
Desde que fue puesto bajo custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), José Padrón consideró que sería su nuevo hogar, pues pasó varios meses sin sentir el calor de su familia. Poco a poco se estaba acostumbrando hasta que dicha pesadilla llegó a su fin. Después de cinco meses, este inmigrante pudo recuperar su felicidad.
En una conversación con Univision Atlanta, este padre de familia aún recuerda aquella vez que fue arrestado por los agentes federales de inmigración mientras prestaba servicios para una obra de construcción en Tallahassee.
“Cuando me detuvieron, yo le hablé llorando de tristeza, de desesperación, de coraje”, fueron las palabras de este hombre mexicano.

Nunca imaginó que una celda sería su nueva habitación y pasaría por muchos meses. Si bien había motivos suficientes para rendirse y pensar en una ‘autodeportación’, sus hijas fueron el motor para seguir luchando.
“No hubo día en que no las llamara. Eso era lo que mantenía a mí. Si ellas están bien, yo estoy bien”, añadió José, quien ha vivido durante dos décadas en Estados Unidos.

Una experiencia dolorosa
José ha demostrado ser un ejemplo de resiliencia. Él cuenta que los propios efectivos del centro de detención de Texas, lugar donde estaba recluido, le dijeron que era casi imposible adquirir la libertad bajo fianza; es decir, debía aceptar la salida voluntaria.
También recuerdas las pésimas condiciones para vivir en dicha prisión para inmigrantes. Según sus palabras, convivía junto a otros 84 detenidos en una celda, lo que resultaba incómodo.
Si bien la pesadilla llegó a su fin, aún le queda un largo camino a José Padrón para que su estancia en Estados Unidos esté regularizada. Por el momento, está tramitando su permiso de trabajo, pero su objetivo principal es conseguir su residencia americana.

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