El 16 de junio del 2001, el Perú estaba en plena transición política desde uno de los momentos más complicados de su historia. Al mismo tiempo, también se realizaba la primera edición de un festival de rock que, sin pensarlo, terminaría convirtiéndose en un referente para la generación confrontada no solo por las expectativas de sus padres, sino por el incierto futuro del país. Como todo festival, como toda empresa, Rock en el Parque fue una apuesta. Y prosperó.