Juan Diego Flórez en el 2011, protagonizando “El conde Ory” de Rossini, durante la temporada del MET. (Foto: Metropolitan Opera)
Juan Diego Flórez en el 2011, protagonizando “El conde Ory” de Rossini, durante la temporada del MET. (Foto: Metropolitan Opera)
Enrique Planas

Tras recibir el aplauso en la ópera de Montecarlo, Mónaco, donde debutó en el rol protagónico de “Los cuentos de Hoffmann”, el tenor se encuentra en uno de los momentos más dulces de su carrera. , la voz del divo, de cuerpo algo más lírico, sigue siendo hermosa por timbre y color, su seguridad técnica aflora con naturalidad en todo el registro y domina las medias voces con virtuosismo y fluidez. “Juan Diego nunca fuerza el instrumento, nunca da una nota al límite, el control es perfecto”, afirma el especialista tras asistir a la ópera compuesta por el francés Jacques Offenbach, quien reunió al peruano con la soprano rusa Olga Peretyatko.

Tras esta celebrada temporada, le espera a Flórez una larga gira europea: del 24 de febrero al 17 marzo, protagoniza en el Teatro de la Scala de Milán la versión francesa del “Orfeo y Eurídice” de Gluck. Acto seguido, el intérprete inicia su gira de conciertos en Alemania, acompañado por la NDR Radio Philharmonic, la más prestigiosa orquesta de Hamburgo. La gira incluye el Elbphilharmonie Big Hall (5 de abril) de esta ciudad portuaria, el Tonhalle de Düsseldorf (7 de abril), el Alte Oper de Fráncfort (11 de abril) y el Kuppelsaal en Hannover (14 de abril). Todos los conciertos desarrollan el repertorio belcantista que ha hecho popular por más de veinte años al tenor peruano.

El 17 de abril, Flórez regresa al histórico Palau de la Música de Barcelona acompañado por la Orquesta de Valencia, y luego volverá a Alemania a protagonizar la temporada de ópera de la Bayerische Staatsoper en Múnich, donde protagonizará “Lucrezia Borgia” y “Lucía di Lammermoor”, ambas del genio de Gaetano Donizetti.

Será el Auditorio Nacional de Madrid el que reciba al tenor el 23 de mayo, para partir después a la Ópera Estatal de Viena, desde el 31 del mismo mes, donde encarnará a uno de sus personajes más característicos, el duque de Mantua en el “Rigoletto”, de Verdi. En el Musikverein de esta ciudad, Flórez ofrecerá el 16 de junio un concierto a beneficio de su fundación Sinfonía por el Perú, acompañado por la Filarmónica Gioachino Rossini. Sin salir de Austria, el 23 de junio Flórez ofrecerá un repertorio de arias de Mozart, Rossini, Puccini, Massenet y Verdi en la sala Klassik am Dom de Linz, junto con la Vienna Volksoper Symphony Orchestra.

VOLVER A NUEVA YORK
Uno de los puntos más altos del año en la agenda del tenor será su regreso al Festival de Pésaro, del 11 al 20 de agosto. El principal atractivo de esta edición –que conmemora el aniversario 150 del fallecimiento de Rossini– es la nueva producción de “Ricciardo e Zoraide” con el protagonismo de Flórez y la sudafricana Pretty Yende, con Giacomo Sagripanti a la batuta y en una producción de Marshall Pynkoski.

Sin embargo, es su regreso al Metropolitan Opera House de Nueva York lo que más entusiasma al intérprete nacional. Del 4 al 29 de diciembre, Flórez cerrará un año notable con “La traviata” de Verdi, dirigida por Yannick Nézet-Séguin. Como anuncia el MET, el espectáculo desplegará para la puesta en escena un deslumbrante entorno propio del siglo XIX, que irá cambiando según las estaciones. En el montaje, el tenor regresa al MET por primera vez en cinco temporadas, para interpretar el papel de Alfredo, el desventurado amante de Violetta, la trágica heroína a cargo de la soprano alemana Diana Damrau.

Completa el reparto el barítono hawaiano Quinn Kelsey como Germont, el padre de Alfredo y principal obstáculo para el amor de la pareja. Las actuaciones incluyen a la soprano rumana Anita Hartig, el tenor estadounidense Stephen Costello, el barítono polaco Artur Ruciński y el mítico tenor español Plácido Domingo.

Estrenada originalmente en el teatro La Fenice de Venecia, en 1853, “La traviata” sobrevivió a una noche de apertura llena de errores para convertirse en una de las óperas más queridas del repertorio verdiano. Como sucede en los dramas de gran escala como el “Rigoletto” e “Il trovatore”, el alcance íntimo y la temática trágica inspiraron al compositor italiano una de sus composiciones más profundas y sinceras, ligadas a la imagen de la mujer caída, que capturó la imaginación tanto de la audiencia como de los intérpretes gracias a sus desafíos vocales y dramáticos.

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