De la euforia al hoyo anímico. De las fiestas interminables y la intoxicación corporal a la tempestad mental o sentimental. Y entre esos polos, magnánimos matices sonoros que buscan nuevas fronteras desde la electrónica y el pospunk. De eso y más está hecho New Order.
También hay materiales extramusicales que ayudan a rastrear los elementos que nutren su obra. Ahí está la biografía “Capítulo y verso: New Order, Joy Division y yo”, de Bernard Sumner. En el libro, el cantante y compositor de la banda de Manchester narra, por ejemplo, su dura infancia. Él nunca conoció a su padre, su madre tuvo parálisis cerebral, la plata no sobraba y Manchester era territorio de obreros. Es probable que la desolación y la introspección se relacionen con ellos.
Se le consulta a Sumner sobre por qué decidió escribir sus memorias. Él responde desde el séptimo piso de un hotel en Chile: “Bueno, ya existía una biografía sobre mí [se refiere a ”Confusion: Joy Division, Electronic and New Order versus the World“, escrita por David Nolan]. Es un libro con inexactitudes. Cuando lo leía me decía: esto está equivocado, esto está equivocado y esto está equivocado. Incluso se citan frases de gente que no conozco. Entonces decidí contar mi historia. Fue difícil. Había episodios de mi infancia que no quería recordar, pero sentía que tenía que ajustarme a los hechos y a la verdad”.
Otro antecedente básico de New Order es Joy Division, cuyo 'frontman' era Ian Curtis, un duque de las tinieblas emocionales. No era pose: él padecía de epilepsia y se suicidó a los 23 años en 1980. Pero los sobrevivientes de Joy Division –Sumner, Peter Hook y Stephen Morris– no tiraron la toalla. Ellos reclutaron a Gillian Gilbert y renacieron como New Order. Sumner pasó a cantar.
Él cumplió 60 años este 2016. El músico comenta que si bien su cuerpo tiene seis décadas, su mente es mucho más joven. Se ríe. Luego se le pregunta sobre cómo imaginaría a Ian Curtis si tuviera 60 años como él. Sumner suspira: “Oh, Dios. No sé si sus asuntos de salud le hubieran permitido seguir grabando discos, estar en la ruta o ir de gira. Creo que se hubiera tenido que retirar de la música. Ojo, esta es mi interpretación. Quizá se hubiera convertido en un escritor, pero ya con otro ritmo de trabajo. Él tenía un talento único con las palabras”.
EXPERTOS EN RESUCITAR
Otro quiebre en New Order sucedió hacia el 2006. Peter Hook –¿hay en la historia del rock y pop otro bajista con un sonido tan distintivo?– pateó el tablero y se fue del grupo. Golpes verbales iban y venían. Los dichos de Hook sobre su partida no son del todo claros. Los de Sumner sí: él resume sus desplantes con la palabra codicia.
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Se pensó que New Order había imprimido su partida de defunción. Entonces Sumner se esmeró en demostrar que la banda no dependía de Hook. Lo hizo con creces en “Music Complete” (2015), un disco fantástico que actualiza los hallazgos de “Technique” (1989), su álbum cumbre en la mezcla electrizante de hedonismo y melancolía.
No hay en la voz de Sumner ningún asomo de nostalgia por la ausencia de Hook. A través del teléfono, él destaca el trabajo colaborativo del ahora quinteto –están también el guitarrista Phil Cunningham y el bajista Tom Chapman– y se muestra tranquilo porque lograron recuperar la esencia de New Order.
En cambio, las palabras de Sumner son rotundamente generosas con la música: “Es mi vida. La música me cambió la vida. Me escapo de la realidad cuando compongo en el estudio. Gracias a ella he podido conocer el mundo y desarrollarme en una labor que es muy social”.
Enhorabuena que sus impulsos se hayan distanciado de los retratos miserabilistas para optar por el gran escapismo musical.