Parte del elenco de la Lizt Alfonso Dance Company recrea una de las escenas del video “Bailando”, de Enrique Iglesias con Gente de Zona. (Foto: Antonio Pons Beato)
Parte del elenco de la Lizt Alfonso Dance Company recrea una de las escenas del video “Bailando”, de Enrique Iglesias con Gente de Zona. (Foto: Antonio Pons Beato)

Ni la incesante lluvia evita que los cubanos vayan a ver espectáculos de danza en su país. Se pueden empapar y malograr sus peinados y ropas, pero ni así dejan de llenar los teatros. De hecho, antes de la última ceremonia de graduación de los alumnos de la escuela Lizt Alfonso Dance Cuba, llovía a mares. Las maestras, sin embargo, no estaban preocupadas: seguramente los padres y aficionados se pondrían a buen recaudo y esperarían a que el clima se apiadara de ellos. No se equivocaron: la sala del teatro Martí estuvo llena y el implacable calor ayudó a que los trajes secaran.

El éxito de esa presentación no fue un hecho aislado. La danza es uno de los pilares sobre los que se ha construido la identidad cubana. Alicia Alonso (y en menor medida, su primer esposo, Fernando Alonso) fue quien lideró una de las revoluciones culturales más importantes no solo de la isla, sino del mundo. Formada en la danza clásica bajo los más altos estándares mundiales, la maestra cosechó en Cuba el germen del gusto por este arte, al punto de que es casi una obligación que todas las niñas vayan a alguna escuela, antes, incluso, de ir al colegio. No importa el estilo, si son danzas españolas, folclóricas o ballet, es una obligación social tácita que ellas inicien una carrera en el baile. No sorprende, por tanto, que actualmente en el mundo los bailarines cubanos están de moda.

Una de las tantas personas que creció dentro de ese esquema es Lizt Alfonso –quien dirige la Lizt Alfonso Dance Company y su escuela Lizt Alfonso Dance Cuba–, cuyo nombre es un homenaje al virtuoso pianista Franz Liszt. Así como el músico húngaro con su instrumento, ella dominó el baile a un nivel superlativo, a tal punto que, con casi una década retirada de los escenarios, todavía sigue causando aplausos y sonrisas en sus alumnas durante los ensayos. “Desde chiquita –recuerda Alfonso–, para mi familia era lo mismo ir a ver al Ballet Nacional de Cuba, propuestas contemporáneas, al conjunto folclórico o cualquier elenco que venía, como el Ballet Bolshoi o el elenco de Antonio Gades. A veces, para conseguir entradas había que hacer cola desde la madrugada o hasta tres días antes. En general, a los cubanos nos gusta la danza”.

La maestra Alfonso afinando detalles de una de las secciones de “Cuba vibra”. Para bailar hay que gozar. (Foto: Antonio Pons Beato)
La maestra Alfonso afinando detalles de una de las secciones de “Cuba vibra”. Para bailar hay que gozar. (Foto: Antonio Pons Beato)

Si bien Alfonso está orgullosa del lugar que tiene la danza en la isla, también es consciente de las diferencias que todavía perduran entre la educación de las mujeres y los hombres. “Los varones siempre son pocos –destaca–. A ellos los encaminan a artes como la pintura o la música, o en la carrera militar. En la actualidad todavía es un tema tabú, pero cada vez menos. La prueba son los grandes bailarines cubanos que triunfan en el mundo entero”, explica.

No se equivoca. No solo en el Ballet Municipal de Lima hay intérpretes cubanos, también los hay en el Royal Ballet, American Ballet Cia. “Y no solo bailarines, sino también profesores –agrega Alfonso–. Hace años hubo una explosión de bailarines y maestros rusos, y después fue de Cuba, quienes hoy están liderando el mundo de la danza porque tienen un nivel muy alto y son muy dúctiles, así que llegar a otras compañías y trabajar con ciertos coreógrafos es más sencillo”.

