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“Si Motomami era una fiesta, LUX es una liturgia”: analizamos el nuevo álbum de Rosalía
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Desde la aparición del bailable y urbano Motomami (2022) —y la ruptura radical que supuso respecto a la obra anterior de Rosalía— flotaba una duda legítima: ¿cómo podría reinventarse una artista que ya había llevado el flamenco y el pop latino hasta el límite de su elasticidad? La catalana de 32 años no es ajena a los reinicios: “Motomami” la consagró como una creadora sin miedo a dinamitar géneros, con samples minimalistas, bajos distorsionados y confesiones íntimas que sonaron como una revolución estética, a años luz del reggaeton genérico de sus contemporáneos. Por eso, cuando presentó “Berghain”, el primer adelanto de su nuevo disco LUX —lleno de texturas barrocas, voces operáticas y mensajes de salvación a través de la intervención divina—, muchos sintieron un vértigo curioso. ¿Cómo pasamos del “twerk” al templo, del “Bizcochito” a esto?
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