¿Hay alguien aquí que haya venido en 1969?, preguntó Mick Jagger desde el escenario de Hyde Park, hace unos días, cuando The Rolling Stones se tomó una noche de verano en uno de los principales parques de Londres.
Allí mismo, cuando todavía no eran la banda legendaria del rock del siglo XX en la que se convertirían 61 álbumes más tarde, habían tocado (gratis) para cientos de miles de fans.
Desde entonces han pasado casi cinco décadas, pero es difícil recordarlo mientras Jagger está en escena. El líder y vocalista recorre varios kilómetros en cada show: micrófono en alto, sacos de piel y lentejuelas sobre los hombros, las piernas delgadas que parecen a punto de desprenderse y que pocas veces se mueven al ritmo con sus propios brazos.
Jagger baila, baila mucho: hay que verlo. En vivo, es un derroche de energía difícil de explicar.
Difícil sobre todo porque el hombre cumple 70 años este viernes. Podría estar recogiendo su jubilación mensual, jugando con sus cuatro nietos, visitando a alguno de sus siete hijos, mirando el cricket que lo apasiona. O gastándose parte de los US$290 millones que se estima constituyen su fortuna.
Pero no: está de gira con los Stones, su grupo desde 1962, considerado por muchos como el más duradero de la historia del rock.
Sus caderas, parece, esconden parte del secreto de esta fama de larga data.
Si algo trajeron los Rolling Stones al desarrollo del rock fue una presencia escénica distintiva. Una cualidad de performance agregada a su música. Jagger y (Keith) Richards, pero sobre todo Jagger, fueron los ejes de esta construcción coreográfica que los hizo distinguirse del resto, señaló a BBC Mundo Sheila Whiteley, musicóloga de la Universidad de Salford y autora de varios libros sobre música popular e identidad cultural.
PROFESORA TINA Cuando, a comienzos de la década del ’60, comenzó a rodar con la banda cofundada junto con su amigo de la niñez Richards, Jagger no sabía bailar. Acababa de dejar la London School of Economics y la ambición del título universitario; eran días de militancia política (como anarquista autodefinido) y de conocer el detrás de escena de la vida del rockero salvaje.
Con la consagración que les trajo su primer hit (I Cant Get No) Satisfaction (1965), los británicos comenzaron a dar forma a su estilo escénico. Y Jagger lo ha reconocido en el pasado nutrió su performance tanto del baile clásico de Rudolf Nureyev como de la potencia seductora de Tina Turner.
La morena le enseñó qué hacer con el cuerpo, según ella misma dice. Aprendí muchísimas cosas de Tina, confirma Jagger.
Como dicta la maquinaria del negocio del rock, los Rolling Stones tardaron poco en volverse conscientes de su imagen. Para Jagger, el desfile de chaquetas brillosas sobre remeras ceñidas vino acompañado de un repertorio ampliado de movimientos sorprendentes.
Basta darse una vuelta por YouTube para hacer historia: está ese bamboleo de brazos, el zigzagueo de torso que empieza en los omóplatos y baja hasta las piernas; ese pavoneo algo pedante, las corridas de espalda encorvada y mirada desafiante, las rodillas que parecen siempre a punto de dislocarse. Mick de caderas serpenteantes.
De los coreógrafos que trabajaron a su lado, varios destacan cómo el rocker ha sabido moldear sus movimientos a medida que le han pasado los años.
Entre quienes han colaborado en la tarea se cuenta el bailarín Stephen Galloway, integrante del prestigioso Ballet Frankfurt. Desde hace casi dos décadas, el versátil estadounidense que además se dedica al diseño de vestuario y a la fotografía de moda ostenta el título de asesor de movimiento de Jagger.
70 Y CONTANDO Los críticos, sin embargo, dirán que no hay coreógrafo que pueda suplir la falta de gracia: que Jagger no baila, se sacude. Y que la fama de sus movimientos (hay 14 millones de páginas en internet en la búsqueda de Mick Jagger baile) ha sido injustificadamente alimentada por la industria del espectáculo, en la que los Rolling Stones han sin duda establecido un modelo de negocios de probada eficacia.
Algo de eso hay: un repaso de sus interpretaciones al comienzo de la carrera confirma que Jagger, lejos de ser un bailarían innato, supo construirse en escena a punta de extravagancias, descaro y horas de práctica.
Lo que Jagger hizo, más abiertamente que otros intérpretes de su tiempo, fue mostrarse como era. Mostrarse cómodo bailando mal fue una manera de transgredir, de decir no me importa. Y si uno revisa la historia de la cultura popular, es difícil encontrar a alguien que lograra poner tanta carga erótica en un baile que, técnicamente, estaba mal hecho, dijo a BBC Mundo David Pattie, académico de la Universidad de Chester y autor del texto Música rock y performance.
Pero de eso hace mucho tiempo: el septuagenario Jagger es ahora elogiado por sus pares el líder de U2, Bono , le alabó las arrugas; el rockero Bon Jovi, su energía electrizante y sus seguidores no hacen sino agotar boletos para la gira 50 y contando en la que se ha embarcado junto a Richards, el guitarrista Ron Wood y el baterista Charlie Watts para marcar las cinco décadas de la banda.
Las generaciones más jóvenes del rock han hecho también un culto de sus caderas: bailar con Jagger es un sueño que muchas mujeres querrían ver cumplido, dijo la cantante Kate Perry, que recientemente subió al escenario en Las Vegas a interpretar a dúo Beast of Burden.
Y hay más: la danza de Jagger tiene canción propia. Move Like Jagger (Muévete como Jagger), de los estadounidenses Maroon 5 junto a Christina Aguilera, fue el cuarto sencillo más vendido en Estados Unidos cuando se lanzó, en 2011.
Movimientos calculados pero un poco espásticos, una increíble experiencia rítmica en la que todos los huesos de tu cuerpo se mueven a distintos tiempos Nadie se mueve como él, ése es el punto, señaló a la cadena MTV Adam Levine, voz de la banda, quien se reconoce integrante de una imaginaria Escuela Jagger de Movimientos Interesantes.
CULTURA ROCK Lo cierto es que Jagger es ícono de una era, la del rock tal como lo entendemos hoy. Referentes culturales, él y su cuerpo.
Sólo así se explica que un mechón de su pelo salga a subasta (y recaude más del doble de lo esperado: casi US$7.000, hace apenas unos días), que sus cartas a una amante secreta de los 70 se rematen por US$300.000, que una foto de su trasero tomada por sorpresa haya conseguido US$4.000 en 1986.
El cuerpo, en este caso, es el vehículo de la fama y se vuelve clave para mostrar la historia, la permanencia. Por eso el cuerpo sigue teniendo un lugar central en los conciertos de los Rolling Stones, analiza el académico Pattie.
Según los expertos en análisis cultural, Jagger representó con su anatomía un momento histórico de liberación y ambigüedad sexual que se refleja en el baile.
La investigación sociológica demuestra que aquellos intérpretes que juegan con la ambigüedad suelen tener un mayor atractivo que los que no. Jagger es el epítome: por un lado, construye una imagen de masculinidad extrema, de seductor de mujeres y hasta perpetrador de violencia sexual, como por ejemplo con las letras de Brown Sugar. Al mismo tiempo, alude a sus experiencias homosexuales con David Bowie y elabora todo un repertorio de movimientos afeminados, indica Whiteley, experta en música popular y sexualidad.
¿El resultado? Un ícono cultural para ambos sexos y varias generaciones.