Las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) han vuelto a la escena con una fuerza implacable. Las imágenes de agentes irrumpiendo en hogares y comercios en Estados Unidos han inundado las redes sociales, presentadas como una victoria contra la inmigración ilegal. Sin embargo, detrás de las estadísticas hay vidas, familias y comunidades marcadas por la incertidumbre y el miedo. Recientemente el caso de un inmigrante que fue detenido en Puerto Rico ha generado todo tipo de opiniones.
El presidente Donald Trump prometió que deportaría a sus países a inmigrantes que hubieran cometido crímenes graves, pero hubo muchos extranjeros que fueron arrestados sin tener antecedentes criminales. La semana pasada, en una conferencia de prensa de la Unión Americana de Libertades Civiles en Puerto Rico, una de sus voceras condenó estas operaciones al considerarlas “racistas, selectivas, xenófobas, claramente inhumanas”.

EL TRISTE CASO DE UN INMIGRANTE QUE FUE DETENIDO EN PUERTO RICO
Juan Vega, un albañil sin antecedentes criminales, salió a comprar un aguacate para el sancocho que su esposa, Iris Lázaro, preparaba en casa. Pero nunca regresó. Los agentes de ICE lo detuvieron en el colmado y lo trasladaron a un centro de detención en Guaynabo. Su esposa recibió un escueto mensaje: “Negra, me llevaron detenido”. Desde entonces, la vida de Iris ha girado en torno a la angustia de no saber qué pasará con su esposo.
Ella fue hasta la oficina de ICE con su acta de matrimonio pero no le dejaron verlo. Tuvo que esperar a que le dieran a él una llamada de un minuto. “Unos 30 segundos se fueron llorando. No pudimos hablar ninguno de los dos, y los próximos 30 lo que pudimos hablar fue acelerado. Le dije: ‘Tienes una mujer que te ama y que te apoya, no te preocupes por nada, yo voy a resolver. Solo quiero que no firmes hasta que yo investigue’”, contó la mujer a Univision.
El caso de Vega ilustra una situación común: inmigrantes sin delitos graves que son detenidos en redadas masivas. A pesar de los intentos de Lázaro por apelar, las probabilidades de que su esposo pueda quedarse en Puerto Rico son escasas. Con lágrimas contenidas, decidió pedirle que firmara la salida voluntaria. Pero el hombre se resiste, aferrándose a la posibilidad de presentarse ante un juez de inmigración.
Si decide marcharse, su destino será incierto. Volverá a República Dominicana sin empleo, sin vivienda y separado de la mujer con la que construyó una vida en Puerto Rico. Lázaro, con la esperanza de reunirlos nuevamente, planea presentar la petición de familiar extranjero. Pero sus intentos anteriores fueron rechazados por un fallo en la entrega de documentos.

EN PUERTO RICO HAY TEMOR A QUE HAYA MÁS DETENCIONES
El miedo se ha instalado en el corazón de los barrios dominicanos en Puerto Rico. En las estaciones de tren y en las calles, se percibe la tensión. Algunos inmigrantes han sido abordados por agentes migratorios, quienes buscan acentos para determinar quién es “sospechoso”. En un territorio donde rigen las leyes de inmigración estadounidenses, el estatus de miles de personas pende de un hilo.
El rostro humano de estas redadas rara vez aparece en los titulares oficiales. Son historias como las de Vega las que nos recuerdan que detrás de cada detención hay una vida interrumpida, una familia fracturada y un sueño suspendido en el aire.

Periodista con experiencia en redacción y creación de contenido digital. Soy licenciado de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Trabajé en medios de comunicación y agencias de marketing. Experiencia también como fotógrafo en campos deportivos.