El videoarbitraje llegará a usarse en la Copa Libertadores 2017 desde las últimas fases (Foto: AFP)
El videoarbitraje llegará a usarse en la Copa Libertadores 2017 desde las últimas fases (Foto: AFP)
Guillermo Oshiro Uchima

Errar es humano, de ese tema saben bien los árbitros, los mejores especialistas en esa materia. A ellos nunca se les aplaude, tampoco se les recuerda por sus aciertos –para eso están, les dirán– y siempre se les remarcarán sus yerros que traen como cola un sinfín de calificativos que dudan de su honorabilidad. No hay árbitro bueno, y en el mejor de los casos recibir el calificativo de malo lo libra de peores pecados. Se le pide ser omnipresente, estar siempre en la mejor ubicación para verlo absolutamente todo y resolver cada situación confusa con prontitud para no dar pie a los murmullos, sin dudas ni equivocaciones. En síntesis, se les pide tener dos ojos de halcón y ser infalibles en sus cobros como verdaderos robots.

El clásico del fútbol español –como los últimos duelos de Champions– puede ser el mejor ejemplo para graficar el maltrato a los ex jueces de negro. Nadie queda contento si el resultado no termina favoreciéndolo. Diarios catalanes remarcan los ‘favores’ al Real Madrid, mientras los medios de la capital expresan su repudio por los fallos que beneficiaron al Barcelona. Nadie discute en absoluto que hay equivocaciones tan enormes como el Camp Nou o el Santiago Bernabéu, pero de ahí a elucubrar teorías conspiratorias parece demasiado. El árbitro es el mejor chivo expiatorio para ocultar los errores propios. Solo se termina hablando de su actuación y no del juego en sí. Dejamos pasar la oportunidad de destacar el vibrante 2-2, del espectáculo que alimenta el amor por este deporte para responsabilizar a otros del triunfo que no fue.

La solución es sencilla, aunque hay quienes se resisten a verla: el VAR. Curiosamente el fútbol es una de las disciplinas modernas que más dinero genera pero que menos se apoya en la tecnología para eliminar gran parte de esas injusticias que repudiamos. El básquet, el fútbol americano, el tenis y el vóley, solo por citar otros deportes populares, ya incluyeron con eficacia la ayuda del video para resolver situaciones polémicas. Es verdad que el balompié es más complejo, que tiene más reglas y que muchas veces dependen de la interpretación del árbitro. Sin embargo, no se puede descartar el uso del videoarbitraje bajo la excusa de su demora en la ejecución o la mala utilización del propio juez.

Me parece sí que habría que cambiar algunas reglas para una mayor eficacia. Por ejemplo, cada equipo debería tener una cantidad limitada para pedir el uso del VAR –al margen de las que decida el propio árbitro según su criterio– para resolver algunas jugadas que considere polémicas y no necesariamente las ya establecidas como supuestos goles, penales, tarjetas rojas o confusión en la identidad de los jugadores. La otra podría ser que, sin quitarle la autoridad absoluta al juez principal, los tres asistentes ubicados en la cabina de televisión deberían tener mayor poder de decisión. Al contar con varias pantallas y distintos ángulos, la mirada de los asistentes en cada jugada es más efectiva, más aguda y con menos margen de error. En este caso la función de ellos no sería solo avisar a su colega en la cancha para que vea las imágenes, sino también tomar la decisión del fallo, lo que sin duda agilizaría el cobro.

La FIFA ya abrió las puertas del VAR para Rusia 2018 y seguramente su efectividad no será absoluta. Habrá más polémicas. Pero la tecnología servirá como el ojo de halcón que no suele tener el juez principal en la cancha

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