
Esta semana el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sugirió que su país debe tomar control la Franja de Gaza a largo plazo y que los palestinos deben abandonar el enclave y ser reubicados en naciones vecinas. A pesar del enorme rechazo internacional, el líder republicano mantiene su postura, aunque la ha matizado, por ejemplo, señalando que no habrá intervención militar estadounidense y que el traslado de los palestinos sería temporal.
Los palestinos y una inmensa mayoría de países se oponen a la propuesta de Trump, temiendo que Israel impida el retorno de los refugiados y que esto desestabilice la región. Egipto, una de las naciones señaladas por Trump para acoger a los palestinos, advirtió este jueves 6 que el plan podría afectar su tratado de paz con Israel, clave para la estabilidad en Medio Oriente y la influencia de EE.UU. en la zona.
Human Rights Watch, con sede en Nueva York, y otros grupos señalan que, de implementarse la propuesta de Trump equivaldría a una “limpieza étnica”, es decir, la reubicación forzosa de la población civil de un grupo étnico en un área geográfica.
Las contradicciones en EE.UU.
Ante el estupor de la comunidad internacional, la Casa Blanca no ha dudado en salir al paso para rebajar o desradicalizar el plan de Trump.
“Lo único que ha hecho el presidente Trump, muy generosamente, es ofrecer la voluntad de Estados Unidos de intervenir en Gaza y limpiar los escombros, toda la destrucción que hay en el terreno y las municiones sin explotar, para que luego la gente pueda regresar”, aseveró en las últimas horas el secretario de Estado, Marco Rubio.

Según Rubio, el presidente quiere reconstruir la zona, en la que se acumulan 42 millones de toneladas de escombros tras quince meses de guerra. Luego, los gazatíes podrían retornar. No obstante, más de dos millones tendrán que mudarse “temporalmente” mientras se produce la reconstrucción. Se trataría, pues, de una reubicación temporal. Para la nueva administración, Gaza es “similar a un desastre natural”, donde la gente no puede vivir.

“La idea de que Estados Unidos tome el control de Gaza es una propuesta muy propia de Trump”, señaló el internacionalista Marco Carrasco en el programa El Mundo Ahora de El Comercio.
“Es algo que ha venido trabajando de manera personal, aunque haya incorporado algunas sugerencias de sus asesores. Sin embargo, esta iniciativa sigue siendo bastante particular y característica de su estilo de gobierno”, comenta el también docente de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
“A diferencia de otras decisiones que suelen pasar por un comité de asesores y múltiples revisiones, Trump actúa de manera muy personal en distintos ámbitos, no solo en política internacional, sino también en temas como la política arancelaria. A partir de ahí, son sus asesores quienes tratan de suavizar o reinterpretar sus declaraciones, como está ocurriendo con su propuesta sobre Gaza. Ahora, por ejemplo, se ha intentado recalcar que se trata de una relocalización temporal”, agrega.
Por su parte, el analista internacional Roberto Heimovits, especialista en relaciones internacionales, cuestiona la viabilidad de la propuesta.
“No es una propuesta realista. Ningún país árabe, ni Egipto ni Jordania, está dispuesto a recibir a los palestinos desplazados. Además, esto desvía la atención de temas clave como la erradicación de Hamás, la liberación de rehenes israelíes y la reconstrucción de Gaza”, comenta.
El experto también advierte que la propuesta de Trump puede fortalecer políticamente a Hamas, lo que haría aún más difícil llegar a un acuerdo de paz en la región.
“Hamas, que era visto como el responsable de la guerra, ahora puede pintarse como defensor de los palestinos frente a esta propuesta de erradicación. Este acuerdo ya era muy difícil y desbalanceado a favor de Hamas, y cualquier cosa como esta propuesta sorpresiva puede sacarlo de carril”, señala Heimovits.
La postura de Israel
El Gobierno de Israel ha acogido con entusiasmo el plan de Trump y la posibilidad de que el enclave palestino quede bajo control estadounidense para proceder después a su reconstrucción. El ministro de Defensa, Israel Katz, se ha puesto de inmediato manos a la obra y este jueves 6 pidió al Ejército que prepare ya la expulsión —“salida voluntaria”, lo ha llamado él— de los gazatíes.

El ala más radical de la coalición que sustenta el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu ha expresado poco después su apoyo al anuncio del ministro.
“El objetivo es dejar salir a cualquier residente de Gaza que lo desee, a cualquier país que quiera aceptarlos”, detalló Katz en un comunicado.
El plan, prosiguió, “incluirá opciones de salida a través de pasos terrestres, así como arreglos especiales para salidas por mar y aire”.
Cabe recordar que en la Franja de Gaza viven alrededor de 2,4 millones de gazatíes, quienes no pueden dejar este territorio asediado por Israel y devastado por la guerra que comenzó el 7 de octubre de 2023 con el feroz ataque de Hamas contra el Estado hebreo.
Respuesta internacional y oposición árabe
El plan de Trump considera reubicar a los palestinos en “bonitas casas” que se construirán en terrenos cedidos por países árabes como Jordania o Egipto. Sin embargo, este último ve con mucha preocupación tamaña propuesta.
Si bien el presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, no ha respondido públicamente, funcionarios de su país han declarado anónimamente que, en reuniones a puerta cerrada, El Cairo ha dejado claro al gobierno de Trump y a Israel que se opondrá a cualquier propuesta de este tipo, y que el acuerdo de paz con Israel —que ha perdurado casi medio siglo— está en peligro.
El mensaje habría sido entregado a Washington y a sus aliados occidentales y sería muy claro: Egipto tomaría muy en serio el plan y lo vería como una amenaza a su seguridad nacional.
Por su parte, Arabia Saudita reafirmó su postura de que no establecerá vínculos con Israel sin la creación de un Estado palestino.
Esta posición es “firme e inquebrantable”, expresó el Ministerio de Asuntos Exteriores del país en un comunicado publicado después de la conferencia de prensa de Trump y Netanyahu.

Mientras tanto, el secretario general de la ONU, António Guterres, reivindicó “el derecho de los palestinos a vivir (...) en su propia tierra” y alertó contra “cualquier forma de limpieza étnica”.
En cuanto a los habitantes de Gaza, muchos de ellos desplazados durante el conflicto, también descartan hacer las maletas ahora que la tregua les permitió volver a sus casas, o a lo que queda de ellas tras más de 15 meses de conflicto y de bombardeos israelíes.
Heimovits también pone en duda la idea de reconstruir Gaza sin antes resolver el problema del control político del territorio:
“Nadie va a querer invertir tiempo, esfuerzo y dinero para reconstruir la Franja si a los dos años Hamas vuelve a lanzar otra guerra contra Israel y todo lo reconstruido es destruido nuevamente”, señala.
En esa línea, Heimovits sostiene que la única solución viable sería reemplazar a Hamas en el poder:
“Si Hamas sale de Gaza, se podrían coordinar esfuerzos con la Autoridad Palestina, con apoyo de países árabes como Qatar y Egipto, para reconstruir la zona y hacerla económicamente viable. Sin embargo, eso es muy difícil, porque Hamás no tiene la menor intención de ceder el control”.