
Estar siempre cansado podría no deberse solo a dormir mal. Un reciente estudio publicado en la revista Neurology plantea que la fatiga constante podría estar vinculada a un accidente isquémico transitorio (AIT), también conocido como “miniictus”.
Este tipo de accidente ocurre cuando el flujo de sangre al cerebro se interrumpe por un corto tiempo, causando síntomas parecidos a los de un ictus, aunque suelen durar entre dos y 15 minutos. Aunque esos síntomas desaparecen rápidamente, el AIT puede ser una señal de advertencia de un ictus más grave en el futuro.
El estudio muestra que algunas personas que han sufrido un AIT siguen sintiéndose muy cansadas incluso un año después del evento.
“Las personas que han sufrido un accidente isquémico transitorio pueden presentar síntomas como caída de la cara, debilidad en los brazos o dificultad para hablar, que se resuelven en un día”, explicó el Dr. Boris Modrau, autor del estudio y médico del Hospital Universitario de Aalborg, en Dinamarca.

“Sin embargo, algunas personas reportaron problemas continuados, como una menor calidad de vida, problemas de pensamiento, depresión, ansiedad y fatiga. Nuestro estudio descubrió que, para algunas personas, la fatiga era un síntoma común que duraba hasta un año después del accidente isquémico transitorio”, agregó.
Para llevar a cabo la investigación, los científicos siguieron durante un año a personas que habían sufrido un miniictus. Los pacientes completaron cuestionarios sobre diferentes tipos de fatiga: general, física, mental, y sobre su nivel de actividad y motivación.
“La fatiga duradera era común en nuestro grupo de participantes en el estudio, y descubrimos que si las personas experimentan fatiga en las dos semanas siguientes a salir del hospital, es probable que sigan teniendo fatiga hasta un año después”, dijo Modrau.
También se observó que los pacientes que ya habían tenido ansiedad o depresión tenían el doble de probabilidades de reportar fatiga continua. Por otro lado, al hacer escáneres cerebrales, los investigadores notaron que la presencia de coágulos no variaba entre quienes sufrían fatiga y quienes no, lo que sugiere que otros factores pueden estar involucrados.

Aunque las respuestas de los participantes fueron autodeclaradas, lo que puede ser una limitación del estudio, los expertos coinciden en que un miniictus es una fuerte señal de alerta.
“Un ictus se produce cuando el déficit neurológico dura más de unas horas y es más o menos permanente”, explicó el Dr. Raphael Sacho, director de neurocirugía del Hospital Universitario Northwell Staten Island, en conversación con el New York Post.
A diferencia del ictus, el AIT no siempre deja señales visibles en las imágenes cerebrales.

Entre los síntomas más comunes del AIT están: debilidad o entumecimiento en un lado del cuerpo, visión borrosa o pérdida de visión, dificultad para hablar, mareos, pérdida de equilibrio, confusión, dolor de cabeza sin causa aparente, y hormigueo.
Para prevenir tanto el ictus como el AIT, los médicos recomiendan cuidar la salud cardiovascular, controlar la presión arterial, el colesterol y el azúcar en sangre, evitar fumar, hacer ejercicio, dormir bien y seguir una dieta saludable como la mediterránea.
Ictus: qué es, síntomas y tratamiento
MedlinePlus explica que un ictus, a veces llamado “ataque cerebral”, ocurre cuando se detiene el flujo de sangre a una parte del cerebro. Si el flujo sanguíneo se interrumpe por más de unos pocos segundos, el cerebro no puede recibir oxígeno ni nutrientes, y las células cerebrales pueden morir, causando daño permanente. Hay dos tipos principales de ictus: el isquémico, causado por un bloqueo en un vaso sanguíneo que irriga el cerebro, y el hemorrágico, causado por la ruptura de un vaso sanguíneo en el cerebro.
Los síntomas de un ictus suelen aparecer de repente e incluyen entumecimiento o debilidad repentina en la cara, brazo o pierna (a menudo en un solo lado del cuerpo), confusión repentina, dificultad para hablar o entender el habla, problemas repentinos de visión en uno o ambos ojos, dificultad repentina para caminar, mareos, pérdida de equilibrio o coordinación, y dolor de cabeza severo y repentino sin causa conocida. Es fundamental buscar atención médica de inmediato si se sospecha un ictus.
El tratamiento oportuno es esencial para minimizar el daño cerebral y aumentar las posibilidades de recuperación. El tratamiento varía según el tipo de ictus y puede incluir medicamentos para disolver coágulos en el caso de un ictus isquémico o cirugía para detener el sangrado en un ictus hemorrágico. La rehabilitación, que puede incluir terapia física, ocupacional y del habla, es una parte importante del proceso de recuperación después de un ictus.
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