Francisco Cabrera se asegura de no dejar libre al fantasma de su pasado (Juanjo Espinoza) que lo atormenta. (Foto: Renzo Concha)
Francisco Cabrera se asegura de no dejar libre al fantasma de su pasado (Juanjo Espinoza) que lo atormenta. (Foto: Renzo Concha)

Lucas (Francisco Cabrera) alcanzó el éxito con su primera novela. La crítica lo aclamó, las ventas lo acompañaron, era una promesa hasta que, de pronto, perdió interés en la literatura. Su novela ahora se oferta en una librería de medio pelo. Juan (Stefano Salvini) ha publicado algunas historias, pero en su desesperación por escribir algo nuevo, cree que ha encontrado la historia perfecta en la puerta de un baño público, aunque todavía no sabe cómo narrarla. Marla (Alexandra Graña), por el contrario, simplemente, no sabe sobre qué escribir.

Pero el fantasma de la página en blanco y el bloqueo creativo –tema escasamente abordado en los últimos años por el teatro local– no es lo único que los desespera y que los ha obligado a reunirse en un departamento para, de alguna manera, hallar una nueva motivación. Ellos viven en una ciudad que podría ser la Lima de los años 90 y sienten cómo ciertos eventos –similares a la toma de la residencia del embajador japonés– afectan su proceso creativo.

Esa es la historia que el dramaturgo Gonzalo Rodríguez Risco plantea en “Dramatis personae”, obra que actualmente se monta en el teatro del Centro Cultural El Olivar bajo la dirección de Ernesto Barraza. En ella se ve cómo los problemas de estos escritores van en aumento: los atormentan los personajes de las historias que van creando y, en cierto momento, también los fantasmas de sus pasados.

"La historia está basada en mi experiencia, de cuando viví a tres cuadras de la residencia del embajador japonés y casi no le hice caso a la toma por estar escribiendo una obra de teatro. Pero con 'Dramatis personae' quise explorar cómo estos eventos se cuelan en las creaciones de los escritores", agrega.

—Elogio de la teatralidad—
Esta es la tercera vez que "Dramatis personae" es puesta en escena y es interesante cómo, en esta versión, los largos silencios terminan por convertirse en los verdaderos protagonistas. A diferencia del montaje realizado en Nueva York, la propuesta de Barraza opta por destacar la tensión y el dramatismo a través de la casi ausencia de los recursos sonoros.

Se le pregunta a Rodríguez si está de acuerdo con esa decisión o si, de un modo opuesto, la encuentra debatible, teniendo en cuenta que el espectador actual está acostumbrado a todo lo contrario. Él comenta: "Es posible que eso haga más densa la obra, pero no vamos a competir con el 3D o los efectos especiales de 'La Mujer Maravilla' ni tendríamos por qué hacerlo. Algo que resalto del montaje es que quiere rescatar la teatralidad de lo teatral, dando más importancia a un artista creando cosas en escena, en vez de intentar algo cinematográfico".

Más información
​Lugar: teatro del C.C. El Olivar.
Dirección: calle La República 455, San Isidro.
Horario: de jueves a domingo, 8 p.m.
Entradas: Teleticket.

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