La tarea de Mylène Pardoen, arqueóloga de paisajes sonoros, es ardua: intentar restituir la “particular sonoridad” de la catedral parisina de Notre Dame tras el incendio.
Al igual que la luz filtrada por las vidrieras o el olor muy particular de las velas, los sonidos de una catedral forman parte de su ADN.
La acústica de un lugar así depende de su arquitectura, de los materiales utilizados, del mobiliario elegido pero también del tejido urbano circundante. “Cada iglesia, cada catedral posee una acústica única y singular”, explica a la AFP esta ingeniera de investigación del Instituto de Ciencias del Hombre (ISH) de Lyon.
Un elemento de madera, por ejemplo, no sonará como una piedra. En Notre Dame, este cóctel único se incendió el 15 de abril cuando las llamas dejaron a la catedral con tres agujeros importantes en su bóveda.
“¡Ahora no hay sonido!”, explica Pardoen, sólo los ruidos exteriores, el bullicio de las máquinas, las aspiradoras...
De su primera visita a la catedral incendiada, en julio, la especialista recuerda el olor “de madera quemada, del plomo fundido” y la fuerte luminosidad debida a los agujeros en el tejado y la ausencia de vitrales.
La científica del CNRS, apasionada por la Historia, coordina el grupo acústico, que trabajará durante 5 años. El papel de estos expertos es identificar las mejores estrategias de restauración para que la catedral recupere su acústica inicial.
Para ello, Mylène Pardoen y su colega Brian Katz, acústico, disponen de un registro acústico de 2013, que será su punto de partida.
Retroceso en el tiempo
La ingeniera también “retrocederá en el tiempo” con la ayuda de especialistas e historiadores. Recreará el interior y el exterior de la catedral y deducirá “los ambientes sonoros de Notre Dame en una época determinada”.
“El órgano tiene que encontrar su esencia sonora”, explica Pardoen a título de ejemplo.
Un trabajo minucioso ya que la ubicación y el tamaño de las capillas han cambiado, los pasillos se han desplazado, las cornisas y el mobiliario han sido modificados. Incluso el tejido urbano de hoy es completamente diferente. El atrio, por ejemplo, era mucho más pequeño. “Todo ello repercute directamente en lo que se oye”, explica Pardoen.
Luego, utilizando un modelo virtual, los dos especialistas podrán calcular cómo cubrir los agujeros, orientando en particular a las canteras donde se recogerán las piedras destinadas a la reconstrucción de la bóveda. “Cuando sepamos quién ganó las diferentes licitaciones iremos a ver a los artesanos seleccionados. También verificaremos cada trabajo validado, ya sea en la bóveda o en cualquier otra parte, para readaptar el modelo si fuese necesario y decir qué puede ir dónde”, continúa.
Los expertos en sonido harán “recomendaciones”, aunque la elección final no dependerá de ellos. “El científico no tiene control sobre la política”, comenta.
Mylène Pardoen cree que podrá comenzar a hacer mediciones en la catedral entre finales de octubre y principios de noviembre. Hasta entonces, tendrá que encontrar la financiación necesaria, sobre todo para el material que no podrá salir de la catedral porque se “contaminaría”.
“No hay vínculo entre el dinero que ha sido donado y nuestros trabajos”, asegura.
Lo que es seguro es que ella y su equipo harán todo lo posible para que los sonidos recuperen su particularidad anterior al desastre. Especialmente para los coros y el órgano. “El instrumento se construyó casi a medida, para una acústica determinada. Se trata de nuestro patrimonio musical”, concluye la especialista.