Cuando la británica Kate Osborne desapareció mientras vivía en Bali, se rumoreó que era un asunto relacionado con las drogas. Ahora, 15 años después, su madre Liz dice que la familia tuvo que aceptar que tal vez nunca sepan lo que realmente sucedió.
“No hay una parte de mí que no crea que todavía pueda estar viva”, dice Liz Osborne en el programa Victoria Derbyshire de la BBC.
Su hija, Kate, fue vista por última vez en la isla indonesia de Bali en abril de 2003, a los 34 años.
Pero a pesar de una investigación de la policía de Reino Unido y la contratación de detectives privados, nunca se encontró rastro de lo que le pasó.
Teorías diferentes relacionaron su desaparición con las drogas o con una aventura amorosa que se decía tenía su novio en ese momento.
Kate se mudó a Bali en 2001, después de haber estado viajando por Indonesia.
“Le encantaba viajar y conocer diferentes partes del mundo”, dice Liz.
Sin embargo, después de un ataque con bomba en el destino turístico en 2002, que mató a 202 personas, incluidos 27 británicos, había comenzado a hacer planes para regresar a Reino Unido.
Pero de repente, la comunicación con su familia se detuvo.
“Me enojé y luego me preocupé”, dice Liz, recordando cómo sus temores crecieron con cada mensaje de voz sin respuesta.
“No tuvimos noticias de Kate durante tres semanas”.
Y esa falta de comunicación “no era normal en el patrón de contacto que teníamos con ella”.
En busca de ayuda
Después de expresar sus preocupaciones a sus amigos, Liz decidió buscar ayuda contactando al Ministerio de Relaciones Exteriores británico, que ahora describe como “inútil y lleno de clichés”.
El Ministerio le dijo a la familia de Kate que “el personal hace todo lo posible para ayudar a los británicos que piden consejo y asistencia”.
Liz dice que a medida que pasaban las semanas sin saber nada de Kate, sentían que “algo estaba muy mal”, y creyeron que ella había muerto.
“Se rumoreaba que los peruanos tenían algo que ver con eso, ya que José, el exprometido y novio intermitente de Kate (que tenía varios alias), era peruano y muchos argumentaron que los sudamericanos estaban por encima de la ley en Bali”.
La policía de Reino Unido tomó el caso, “pero por supuesto nadie iba a hablar (con ellos)”, dice Liz.
José se vio envuelto en un caso de tráfico de drogas y Kate se puso en contacto con el FBI en 2002, cuenta Liz, diciéndoles “lo que sabía que estaba sucediendo con la distribución de drogas en Bali y les dio los nombres de personas que estaban involucradas”.
“Asumimos que ellos (los involucrados en el mundo de las drogas) se deshicieron de Kate porque era peligrosa para ellos, porque podría exponerlos o simplemente era una molestia”.
“Ella también tenía una relación volátil con José, así que supongo que para ellos ella era una amenaza para lo que estaban haciendo”.
Sin evidencia
Liz elogia el trabajo de la policía de Cumbria, Reino Unido, pero dice que fue obstaculizada por las autoridades de Bali, que no aceptaron que se hubiera cometido un crimen “sin pruebas, ni el cuerpo de Kate”.
La policía de Reino Unido quería desenterrar el jardín alrededor de la casa de Kate, pero las autoridades locales no lo permitieron, agrega.
Sin embargo, tres años después de que Kate fuera vista con vida por última vez, surgió una nueva hipótesis: un informante contactó a Liz y a su esposo.
“Nos dijeron quién había matado a Kate y que era una mujer que había tenido una aventura con José”, dice.
“Kate aparentemente se enfrentó a la mujer y amenazó con decírselo a su marido, entonces ella la mató”.
Liz cuenta que tuvo que pagar el viaje del informante al Reino Unido para que pudiera ser interrogado por la policía, que no pudo concluir qué había sucedido.
Y los investigadores privados que más tarde contrató la familia no descubrieron mucho más de lo que había hallado la policía de Cumbria.
La familia tuvo que aceptar que nunca sabrá qué causó la desaparición de Kate.
Liz cree que nunca encontrarán el cuerpo de su hija, pero dice que “ya no es importante para nosotros saber qué le pasó”.
“Te consume y tienes que dejarlo ir”, dice.
En cambio, ella escribió un libro para recordarla.
“Nadie puede quitarnos los maravillosos años que pasamos con Kate: la alegría, la calidez que le dio a nuestras vidas”.
“Ella está con nosotros todo el tiempo. Nos motiva a continuar y vivir nuestras vidas”, dice.