En partes de California y Arizona el muro corre a través de desiertos rocosos, dunas de arena y tierras agrícolas.
El muro separa pueblos y familias, marcando un límite entre dos territorios que alguna vez fueron uno solo. Los ajetreados cruces de frontera y los letreros escritos en español y en inglés dan testimonio de una interdependencia que aún existe en esas ciudades partidas en dos, poblaciones mineras decadentes y puestos de arte excéntrico que salpican el árido paisaje.
La frontera entre Estados Unidos y México se expande unos 3.000 kilómetros entre San Diego, California, y Brownsville, Texas.
Es monitoreada las 24 horas con sensores terrestres, cámaras y cientos de patrullas de aduanas y de fronteras. El muro está construido de diferentes materiales: bloques de concreto, mallas de acero y metal corrugado oxidado.
Hay algunas rarezas a lo largo de la valla: una casa rodeada de maniquíes alienígenas de tamaño real y juguetes con extraterrestres; una estatua de una vaca montada sobre el suelo cerca de un rancho de ganado; y también algunos agujeros en la valla cada tanto.
Fuente: Reuters
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