El reconocido pianista húngaro vuelve a Lima tras cinco años de ausencia, para brillar en el concierto de aniversario de la Sociedad Filarmónica de Lima. (Foto: Sociedad Filarmónica)
El reconocido pianista húngaro vuelve a Lima tras cinco años de ausencia, para brillar en el concierto de aniversario de la Sociedad Filarmónica de Lima. (Foto: Sociedad Filarmónica)
Catherine Contreras

Es la institución musical más antigua del Perú, pero a sus 110 años, la Sociedad Filarmónica de Lima se muestra hoy más activa y entusiasta que nunca. Su andar a paso firme y seguro se percibe desde hace una década, cuando los conciertos empezaron a multiplicarse –en el 2008 la temporada solía tener 12 recitales, hoy suma 34– y las presentaciones en ciudades del interior del país no solo reforzaron la descentralización cultural, sino que sumaron nuevos públicos al apasionante mundo de la música clásica. Para muchos, el causante de tal revolución tiene nombre y apellidos: Salomón Lerner Febres.

“El mejor momento siempre aparece más allá, y eso es lo que nos da la energía e interés para ser cada vez mejores”, dice con absoluta humildad Lerner, quien en el 2008 asumió la presidencia de la Sociedad Filarmónica de Lima, entidad que mañana cumplirá un aniversario más y que lo celebrará el miércoles con un recital de piano del maestro húngaro Andras Schiff. Sí reconoce –y lo resalta– que el equipo que dirige está trabajando muy bien para cumplir en buena medida los sueños de sus fundadores. Y vaya si lo hacen.

—Que suene la música—
Desde que asumió el cargo, resaltan en la Sociedad Filarmónica una serie de acciones que ayudaron a que el Perú logre ubicarse en un lugar destacado de la cartelera musical regional. Concretar la presencia de renombrados músicos solistas, grupos de cámara y orquestas filarmónicas para sus temporadas de abono en el auditorio Santa Úrsula y de su ciclo sinfónico en el Gran Teatro Nacional fue quizá lo primordial, pero a esta obra se suman muchas más.
Está, por ejemplo, el proyecto editorial sobre investigaciones asociadas a la música, que en el 2012 publicó el primer libro: “Franz Liszt. Peregrino de la vida y el arte”, del profesor Carlos Gatti Murriel. El siguiente título será sobre música y filosofía. Su publicación está a la espera de apoyo.

También destaca la iniciativa de incluir a jóvenes talentos nacionales a la programación anual, a través del ciclo de conciertos Al Encuentro de Músicos Peruanos (que ya va por su tercera edición). Además, se impulsó la celebración de conciertos gratuitos descentralizados: en Arequipa desde el 2013, y en el malecón de la laguna Huacachina, en Ica, el 2015. Igualmente, en el 2012 se creó el ciclo Música en el Cine, experiencia que acerca a un público diverso, con ingreso libre, a proyecciones de películas donde la música clásica comparte protagonismo.

Bajo ese dinamismo, Lima se ha convertido en una plaza obligada para los maestros de música clásica. “Las pruebas están en las continuas ofertas que sus agentes nos hacen para que ellos puedan presentarse aquí”, cuenta Lerner, cuyo equipo ya recibe propuestas para la temporada 2019. La programación del 2018 ya está cubierta. “Antes éramos nosotros los que escribíamos para ver si los artistas que venían por Sudamérica podían quedarse un ratito y presentarse en el Perú. Ahora ya no sucede eso”, dice Lerner, con la certeza de que los artistas ya valoran el binomio escenario-público peruano.

Salomón Lerner preside la Sociedad Filarmónica desde 2008. (Foto: Nancy Chappell)
Salomón Lerner preside la Sociedad Filarmónica desde 2008. (Foto: Nancy Chappell)

—Nuevas audiencias—
En medio de este crecimiento, la nota desafinada retumba con un tema pendiente: la educación musical y formación de nuevos públicos que permitan aún más la expansión del arte que la Sociedad Filarmónica difunde desde hace 110 años.

“La educación en el terreno institucional, en colegios y universidades, debiera hacerse quizá del modo más inteligente, que no es aprendiéndose de memoria las escalas fusas o semifusas, sino escuchando la música, en el terreno del disfrute y del goce”, refiere Salomón Lerner, destacando que este camino de aprehensión musical se inicia desde la niñez.

Así fue en su caso. Tchaikovski atrajo enormemente su atención siendo pequeño, cuando su imaginación volaba cada vez que descubría detrás de una melodía algún relato histórico. Sucedió con “Obertura 1812”: su marcialidad, las campanas y los cañones lo transportaban a esa Rusia que enfrentó la invasión de tropas napoleónicas.

“Creo que con los niños el camino es la escucha de obras que luego van a reconocer. Debiera multiplicarse los caminos por los cuales este tipo de música se difunda en colegios y en las casas. Yo sé que esto no pasará de un buen deseo, porque hay también otro tipo de música que quiere hablarle a los jóvenes y lo hace en su lenguaje”, reconoce Lerner, el abuelo que introdujo a sus dos primeros nietos en la música clásica a través del clásico de Disney “Fantasía” (1940), pero que mantiene una batalla con otro menudo descendiente, que recita de memoria “las ruedas del autobús girando van”.

"Cuando la música es hermosa y bien ejecutada, uno hace unidad con el intérprete; sabe la nota que va a venir y recuerda la que ya pasó. Se da una especie de fusión entre el compositor, el músico y uno mismo", dice sobre la conexión que la música clásica permite al espectador.

—Mirada al futuro —
Son 110 años de la Sociedad Filarmónica de Lima, y en cada aniversario redondo es natural hablar de proyectos. ¿Cuáles son los grandes planes que emprenderá la Sociedad Filarmónica de Lima? “Los próximos 110”, se apura Lerner en responder.

“Continuar ofreciendo al público presentaciones de artistas con calidad, y que puedan transmitir música hermosa a los limeños y también a todo el Perú. Hemos comenzado a dar conciertos en Arequipa, en el Convento de Santa Catalina, y también en Ica. Sería lindo que dentro de un tiempo la Sociedad Filarmónica de Lima no cambie de nombre, pero que se entienda que es del Perú”, aspira el Lerner. No le importa que el resto del país ni sepa que esta institución centenaria existe, pero sí que perciban que la música llega a ellos. Que así sea.

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