oportunamente interpretadas por el 'Zambo' Cavero, Manuel Donayre, Óscar Avilés, Bartola y Eva Ayllón. Pero el legado mayor del llamado 'bohemio fino' está concentrado en el respetable volumen "Vida, pasión y suerte de la música criolla" (2013).

"Ya Pinglo se quejaba ante sus compadres, allá por 1920, que se vivía una agonía de la música criolla", dijo hace unos años el mismo Lara acerca del futuro de la música criolla, cuyo fuego creativo parece inextinguible en manos de Alicia Maguiña (1938) y Pepe Villalobos Cavero (1929), nuestros dos grandes compositores vivos. Entre ellos, y la irrupción de jóvenes decimistas como Omar Camino y heterodoxos como Javier Lazo, el criollismo enlaza su perpetuidad contigo, Perú.

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