Brasilia. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, cumple hoy 68 años en momentos en que su Gobierno atraviesa el momento más crítico desde que se convirtió en la primera mujer en presidir del país, en enero del 2011.
La máxima expresión de la crisis es el proceso con miras a su destitución que se tramita en la Cámara de Diputados desde el pasado 2 de diciembre, cuando el presidente de la Cámara Baja, Eduardo Cunha, admitió un pedido de impugnación de su mandato que se basa en maniobras contables destinadas a maquillar la situación fiscal del país en el 2014, año electoral.
El proceso está en suspenso hasta el miércoles, cuando el Supremo Tribunal Federal analizará un recurso que interpuso el Partido Comunista do Brasil (PCdoB) -aliado del Gobierno-, en el que cuestiona la forma como el mismo se ha tramitado en el Congreso.
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Pero el proceso no es el único de los males que aquejan al Gobierno de la ex guerrillera, quien fue presa política y torturada durante la dictadura militar brasileña (1964-1985).
Los indicadores económicos muestran niveles de desempleo que afectan hoy a casi nueve millones de personas, una inflación que se ubica en 8,49% según un informe reciente del Banco Central (casi el doble del centro de la meta oficial que es de 4,5 por ciento al año), y una contracción económica -ya admitida por el Gobierno- equivalente al 2,8% del Producto Interno Bruto (PIB) para este año.
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En paralelo, y como una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento, se desarrolla la operación Lava Jato, que desmanteló una gigantesca trama de corrupción que operó en Petrobras en la época en que Dilma Rousseff presidía el Consejo de Administración de la petrolera estatal.
Están involucrados en la trama políticos del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) y de partidos aliados, y ex ministros de su Gobierno.
Todo esto ha conspirado para que la hija de un inmigrante búlgaro y una brasileña, nacida en Belo Horizonte el 14 de diciembre de 1947, sea hoy la presidenta con menor respaldo popular de la historia reciente del país.
Según sondeos, desde mediados de año sólo aprueban a Dilma Rousseff cerca del 10% de los electores, mientras que casi el 80% piden su salida.
Entre los principales promotores de la debacle del segundo Gobierno de Rousseff, e incluso por delante de la oposición, están sus aliados: legisladores que integran la coalición oficialista y que, muchas veces comandados por Cunha, han sido promotores de las principales derrotas que sufrió en el Congreso desde que asumió el 1 de enero.
Estas derrotas estuvieron relacionadas, fundamentalmente, con las medidas de ajuste fiscal que el equipo económico intentó poner en marcha para sacar a la economía del pozo.
Boicoteadas unas y matizadas otras, las medidas de austeridad fueron aprobadas a destiempo y con alteraciones que muchas veces actuaron en contra de los intereses del Ejecutivo. Muchas de ellas, incluso algunas consideradas clave, todavía están en trámite y su aprobación no está garantizada.
Esa "ingobernabilidad" con la que sus aliados, comandados muchas veces por el jefe de Diputados, han "maniatado" al Gobierno, golpeó a tal punto la situación económica del país, que la agencia de calificación de riesgo Standard & Poor's la mencionó en septiembre, cuando justificó su decisión de quitarle al país el grado de inversión.
En la víspera de su cumpleaños, Dilma Rousseff tuvo una suerte de respiro: las marchas convocadas para defender su destitución tuvieron una asistencia mucho menor que las tres realizadas desde marzo pasado.
#Brasil: Protestas contra #DilmaRousseff pierden fuerza https://t.co/kmyZQM0egu pic.twitter.com/CWNJahPCR9
— Mundo El Comercio (@Mundo_ECpe) diciembre 13, 2015
No obstante, la crisis sigue en auge: el proceso en su contra, aunque parado por el momento, proseguirá en el Congreso, y Brasilia está en vilo a la espera que la Policía Federal y la Fiscalía divulguen los nombres de los políticos, en su mayoría oficialistas, que están involucrados en el escándalo en Petrobras.
Un panorama sombrío para quien tiene todavía tres años de Gobierno por delante, siempre que naufrague el proceso para quitarla del poder.
No en vano su mentor político Lula da Silva utilizó su cuenta en Facebook para felicitarla por cumpleaños y también para desearle "mucha disposición para seguir defendiendo los intereses de Brasil y de los brasileños hasta el 2018".
Fuente: DPA
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