
El rugido de los caballos y el bullicio habitual del hipódromo Delta Downs en Vinton, Luisiana, se apagaron el pasado 17 de junio cuando una operación coordinada por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) transformó los establos en una escena de control policial. Más de 80 inmigrantes indocumentados fueron arrestados durante el operativo, que también involucró a la Patrulla Fronteriza, el FBI, la Policía Estatal de Luisiana y la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos.
Esta intervención masiva marcó el fin de una breve pausa en los arrestos en lugares de trabajo como granjas, hoteles y restaurantes. Según fuentes de ICE, las agencias actuaron tras recibir información de que varias empresas que operaban en el hipódromo empleaban a trabajadores sin autorización legal para laborar en Estados Unidos. La escena dejó una mezcla de temor, incertidumbre y silencio en una comunidad que hasta entonces se movía al ritmo de apuestas, carreras y rutinas laborales invisibilizadas.

ICE DESTACÓ QUE CAPTURÓ A INMIGRANTES CON ANTECEDENTES CRIMINALES
Aunque la mayoría de los arrestos estuvieron relacionados con violaciones migratorias, ICE señaló que también se identificaron individuos con antecedentes penales. Uno de los casos destacados fue el de Enrique González Moreno, un mexicano de 36 años que ingresó al país ilegalmente en al menos cuatro ocasiones. Durante su estadía, acumuló condenas por conducir ebrio, posesión de cocaína y reingreso ilegal. Este perfil fue utilizado por ICE para justificar la magnitud del operativo y sus implicaciones en la seguridad pública.
“El objetivo no es solo detener a trabajadores sin papeles”, declaró Eric DeLaune, agente especial a cargo de ICE HSI en Nueva Orleans. “También buscamos exponer otras formas de criminalidad como fraude, lavado de dinero o trata de personas”. DeLaune insistió en que estas acciones tienen un impacto positivo en la seguridad de las comunidades locales, aunque activistas y organizaciones civiles sostienen una visión opuesta: una comunidad aterrorizada no es una comunidad más segura.
En paralelo a la operación, ICE ha reafirmado que sus investigaciones de cumplimiento laboral buscan no solo identificar a inmigrantes indocumentados, sino también responsabilizar a las empresas que los contratan. Pero hasta el momento no se han reportado arrestos de empleadores ni sanciones a los propietarios de las empresas involucradas en Delta Downs. El silencio corporativo también fue notorio: el hipódromo, hotel y casino no respondió a las solicitudes de comentarios, manteniendo un perfil bajo en medio del escándalo.

ESTE OPERATIVO SE DIO EN UN CONTEXTO DE ALTA TENSIÓN NACIONAL
En los días previos, varias ciudades como Los Ángeles y Portland fueron escenario de protestas —algunas pacíficas, otras violentas— en contra de las políticas migratorias de la administración Trump. Las redadas, lejos de calmar los ánimos, parecen avivar el fuego de una nación dividida entre el endurecimiento del control migratorio y el reclamo por un trato digno para quienes buscan trabajar y vivir en EE.UU.
La imagen de agentes federales recorriendo establos, deteniendo a hombres y mujeres vestidos con botas de trabajo y gorras sudadas, contrasta con la idea de un operativo de alto riesgo. Para muchos, fue simplemente un castigo colectivo a quienes buscan sobrevivir en los márgenes de la legalidad, impulsados por necesidad más que por intención criminal. Pero para las autoridades, cada detención es un paso más en lo que describen como una cruzada por la ley y el orden.
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Periodista con experiencia en redacción y creación de contenido digital. Soy licenciado de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Trabajé en medios de comunicación y agencias de marketing. Experiencia también como fotógrafo en campos deportivos.