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El ataque de los drones: ¿una ayuda o una amenaza a la seguridad?
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Ver drones sobrevolando un evento deportivo o una reunión social ya no es algo extraño. Esos pequeños aparatos que vuelan de manera autónoma han dejado de ser un lujo y ya forman parte de nuestra realidad. ¿Pero qué pasa cuando algo tan cotidiano se puede convertir en una amenaza?
En junio, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, emitió una orden ejecutiva que busca reducir “la amenaza creciente” de los drones contra la seguridad del país y para ello ha creado el Grupo de Trabajo para Restaurar la Soberanía del Espacio Aéreo Estadounidense.
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Esta preocupación del mandatario se debe a la elevada presencia de estos aparatos en su país usados para fines comerciales y/o recreativos, pero que por su versatilidad también pueden ser utilizados como aparatos de vigilancia, sabotaje y incluso como armas de guerra.
Si bien los drones militares se usan en contextos de conflictos y tienen características distintas en cuanto a su peso y capacidad porque justamente pueden llevar bombas, los de uso comercial se han vuelto tan sofisticados que pueden ser manipulados y utilizados para transportar agentes químicos o biológicos, o incluso explosivos. Es lo que hacen, por ejemplo, las milicias hutíes en Yemen, las filiales del Estado Islámico en África y Asia central, y lo que han hecho Hamas y Hezbolá en los últimos años.
“El uso indiscriminado de drones, especialmente aquellos no destinados a propósitos militares, sí puede representar un riesgo para la seguridad. Pueden ser utilizados para actividades ilegales, como espionaje, contrabando o incluso ataques terroristas. Además, su fácil acceso y manipulación los convierte en una herramienta peligrosa en manos equivocadas”, comentan el capitán FAP Frank Carranza Dioppe, el capitán FAP Roger Castillo Niquen y el técnico FAP Diego Torres Herrera, en un texto especial preparado para El Comercio.

Una opinión similar tiene Carlos Saito Villanueva, cofundador y gerente de operaciones del Grupo Qaira, una startup peruana que desarrolla drones para monitorear el medio ambiente: “Tanto los drones que se pueden comprar en una tienda, como aquellos que se ensamblan comprando las partes de manera separada, sí pueden ser utilizados como un arma de guerra pues pueden llevar explosivos o el dron mismo puede convertirse en explosivo al estallar al aproximarse a un objeto”.
En la orden ejecutiva firmada por Trump se reconoce la utilidad de los drones en diferentes industrias, pero advierte su preocupación pues “son usados por delincuentes, terroristas y actores extranjeros hostiles”, por ello la necesidad de endurecer las restricciones y las condiciones en que estos aparatos pueden volar, para así disminuir el riesgo de que puedan espiar infraestructura sensible como instalaciones militares, centrales nucleares o eléctricas.
Para ello, ya se está desarrollando tecnología, como sistemas de detección basados en radar, acústica o radiofrecuencia, así como sistemas de interceptación o interferencia de señales.
A estas preocupaciones de seguridad habría que incluir un factor clave: más del 70% de los drones comerciales en el mundo son de fabricación china, específicamente de la empresa DIJ. Por ello, en la orden ejecutiva se señala la necesidad de dar prioridad a los drones fabricados en Estados Unidos “para reducir la dependencia de fuentes extranjeras, fortalecer las cadenas de suministro críticas y garantizar que los beneficios de esta tecnología lleguen al pueblo estadounidense”.
Según la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés), en el país hay más de un millón de drones registrados, de los cuales más de 400 mil son drones comerciales y unos 350 mil son de uso recreativo.

“A fines del año pasado, Estados Unidos emitió una norma que prohibía el uso de drones de ciertas marcas chinas. En el caso de los drones comerciales, creo que es difícil que EE.UU. pueda equiparar la producción de drones chinos. La marca DIJ, que es la que más se vende en el mundo, tiene tiendas en todas partes y sus drones son bastante confiables y económicos para las características que tienen”, explica Saito, quien también es máster en Ingeniería Mecatrónica por la PUCP e ingeniero aeronáutico de la Academia de la Fuerza Aérea de EE.UU.
Amenazas en el tapete
Michael Kratsios, jefe de la Oficina de Política Científica y Tecnológica de la Casa Blanca, afirmó que otro de los motivos para regular mejor el uso de drones es para resguardar dos megaeventos deportivos que se realizarán próximamente en Estados Unidos: la Copa del Mundial 2026 y los Juegos Olímpicos en Los Ángeles 2028.
Y este no es un dato al margen, pues ya habido incidentes con drones en eventos deportivos que incluso han interrumpido varios partidos. De hecho, la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) elogió la orden ejecutiva emitida desde Washington, señalando el aumento del número de drones que vuelan en espacios aéreos restringidos durante los encuentros.
Para Enrique Navarro, consultor internacional en defensa y seguridad, los vuelos de drones no dejan de ser una amenaza potencial, aunque se hayan establecido algunas regulaciones para su uso. “Se pueden comprar en cualquier lugar y podrían llegar a ser una amenaza muy importante si son utilizados por quienes tengan intereses específicos. Incluso se pueden bloquear aeropuertos o el tráfico aéreo de todo un país. Aún no existen los suficientes métodos de control”, refiere al canal Negocios TV.

“Los drones comerciales siguen reflejando un arma de doble filo: la innovación asombrosa coincide con el aumento de las vulnerabilidades y amenazas. Si bien su tecnología y capacidades ofrecen enormes ventajas al sector militar y población civil en fotografía, agricultura, construcción y una gran variedad de otros campos, su uso como armamento por parte de actores estatales y no estatales violentos pone de manifiesto la necesidad de regulaciones integrales y mecanismos de defensa adecuados”, comentan a este Diario los militares de la Fuerza Aérea del Perú.
Un informe del Centro del Combate al Terrorismo de la academia militar West Point, señala que la proliferación de drones por parte de actores violentos no estatales ha revolucionado la guerra moderna con el uso de drones comerciales como armas de combate, permitiéndoles perpetrar asesinatos y llevar a cabo ataques con bombas, así como misiones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento.
Por eso, cuando vea un dron sobrevolando un cumpleaños o un matrimonio no piense en él solo como una cámara de video sino en un aparato sofisticado que puede traer muchas ventajas, pero también potenciales riesgos.
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Armas de guerra
Los drones se han vuelto indispensables en las operaciones militares de Ucrania y Rusia, en la guerra que los enfrenta desde el 2022. Ambos producen masivamente estos aparatos no tripulados, pero China e Irán también abastecen masivamente al Kremlin.
Del lado ucraniano, se sabe que en el 2024 produjo alrededor de 2,2 millones de drones militares convencionales, y actualmente están pisando el acelerador para producir más drones de fibra óptica, que se han convertido en la gran novedad en el frente pues están diseñados para sortear los bloqueos electrónicos volviéndose indetectables y más letales.
Según el gobierno de Ucrania, los fabricantes rusos lograron aumentar la producción de drones de largo alcance de 15 mil en el 2024 a más de 30 mil en lo que va del 2025, así como hasta 2 millones de pequeños drones tácticos.
CIFRAS
2,4 millones
De drones fueron vendidos en todo el mundo en el 2023. Para el 2030, ese número podría alcanzar los 9,6 millones.
51%
De los incidentes aéreos de vuelos comerciales reportados en Estados Unidos en la última década han involucrado a drones.