Aleksandr Golovin fue la figura en la goleada de Rusia ante Arabia Saudita. (Foto: AP)
Aleksandr Golovin fue la figura en la goleada de Rusia ante Arabia Saudita. (Foto: AP)
Aldo Cadillo

Golovin tiene 22 años y acaba de brillar en el partido entre y Arabia Saudita por el . Con un golazo de derecha, siendo zurdo y, dos asistencias memorables, su historia de vida toma más relevancia. El futbolista, que es la promesa del país organizador, se formó en las gélidas tierras de Siberia, una de las zonas más frías del planeta.

Las condiciones climáticas de su ciudad natal Kaltan, en la inhóspita región de Siberia, favorecieron para que Aleksandr Golovin desarrolle su talento. Con la única cancha de Kaltan llena de hielo, Golovin se tuvo que refugiar en las losas de fútbol sala para jugar el deporte que más ama. De ahí que sea tan bueno en espacios reducidos, hábil pegado a la banda y talentoso en el uno contra uno.

En Kaltan, lugar donde nació, la principal actividad es la minería,quizá por eso Golovin se muestra en el campo como un obrero rebelde que va en busca de crear opciones de gol.

Reclutado por las filas del CSKA Moscú, el nombre de Golovin ya suena en los grandes clubes de Europa: Barcelona, Juventus y Manchester United. Más el gran talento mostrado en el Rusia frente a Arabia Saudita, las credenciales -y los números- de esta joven promesa de 22 años ya tocan la puerta de los gigantes.

Admirador de Zinedine Zidane y del Real Madrid - el de los galácticos-, Golovin creció mirando al mediocampista francés. Inspirado en sus piruetas y en el control del balón, el volante ruso trata siempre de imitar a su ídolo. Mostró su talento en la Champions League Young, una versión del torneo para jugadores jóvenes de los clubes europeos, y le valió la atención de algunos equipos del viejo continente.

Golovin mostró gran despliegue en el cotejo entre Rusia y Arabia. Con once kilómetros y más, fue el jugador que más tránsito en el campo de juego. El del fútbol profesional. Ese que tiene a la bóveda celeste como tejado. Lejos del fútbol sala, el hijo de Siberia calentó las gargantas de los rusos que gritaron su gol y se maravillaron con sus dos fantásticas asistencias

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