—Libertad creativa—
Antes de que su compañía creara y protagonizara el video de “Bailando” –hit del 2017 en el que Enrique Iglesias cantó con Gente de Zona y Descemer Bueno–, Lizt Alfonso ya era famosa. Junto al elenco que lleva su nombre había hecho giras por Europa y varias ciudades de Estados Unidos. Creadora y maestra respetada en la isla, la noticia de su colaboración con estos músicos no fue bien recibida.

“Me dijeron que qué iba yo a trabajar con un par de reguetoneros, que cómo iba a estar involucrada con Gente de Zona –recuerda Alfonso–, pero a mí la canción me pareció muy simpática. Nosotros trabajamos en el circuito de la danza, pero también en el de los musicales y otros más, porque cada uno apoya al otro y lo hace crecer desde lo mejor que sabe hacer. El que tiene que mantener el nivel de calidad es uno mismo. Cuando el artista puede acceder a todos los mercados se vuelve un artista completo, porque empieza a respetar y a entender que no hay trabajo fácil, solo trabajo bien hecho y mal hecho”.

En el caso de Alfonso, su genio y trabajo constante le han permitido hacerse de gran libertad creativa, algo que en Cuba es, sin duda, un lujo. Y ella lo sabe porque los inicios fueron muy difíciles. “Por casi diez años fuimos una compañía independiente, un título que en Cuba significa ‘vade retro’, eres Satanás y contrarrevolucionaria. Lo único que nos quedó fue demostrar. La gente me decía que en algún momento el agua iba a tomar su nivel”. Y así fue: desde el 2000, Lizt Alfonso Dance Company es residente del Gran Teatro de La Habana, también conocido como teatro Alicia Alonso.

—Recrear una nación—
En noviembre de este año, la Lizt Alfonso Dance Company llegará a Lima por primera vez. Lo hará con el espectáculo “Cuba vibra”, cuya reputación es tal que, antes de las últimas prohibiciones del gobierno de Trump, los cruceros estadounidenses solían reservar funciones completas para sus clientes. Se trata, según la maestra Alfonso, de un montaje que explora la identidad cubana y su evolución hasta nuestros tiempos. “Es ir a la raíz, a cuando gente de España y África llegaron a Cuba. El negro y la blanca dieron forma a los mulatos, y esa mezcla somos nosotros. Aquí el que no tiene de congo tiene de carabalí, como dice un dicho cubano. ‘Cuba vibra’ inicia allí, desde el encuentro de esas dos culturas, y cómo la nación evoluciona hasta darle sentido a la identidad cubana que deja varias cosas atrás para encontrar sus propios ritmos, que son el chachachá, el mambo, la conga, la rumba y el son cubano, que es lo que ustedes llaman salsa”.

Estampa del show "Cuba vibra", que también es un extracto del espectáculo "Quizás, quizás". (Foto: Eduardo Patiño)
Estampa del show "Cuba vibra", que también es un extracto del espectáculo "Quizás, quizás". (Foto: Eduardo Patiño)

Alfonso explica que el espectáculo no busca ser folclórico ni mucho menos. “Cuba vibra” es un show de danza fusión que fue construido con fragmentos de las presentaciones más importantes que la compañía ha desarrollado en 27 años, una suerte de grandes éxitos. La propuesta, dividida en varias secciones, mostrará una combinación de bulerías flamencas estilizadas, valses y expresiones originarias de la isla, así como, en otro momento, se mostrarán las dinámicas de los barrios cubanos y la influencia del rock.

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@liztalfonsodancecuba #dance #baile #danzafusion #cuba

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“La parte de la historia de nuestros nativos no la hemos tocado, en parte porque se cree que toda su herencia fue totalmente eliminada. Pero, según unas investigaciones, parece que no es tan cierto. Parece que en Baracoa hay un asentamiento muy grande de los aborígenes originarios, que se han mezclado entre ellos. Ya hemos empezado a investigar un poco. Esa parte de nuestra cultura no la tenemos en el show, pero no significa que en algún momento no la podamos integrar”.

Más información
Lugar: Gran Teatro Nacional. Dirección: Av. Javier Prado Este 2225, San Borja. Fechas: 15 y 16 de noviembre, 8 p.m. Entradas: en Teleticket de Wong y Metro.

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