
La imagen era más que elocuente. Los hombres más ricos y poderosos del planeta estaban en primera fila en la Rotonda del Capitolio para presenciar a pocos centímetros de distancia la investidura de Donald Trump como nuevo presidente de Estados Unidos. El mensaje fue potente: mostrar al mundo la nueva alianza entre el flamante gobierno y las gigantes tecnológicas, las empresas multimillonarias que más influyen en nuestro día a día.
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Mark Zuckerberg (Meta) compartió tribuna con Jeff Bezos (Amazon), Sindar Punchai (Google), Tim Cook (Apple) y Elon Musk, quien no solo posee la fortuna más grande, sino que ha sido un entusiasta donante en la campaña de Trump y estará a cargo del Departamento de Eficiencia Gubernamental, creado para optimizar el funcionamiento y presupuesto de las instituciones federales. Entre los invitados especiales también estaban Sam Altman, el hombre que maneja la empresa más importante de inteligencia artificial y el CEO de TikTok, Shou Zi Chew, así como los más prominentes empresarios de Silicon Valley, que le quitaron protagonismo -y asientos- a los legisladores y ministros de la nueva administración.
Su presencia no solo se trató de un mensaje simbólico, sino fue una señal concreta y palpable de que estas empresas -que manejan nuestros datos, nuestras ubicaciones, conocen lo que comemos, de lo que nos enfermamos, nuestros gustos y disgustos- tienen un importante poder político. Si ya lo tenían, ahora será exponencial.
“Es un mensaje de alianza política, de decir que los que están en primera fila son tus aliados, pero a los que también vas a observar de cerca. Son como ‘frenemies’, amigos y enemigos al mismo tiempo pues se necesitan mutuamente”, comenta a El Comercio la economista argentina Cecilia Rikap, docente en University College London y directora de investigación del Instituto para la Innovación y el Propósito Público (IIPP) de ese centro.

“Trump quiere tenerlos como aliados porque son parte de su narrativa ‘Make America Great Again’ y de que en Estados Unidos están los paladines de la innovación que, al mismo tiempo, son abanderados del poder hegemónico de EE.UU. en todo el mundo. Y para estas empresas, tener el respaldo de Trump es importante, sobre todo en negociaciones con gobiernos de otros países. Entonces, estas empresas y la administración Trump se refuerzan una a la otra, pero al mismo tiempo habrá una tensión muy fuerte de quién gobierna y pone las reglas en el capitalismo digital, en las redes sociales y en la inteligencia artificial”, agrega la especialista, que además ha asesorado al gobierno de Brasil en su estrategia de soberanía digital.
Cambio de camiseta
Un dato más que relevante es el viraje que han tenido algunos como Zuckerberg o Bezos, que hasta hace muy poco fueron importantes donantes de las campañas demócratas y muy críticos de Trump. Musk, por ejemplo, no apoyó al actual presidente en las primarias republicanas, sino a su rival, el gobernador de Florida, Ron DeSantis. ¿Un cambio ideológico o solo asunto de negocios?
- 1 millón de dólares aportaron cada una de las ‘big tech’, como Amazon, Meta, Microsoft y Google, para la ceremonia de investidura de Trump del pasado 20 de enero.
- 260 millones de dólares aportó Elon Musk a la campaña electoral de Trump
“En los últimos cuatro años, con el gobierno de Biden, la industria tecnológica en general ha sido maltratada, con un ataque sistemático a todas las empresas, sacando legislaciones que ponían múltiples regulaciones”, señala desde San Diego el científico peruano Ragi Yaser Burhum, CEO de AmigoCloud Inc. “En la tecnología y la innovación hay dos elementos muy importantes: la meritocracia y la eficiencia. El principal objetivo de cualquier empresa tecnológica es optimizar recursos. Pero las regulaciones y las políticas de DEI (diversidad, inclusión y equidad), y los juicios que han generado, han provocado una persecución directa a las empresas de tecnología y las han desacelerado”, añade el experto en computación y ‘startups’.
Para Burhum ese es uno de los factores que motivaron que muchos de estos directivos de estas empresas se alejaran de los políticos demócratas, y optaran por adherirse a Trump, pese a que el actual presidente, en su primer mandato, fue muy crítico de los empresarios de Silicon Valley. No olvidemos que Zuckerberg le canceló las cuentas de Facebook e Instagram al mandatario tras la Toma del Capitolio en el 2021, que también se quedó sin Twitter en esa fecha (antes de que la compañía pasara a manos de Musk) por “incitar al odio” en sus redes sociales.

“Estas empresas se decidieron alinear con el gobierno de Trump porque les va a permitir seguir expandiendo su poderío más allá de las redes sociales. Porque las redes son una parte chiquita del negocio, pues la mayor parte está en la nube y en los servicios que estas empresas venden ahí”, expresa Rikap. “Entonces estas grandes empresas de tecnología le hacen un guiño a Trump, aunque no opinan igual que él en todo, o no tienen sus mismos objetivos, pero prefieren alinear posiciones para sacar el mejor partido”.
La influencia que se viene
El presidente no cesa de decir que ya empezó una “nueva era” con su regreso a la Casa Blanca. Y qué mejor, si su retorno viene de la mano de los empresarios más influyentes del mundo. Pero si por ahora hay luna de miel, eso no quiere decir que la relación seguirá viento en popa durante los próximos años.
“Yo creo que será un toma y daca permanente, de un ejercicio constante de la diplomacia en el poder entre el gobierno de Trump y estas empresas que operan como gobiernos privados. Esta situación política es muy compleja y sofisticada y se van a librar múltiples batallas y va a ocurrir que en algunas van a operar juntos. En la batalla contra China, por ejemplo”, dice Rikap desde Londres.
- El presidente Trump emitió el jueves una orden ejecutiva para apoyar el crecimiento de la industria de las criptomonedas. Su administración está considerando establecer una reserva nacional de monedas digitales.
- Trump y su familia tienen especial interés en las criptomonedas, donde tienen importantes inversiones personales.
Y acá viene uno de los aspectos claves de los próximos años: el desarrollo de la inteligencia artificial. En su primer día en la Casa Blanca, Trump anunció la creación del proyecto Stargate, una alianza entre el holding japonés SoftBanck, Oracle y Open AI, del joven empresario Sam Altman, para invertir en los próximos cuatro años hasta 500 mil millones de dólares en infraestructura para inteligencia artificial, para así acelerar la investigación y el desarrollo de tecnología, en una abierta carrera con China.

Por eso, para Burhum es importante que Washington tenga de su lado a la industria de la tecnología pues es la que está manejando la innovación en los temas de inteligencia artificial. “Esta revolución va a suceder sí o sí, esto se tiene que tomar como una realidad. Es una carrera, como lo fue la carrera espacial o el desarrollo de la bomba atómica”, expresa.
Los tecnócratas más famosos de mundo están caminando, por ahora, sobre la alfombra roja hasta la Casa Blanca. Sus negocios y sus millones van de la mano con sus ansias de seguir innovando, sin dejar de acumular poder. Trump los dejará, siempre y cuando no lo opaquen o contradigan.