Fiorella Pennano y Renato Rueda protagonizan la obra dirigida por Norma Martínez.
Fiorella Pennano y Renato Rueda protagonizan la obra dirigida por Norma Martínez.
Percy Encinas

¿Qué es lo indispensable para que haya (buen) teatro? Quizás usted lo asocie con espectáculo y este, necesariamente, con un despliegue visual, escenografía, diseño lumínico, musical y vestuario deslumbrantes. Estos elementos, cuando sirven al concepto de la puesta en escena aportan, sin duda, pero no son tan necesarios. Jerzy Grotowski señaló hace varias décadas que al teatro –al honesto teatro de arte—se le puede despojar de cortinajes, construcciones escenográficas, iluminación, sonido, hasta del edificio llamado teatro, del autor y del director. Y se quedaría con lo esencial de su naturaleza: los actores y el público. Esa es la síntesis imprescindible y condición suficiente para que exista un suceso escénico.

Duncan Macmillan (Oxford, 1980) parece alinearse en esta posición con la escritura de “Pulmones” (2013), actualmente montada en Lima, después de conocer versiones en 15 países. Con ella, el autor realiza una atrevida paradoja. Por un lado, toma uno de los temas más recurrentes del teatro occidental desde hace siglos: una relación de pareja, y por el otro, sin embargo, propone una forma desafiante de mostrarla en la escena.

“Pulmones” es una exploración en la vida de una pareja urbana, joven, culta, consciente de la situación social y ecológica contemporánea, donde él, de pronto, en una de las visitas más indicativas de su cotidianidad (en medio de una tienda de productos para el hogar), sugiere la posibilidad de tener un bebe. Ese es el detonante para que ella se estremezca y dé rienda suelta a una serie de ideas, temores, dudas y estados nerviosos, pero también para el desarrollo de toda una historia que los llevará por disquisiciones y pensamientos en voz alta, que van describiendo los habituales tópicos de preocupación de las actuales generaciones (o los que deberían serlo) que en su autoimposición de ser políticamente correctos les imprime una presión enorme que les impide tomar decisiones sin estrés, sin culpa.

Pero toda esa carga de los personajes está convenida por el autor para que sea transmitida renunciando al arsenal de recursos típicos del teatro, pues pide que no haya escenografía, mobiliario, cambio de luces, ni de vestuario, ni siquiera que se siembren señales de los cambios de espacios ni de tiempo representados (que los hay bien diferentes en la historia). Toda la responsabilidad cae sobre el texto y los actores, a quienes les pide evitar la mímica. Un texto que el autor ha cuidado de dotar de un ritmo acezante y al que deliberadamente ha desprovisto de la puntuación habitual cuando ha creído necesario: “[…] porque es probablemente la cosa más importante que puedes hacer traer a otra persona sí persona que respira y piensa porque no se mantienen pequeños para siempre y creo no es así creo que mucha gente piensa que solo son pequeños, delicados y dulces e incondicionales con sus ojos y risitas y sus deditos pequeñitos que sostienen tu pulgar […]”.

La obra dirigida por Norma Martínez demuestra que menos es más.
La obra dirigida por Norma Martínez demuestra que menos es más.

Los diálogos (con cierta impronta del mejor Woody Allen) son ingeniosos, sorprendentes, irónicos y pueden ser tan tiernos como ácidos en una misma línea. Es cierto que hay una apelación a los estereotipos de la mujer al borde de un ataque de nervios, impulsiva, manipuladora a partir de su capacidad de decidir un embarazo, así como del hombre controlado, que pide y ofrece calma ante los excesos nerviosos de ella, pero que es emocionalmente manipulable. Sin embargo, la eficacia de los textos (su humor y pertinencia), su estructura y los giros de la historia producen un balance largamente favorable. Algo que, efectivamente, solo ha sido posible porque el montaje local, bajo la atinada y minimalista dirección de Norma Martínez, cuenta con una pareja de actores: Fiorella Pennano y Renato Rueda, que no solo encarnan vivaz y orgánicamente los personajes sino que, acatando las pautas que exige este ejercicio virtuoso de actuación, los sobrellevan comedidos, veraces, plenos, suprimiendo todo exceso posible en la gesticulación. Asentados en la ejecución precisa de sus partituras interiores con una gran resistencia física y psicológica, ellos transmiten a cualquier espectador atento una historia de vida emocionante, conmovedora.

“Pulmones”, con pocas funciones más en la Alianza Francesa, es una feliz confluencia de dramaturgias, que demuestra que muchas veces menos es más.

AL DETALLE

Dramaturgo: Duncan Macmillan.
Directora: Norma Martínez.
Elenco: Fiorella Pennano y Renato Rueda.
Lugar: Teatro de la Alianza Francesa (Av. Arequipa 4595, Miraflores).
Calificación: 4 estrellas de 5.

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