1 de 3Cuchita Galindo, la bella amazona que dio su vida por el deporte para el que había nacido. 16 de noviembre de 1967. Foto: GEC Archivo Histórico
Cuchita Galindo
Cuchita Galindo Doig, la amazona que dio su vida por esa pasión que era la equitación: saltando, sorteando vallas con maestría estética y remontando alturas sobre cada peligroso obstáculo. Nora Consuelo Galindo Doig, cariñosamente llamada 'Cuchita', era hija de Placido Galindo, un gran deportista que defendió los colores de Universitario de Deportes; y de quien heredó esa valentía deportiva y la afición por la práctica de un deporte difícil y arriesgado: el ecuestre. Fue así que se convirtió en la amazona que obtuviera no solo triunfos personales, sino también defendería con orgullo los colores deportivos de su patria: el Perú.
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Así informaba del accidente de ‘Cuchita’ Galindo en su portada un diario capitalino. 16 de noviembre de 1967. Foto: GEC Archivo Histórico
Cuchita Galindo
Desde muy pequeña, Cuchita fue escogiendo su destino, definiendo su personalidad y estrechando su pasión por los caballos. Apenas una niña, ya se afianzaba en la montura para cabalgar; sin embargo, con destreza y valor ella sabía superar una tras otra las más elevadas vallas con su impecable dominio sobre el caballo. Los éxitos logrados por esta niña amazona, hacían vibrar a los espectadores y asimismo a ser respetada por sus propios adversarios deportivos. Pero la mañana del 15 de noviembre de 1967, el destino le tendría una rutina diferente a la que solamente ella sabía esquivar junto a su corcel.
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el doctor Plácido Galindo, padre de Cuchita recibiendo las condolencias de amigos. 16 de noviembre de 1967. Foto: GEC Archivo Histórico
Cuchita Galindo
Nada hacía pensar en un fatal desenlace. La amazona de los ojos verdes, sobre su hermosa yegua fue tras el obstáculo insalvable, ése que solo su valor y decisión le podían ayudar a vencer, y así vino lo insostenible: el salto final, el último de su brillante carrera. Saltó y venció la valla, pero no pudo vencer la fatalidad. La yegua no respondió a la caída y terminó sobre el cuerpo de Cuchita. Han transcurrido 56 años, y todavía queda el recuerdo de Cuchita, viéndola sobre las pistas, cabalgando delicadamente sobre el fino corcel con gracia y dominio. Con esa pasión y ese amor por su deporte favorito, que le hacían entregarse sin medidas al deporte para el que había nacido y para el que entregaría su propia vida.