
Desde el inicio de su segundo mandato, el presidente Donald Trump ha intensificado su política migratoria con una nueva ola de deportaciones masivas. Su gobierno afirma que está cumpliendo con la promesa de llevar a cabo “la mayor operación de deportación doméstica” en la historia de Estados Unidos. Para esto, ha recurrido a vuelos chárter, comerciales e incluso aviones militares, aunque estos últimos fueron suspendidos en marzo por su alto costo e ineficiencia.
Según la organización Witness at the Border, se han realizado más de 350 vuelos de deportación solo en los primeros meses del año. Estos vuelos, gestionados por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), pueden costar entre $8,500 y $27,000 por hora, dependiendo del tipo de operación. Además, Trump ha utilizado la Ley de Extranjeros Enemigos de 1798, una herramienta legal poco común, para deportar a más de 200 presuntos miembros del Tren de Aragua, banda señalada como terrorista, aunque con pocas pruebas claras presentadas públicamente.
Este nuevo enfoque ha provocado reacciones divididas: mientras algunos sectores lo ven como una acción firme contra la inmigración irregular, otros advierten sobre abusos de poder, falta de transparencia y consecuencias humanitarias graves.

¿Cuántas personas han sido deportadas y cómo se comparan los números?
Pese al despliegue mediático y operativo, las cifras de deportaciones no han alcanzado los niveles esperados. Aunque los cruces fronterizos han disminuido notablemente, los datos oficiales muestran que en febrero de 2025 se deportaron menos personas que en el mismo mes de 2024, bajo la presidencia de Joe Biden.
Durante su mandato, Biden deportó a alrededor de cuatro millones de personas, superando incluso a Barack Obama, quien fue apodado el “deportador en jefe”. La diferencia se explica, en parte, por el mayor volumen de llegadas en la frontera sur durante esos años. Trump, por su parte, ha enfocado su estrategia en deportar a personas con antecedentes penales o consideradas amenazas a la seguridad nacional, según explicó Tom Homan, exdirector de ICE y actual “zar fronterizo”.
Aun así, el impacto visual de los vuelos masivos y el lenguaje del gobierno han generado la percepción de una ofensiva más amplia de lo que reflejan los números reales.

¿A dónde están yendo los inmigrantes deportados por Trump?
Una de las preguntas clave es precisamente esta: ¿a qué países están siendo enviados los migrantes? Aunque muchos no regresan directamente a sus países de origen, la mayoría termina en naciones del continente americano. En marzo, más del 50 % de los deportados fueron enviados a El Salvador, Guatemala y Honduras, conocidos como el Triángulo Norte de Centroamérica, una región marcada por violencia, pobreza y crisis migratoria.
También se han registrado deportaciones hacia México, Colombia, Jamaica y países del Caribe. En algunos casos, los deportados no tienen vínculos directos con esos países, pero son enviados como parte de acuerdos bilaterales firmados por la administración Trump. Estos convenios buscan que ciertos países funcionen como puntos de tránsito o destino final, a cambio de cooperación económica o política.
Organizaciones de derechos humanos advierten que esta estrategia podría violar normas internacionales si los migrantes son enviados a lugares donde su seguridad no está garantizada. Además, critican la falta de información clara sobre el destino de muchos deportados y la presión que estaría ejerciendo EE. UU. sobre gobiernos con menos capacidad de respuesta.


Periodista deportivo egresado de ISIL y Máster en Gestión Deportiva en Johan Cruyff Institute. Cuento con 9 años de experiencia en medios digitales.