Desde febrero, Arabia Saudita se ha convertido en un orgulloso anfitrión. Su capital, Riad, es ahora el punto neurálgico de las negociaciones más complejas de los últimos años, y ha colocado su confianza en la mesa para que funcionarios rusos, ucranianos y estadounidenses intenten ponerse de acuerdo en acabar con una guerra que ya sobrepasó los tres años.

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