En un acto de amor y dedicación, Dan Harris, un padre de 45 años de Peterborough, Reino Unido, decidió tatuarse el alfabeto completo en su brazo izquierdo. Lo que a primera vista podría parecer un tatuaje común, es en realidad un gesto profundo y significativo que tiene un propósito especial: asegurar que su hijo Joshie, un niño autista no hablante de 10 años, siempre pueda comunicarse con él, sin importar las circunstancias.
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Un gesto que trasciende las palabras
Joshie fue diagnosticado con autismo a los dos años y desde entonces ha utilizado un iPad, al que cariñosamente llama su “talker”, para comunicarse a través de palabras simples y pictogramas. Sin embargo, como cualquier dispositivo tecnológico, el iPad tiene sus limitaciones: puede quedarse sin batería, perderse o dañarse, lo que deja a Joshie sin una forma efectiva de expresar sus necesidades y deseos. Este miedo constante llevó a Dan a tomar una decisión que cambiaría la dinámica de su relación con su hijo.
“Joshie entra a mi habitación y toca mi brazo cada mañana para asegurarse de que el tatuaje aún está ahí. Está aprendiendo que es algo permanente y que no se va a ir”, comenta Dan. El alfabeto tatuado permite a Joshie señalar letras y formar palabras, un método alternativo que asegura que pueda comunicarse en cualquier momento, incluso si su dispositivo falla.
La importancia de una comunicación alternativa
Para Joshie, su “talker” ha sido una herramienta que ha transformado su vida, permitiéndole expresar lo que antes estaba atrapado en su mente. Sin embargo, el incidente en una playa en Escocia hizo que Dan se diera cuenta de lo vulnerables que eran como familia ante la dependencia de un solo medio de comunicación. “Una vez estábamos en una playa en Escocia y el talker se quedó sin batería. Joshie estaba desesperado tratando de decirnos algo, pero no pudimos entenderlo hasta que llegamos a casa y cargamos el dispositivo. Nos dijo que quería un helado, pero el momento ya había pasado”, relata Dan.
El tatuaje del alfabeto se convirtió en una solución complementaria, permitiendo a Joshie practicar la escritura y fortalecer su capacidad de formar palabras. En lugar de ser solo un respaldo, este método también le brinda a Joshie la oportunidad de interactuar de manera tangible y constante con su padre, reforzando su confianza y autonomía.
Una herramienta que conecta y empodera
Dan describe cómo el tatuaje no solo facilita la comunicación, sino que también sirve como una herramienta educativa para Joshie. “Él puede escribir mi nombre, su nombre, o construir frases sencillas. Es increíble ver cómo empieza a unir letras para formar palabras. Aunque no pueda verbalizar, Joshie entiende y sabe lo que quiere”, explica Dan.
Más allá de la utilidad práctica, el tatuaje se ha convertido en un símbolo de la conexión única entre padre e hijo, un recordatorio constante de la lucha y superación diaria de Joshie. Este gesto ha permitido a Dan no solo apoyar a su hijo, sino también inspirar a otros a entender y respetar las diversas formas en que los niños como Joshie pueden expresarse.
Una misión más grande: la lucha por la inclusión
El impacto de Joshie en la vida de Dan no se limita a su relación personal. Inspirado por las experiencias con su hijo, Dan fundó la organización benéfica Neurodiversity in Business, un grupo de voluntarios que busca transformar las oportunidades de vida de las personas neurodivergentes. Como fundador, Dan ha tenido la oportunidad de dialogar con figuras influyentes como el primer ministro Keir Starmer y de participar en eventos en las Naciones Unidas en París y Nueva York, donde ha compartido su visión sobre la importancia de la inclusión.
Joshie ha acompañado a su padre en algunas de estas ocasiones, demostrando con orgullo su capacidad de comunicarse a su manera. En una reunión en la ONU, utilizó su “talker” para decir: “Voy a la gran ciudad, tomo un taxi, tengo un gran desayuno”. Estas pequeñas victorias reflejan el impacto positivo que la comunicación alternativa ha tenido en su vida.
Rompiendo barreras y cambiando percepciones
Dan también ha trabajado para instalar 100 tableros de comunicación en Peterborough, diseñados para ayudar a personas autistas y otras personas no verbales a expresarse en espacios públicos. Sin embargo, no siempre ha sido fácil. Dan recuerda un incidente en el que una mujer criticó la presencia de estos tableros en un parque, argumentando que “arruinaban la naturaleza”. Esta experiencia resalta la falta de comprensión que aún existe sobre las necesidades de los no hablantes.
Dan concluye con una reflexión poderosa: “Como sociedad compasiva, debemos entender que no es que Joshie no quiera hablar, sino que simplemente no puede. La manera en que su cerebro se desarrolla es diferente, y eso no debería ser motivo de discriminación.”
Periodista. Estudió Comunicación en la Universidad de Lima. Diez años de experiencia en medios digitales. Actualmente se desempeña como redactor del Núcleo de Audiencias de El Comercio.