
En un inesperado giro discursivo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció su intención de lanzar un programa de “autodeportación” para inmigrantes indocumentados, asegurando que el gobierno federal les ofrecerá dinero y un boleto de avión para regresar voluntariamente a sus países de origen. “Les vamos a dar algo de dinero y un boleto de avión”, dijo el mandatario en una entrevista con Fox News. “Y luego vamos a trabajar con ellos —si son buenos— para que regresen lo más rápido posible”, agregó.
La propuesta sorprendió tanto a críticos como a simpatizantes, considerando que Trump ha construido buena parte de su legado político sobre una retórica migratoria de línea dura, que incluyó la promesa de realizar deportaciones masivas y construir un muro en la frontera con México. Pero ahora, al parecer, busca introducir una estrategia más matizada —o al menos más atractiva— para abordar el tema migratorio en su regreso a la Casa Blanca.

¿EN QUÉ SE CENTRA ESTE PLAN DE TRUMP?
El plan, todavía vago en sus detalles, apunta a separar a los inmigrantes indocumentados “buenos” de los “malos”. Trump subrayó que su enfoque actual se centra en expulsar a los “asesinos”, mientras que al resto se les invitaría a irse de manera voluntaria, con la promesa de facilitar su regreso si cumplen ciertos criterios. Esta categorización, sin embargo, plantea serias preguntas sobre quién decide quién es “bueno” o “deseado”, y con base en qué criterios legales o morales.
Durante la entrevista, la conductora Rachel Campos-Duffy le mostró a Trump un video de un inmigrante mexicano que llegó a Estados Unidos hace más de 20 años y que, aunque no tiene ciudadanía, expresó su apoyo al presidente. Trump, sorprendentemente, reaccionó con simpatía: “Este es un tipo al que queremos mantener”. Una afirmación que, viniendo de él, refleja una apertura inusual hacia ciertos perfiles de migrantes que antes habrían sido objeto de expulsión inmediata.
Este cambio de tono podría estar vinculado a las presiones del sector agrícola y hotelero, dos industrias clave en estados republicanos que enfrentan escasez de mano de obra. Trump lo dejó claro al mencionar que quiere ayudar a granjas y hoteles a cubrir sus vacantes. “Eso sería muy tranquilizador para los agricultores”, comentó, reconociendo por primera vez en mucho tiempo el valor económico que los inmigrantes aportan al país.

EL PLAN DE AUTODEPORTACIÓN NO DEJA DE GENERAR ESCEPTICISMO
No se han definido mecanismos claros sobre cómo funcionaría el programa, cómo se financiaría o qué garantías tendrían aquellos que acepten irse para regresar legalmente. Tampoco se ha especificado si se trataría de una política nacional obligatoria o voluntaria, ni cómo evitaría caer en perfiles discriminatorios o deportaciones injustas.
La idea de “hacer cómoda” la autodeportación, como la describió Trump, plantea además un dilema ético: ¿es realmente voluntario un retorno incentivado cuando las alternativas son la persecución, la detención o la separación familiar? Y más aún, ¿puede una administración que ha impulsado políticas de exclusión ganarse la confianza de quienes temen ser criminalizados por su estatus migratorio?

Periodista con experiencia en redacción y creación de contenido digital. Soy licenciado de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Trabajé en medios de comunicación y agencias de marketing. Experiencia también como fotógrafo en campos deportivos.