
En la primavera de 2023, una petición tan audaz como insólita comenzó a circular entre ciertos círculos financieros y de apuestas de alto nivel: un banquero londinense buscaba aliados para “desmantelar” la Lotería de Texas. Detrás de esta misión se encontraba un equipo global de apostadores profesionales que, lejos de la intuición o la suerte, operaban con precisión quirúrgica y estrategias matemáticas. Su blanco era un premio acumulado que, tras meses sin ganador, había alcanzado los 57 millones de dólares.
¿QUÉ PLAN IDEARON PARA GANAR LA LOTERÍA?
El plan parecía salido de una novela: alquilaron espacios en distintas ciudades de Texas, incluido un consultorio dental en desuso, y durante tres días ejecutaron una operación frenética. Utilizando docenas de terminales de impresión autorizadas por el estado, el equipo —acompañado incluso por algunos de sus hijos— imprimió millones de boletos las 24 horas del día. A una velocidad de más de 100 boletos por segundo, iban trazando el camino hacia el premio mayor.
Lo lograron. Se llevaron todo el premio. Pero el verdadero truco no estuvo en la impresión masiva, sino en la astucia con la que identificaron el momento y el lugar perfecto. Texas fue elegido por una razón clave: allí se vendían menos boletos que en otros estados, lo que reducía la competencia.
No necesitaban imprimir todas las combinaciones posibles, solo las suficientes como para cubrir una porción estratégica del espectro numérico sin caer en combinaciones populares como “123456” o fechas de cumpleaños, que podían atraer a otros jugadores y forzar una división del premio.

¿QUIÉNES FUERON LOS QUE IDEARON ESTE PLAN?
Los cerebros detrás del operativo eran dos australianos conocidos en el mundo del juego: Zeljko Ranogajec, apodado “el Joker”, y Bernard Marantelli, experto en apuestas matemáticas. Según el periodista Joe Wallace del Wall Street Journal, Ranogajec financió la operación mientras que Marantelli detectó la oportunidad. Su táctica no era nueva: habían ejecutado planes similares en hipódromos y casinos alrededor del mundo. Pero esta vez, su enfoque estaba en una lotería estatal, y encontraron un resquicio legal que les permitió actuar dentro de los márgenes.
La jugada generó una tormenta política y mediática. El vicegobernador de Texas, Dan Patrick, no tardó en calificarla como “el mayor robo al pueblo de Texas en la historia del estado”. Varios legisladores apuntaron directamente a la Comisión de Lotería de Texas, señalando que uno de sus empleados autorizó, sin el debido escrutinio, la distribución de las terminales necesarias para llevar a cabo la operación. Esa aprobación resultó ser el punto de entrada que el grupo necesitaba para ejecutar su plan con precisión milimétrica.

La Comisión ha iniciado investigaciones internas, y los Rangers de Texas también están involucrados. Como medida preventiva, en sorteos posteriores, cuando se sospechó que otros grupos intentaban repetir el esquema, se implementaron actualizaciones de software que imposibilitaron el mismo tipo de maniobra. Pero el daño ya estaba hecho, y las preguntas sobre la seguridad de las loterías estatales quedaron abiertas al público.
En cuanto a los ganadores, se han mantenido en el anonimato, amparados por la legislación de Texas que protege la identidad de los beneficiarios. El premio fue reclamado por una sociedad limitada registrada en Delaware, representada por un abogado en Nueva Jersey. En una declaración escrita, afirmó que todas las leyes y normas habían sido cumplidas al pie de la letra, y que su representado seguiría haciéndolo.

Periodista con experiencia en redacción y creación de contenido digital. Soy licenciado de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Trabajé en medios de comunicación y agencias de marketing. Experiencia también como fotógrafo en campos deportivos.