Mucho ruido por nada: Shakespeare más vivo que nunca [CRÍTICA]
Mucho ruido por nada: Shakespeare más vivo que nunca [CRÍTICA]

“Mucho ruido por nada” es sin duda una de las comedias menores de William Shakespeare. Escrita probablemente entre 1598 y 1599, se hizo popular desde su estreno, sobreviviendo al paso de los siglos por su sencillo planteamiento. No es la historia de amor entre los virtuosos y opacos Claudio y Hero la que confiere vitalidad a la pieza. Tampoco los planes urdidos por don Juan, un villano bastante económico y finalmente ineficiente en términos teatrales. El ingenio de la obra recae por completo en los vibrantes diálogos e inevitable atracción entre Beatriz y Benedicto. Son ellos quienes desatan la batalla de los sexos en escena y finalmente toman la rienda dramática para aclarar la principal intriga.

Chela de Ferrari se encarga de dotar de vida a esta obra poco conocida en nuestro medio. Y el resultado es un triunfo escénico, porque a través de una lectura muy personal de la obra ha sabido recuperar elementos del pasado, conjugándolos con la actitud de nuestra era y con la suficiente madurez para poner sobre el escenario temas sociales de nuestro entorno sin hacer de ello un discurso panfletario. ¡Bravo por Chela de Ferrari! No solamente ha conseguido uno de los mejores trabajos del teatro peruano en años, sino que se consolida definitivamente como una gran directora por derecho propio.

En su búsqueda de las raíces shakespeareanas saltan a la vista dos elementos: la disposición del escenario, rodeado de público en la medida que La Plaza lo permite; y la elección de un reparto enteramente compuesto por hombres. Lo brillante es que dirige al elenco sin exigir comportamientos femeninos que distraigan la atención de la trama. Los actores a cargo se comportan como ellos mismos, asumiendo sin duda personalidades ficticias, pero sin el amaneramiento que un burdo montaje pudiera ofrecer. Un recurso histriónico que me recuerda al Cary Grant de “I Was a Male War Bride” (1949) y, sobre todo, a José Luis López Vásquez en “Mi querida señorita” (1972).

Su aporte sobre esta revisión se concentra en la adaptación del texto y en la incorporación como pieza fundamental de expresión, una banda sonora que incluye canciones de The Beatles y algunas baladas en español adaptadas a un ritmo especial. Un trabajo a cargo de Santiago Pillado-Matheu que no podemos dejar de celebrar. Basta recordar a Claret Quea interpretando “¿Por qué te vas”, de Jeanette, para entender cuán fundamental puede resultar un tema dentro de una determinada obra teatral más allá de si fue o no escrita para ella. Por supuesto, en términos escenográficos, el detalle de los vestidos de los personajes femeninos suspendidos sobre el escenario es oportuno emocionalmente y también como recurso visual para que la audiencia entienda que estamos a punto de entrar en la ficción.

A partir de entonces, cuando los actores entran y se visten para comenzar la historia, serán ellos el centro de atención durante toda la función. Como se trata de un elenco tan amplio es difícil poder escribir sobre cada uno. Pero sí podemos afirmar que muy pocas veces hemos tenido la oportunidad de encontrar un reparto tan bien ensamblado y que camina como un equipo de comienzo a fin. Todos contribuyen a mantener el ritmo, crear las tensiones, desatar las carcajadas y ofrecer ese sello de grandeza que “Mucho ruido por nada” tiene en La Plaza.

Como decía al comienzo, son Beatriz y Benedicto quienes soportan sobre sus hombros el mayor peso de la obra. Para que la obra funcione los actores elegidos tienen que ser los correctos. Sin ellos la obra naufragaría. Felizmente, los actores elegidos logran un gran trabajo. Pietro Sibile consigue un Benedicto muy completo. No solo es divertido, como todos proclaman en la obra, sino que es genuino al decir su parlamento y entregarlo como si se tratara de sus propias palabras. La réplica se la ofrece Paul Vega, quien asume a Beatriz con entereza y dignidad, logrando que el espectador la entienda en toda su verdad. Un trabajo soberbio. Con ellos, Sergio Gjurinovic logra hacer de Hero –un personaje bastante discreto y casi sin parlamentos– una verdadera creación. Durante toda la obra vive el personaje, no lo abandona ni en los momentos en que su presencia no es el centro de atención, y cuando estalla, el efecto es total.

No habíamos visto un Shakespeare tan vivo en mucho tiempo. Chela de Ferrari, junto a su equipo artístico y técnico, ha elaborado de esta manera el homenaje más emocionante para el Cisne de Avon.

AL DETALLE
Calificación: 4 estrellas de 5
Título original: “Much Ado About Nothing”.
Dramaturgo: William Shakespeare.
Dirección de esta versión: Chela de Ferrari.
Lugar: Teatro La Plaza (C. C. Larcomar).
De jueves a martes, 8 p.m.; domingo, 7 p.m.

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