
El distanciamiento de Estados Unidos hacia Ucrania ha despertado del letargo el engranaje europeo. Francia y Reino Unido han tomado un papel central en la defensa del continente. Las iniciativas de ambos países, que incluyen el posible despliegue de tropas europeas y el suministro de armamento avanzado, han generado una fuerte reacción por parte de Rusia, que calificó estos movimientos como una amenaza directa.
El presidente francés, Emmanuel Macron, propuso el envío de tropas europeas a Ucrania como parte de un plan estratégico coordinado con el primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. La medida, que aún requiere consenso dentro de la Unión Europea, busca reforzar la defensa de Kiev en un momento en que el apoyo estadounidense ha mermado por las tensiones políticas de Kiev con Washington.
Macron también planteó la posibilidad de ampliar el escudo nuclear francés al resto de socios de la Unión Europea. “Después de la Segunda Guerra Mundial tenemos capacidad de disuasión nuclear”, señaló el jefe de Estado galo, sugiriendo que Francia podría asumir un rol más activo en la seguridad regional.
Por su parte, el gobierno británico lidera conversaciones con una veintena de países, en su mayoría europeos y miembros de la Commonwealth, para establecer una “coalición de voluntarios”, cuyo objetivo sería contribuir a la seguridad de Ucrania sin depender exclusivamente de la OTAN. Además, Londres firmó un acuerdo con la empresa de defensa angloestadounidense Anduril UK para suministrar drones avanzados de ataque que serán desplegados en el Mar Negro con el fin de contrarrestar la ofensiva rusa.
“Estamos decididos a lograr una paz segura y duradera en Ucrania, lo que significa poner a Kiev en la posición más fuerte posible para evitar cualquier retorno a la agresión rusa”, declaró el ministro de Defensa británico, John Healey.

Sin embargo, la falta de consenso dentro de Europa pone en duda la viabilidad de estas iniciativas. Según César Llona, docente de Negocios Internacionales de la Universidad de Lima, “no se trata realmente de un plan europeo”, ya que muchos países de la UE han expresado reservas. “Polonia, los países bálticos e incluso Italia han manifestado escepticismo sobre estos planes, sobre todo cuando no están liderados por Estados Unidos. Es difícil hablar de una estrategia europea unificada”.

La advertencia rusa
La respuesta de Moscú no tardó en llegar. El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, advirtió que el despliegue de tropas europeas en Ucrania representaría una “participación abierta y oficial” de la OTAN en la guerra. “No podemos permitirlo”, afirmó Lavrov, asegurando que Moscú tomará medidas de represalia ante cualquier presencia militar extranjera en territorio ucraniano.
El Kremlin también criticó la propuesta de Macron de extender el paraguas nuclear francés a los aliados europeos. “Si Macron dice que es necesario prepararse para usar armas nucleares contra Rusia, esto, por supuesto, es una amenaza”, declaró Lavrov. Moscú acusa al gobernante francés de buscar escalar el conflicto en lugar de facilitar negociaciones de paz.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, calificó la postura francesa como “belicista”, afirmando que Europa está priorizando la guerra en lugar de explorar soluciones diplomáticas. “Francia piensa más en la guerra que en la paz en Ucrania”, sentenció.
Llona advierte que estas iniciativas europeas podrían ser vistas por Rusia como una justificación para endurecer su postura militar. “Un despliegue de tropas de la OTAN en la región solo reavivaría el debate sobre la posibilidad de que Rusia active su doctrina nuclear. Moscú no lo percibirá como un plan de paz, sino todo lo contrario”.
Sebastien Adins, docente de Relaciones Internacionales de la PUCP, subraya que cualquier iniciativa europea que no contemple las exigencias de Rusia está destinada al fracaso. “Para entender la guerra en Ucrania, es fundamental conocer las demandas de Moscú: la neutralidad de Ucrania, la cuestión territorial sobre Crimea y el Donbás, y el levantamiento de sanciones. Ninguna de estas demandas ha sido realmente abordada por Europa”.
Sebastien Adins considera llamativo que Europa no haya reflexionado a fondo sobre su papel en el conflicto ucraniano. “Es sorprendente cómo la UE ha seguido avanzando sin cuestionar realmente qué busca lograr en esta guerra”, señala.
El problema de haber seguido a ciegas a EE.UU. es que ahora Europa se encuentra sin una estrategia propia, atrapada entre la incertidumbre de Washington y la presión de Moscú. “Ha delegado por completo su política de seguridad a la OTAN y a EE.UU., y cuando este último se retira, entra en pánico”, advierte Adins.
Para el experto, esta falta de reflexión ha llevado a decisiones erráticas. “Europa insiste en ciertos enfoques incluso cuando hasta Donald Trump parece haber comprendido mejor la postura de Moscú”, apunta. Además, sostiene que el miedo a una invasión rusa en Europa ha sido exagerado. “Si Rusia ha tenido enormes dificultades en Ucrania, un país que ni siquiera es parte de la OTAN, es poco realista pensar que lanzará un ataque contra Polonia o Alemania”, afirma Adins.
En este contexto, la confusión dentro de la UE refleja una crisis más profunda: la ausencia de una visión geopolítica propia, lo que la deja vulnerable ante las decisiones de Washington y Rusia.

Implicaciones geopolíticas
La creciente intervención de Francia y Reino Unido en la defensa de Ucrania se produce en un contexto de incertidumbre en la relación entre Kiev y Washington. Mientras EE.UU. ha reducido temporalmente su apoyo militar, Europa busca consolidar su propio liderazgo en el conflicto.
Sin embargo, Adins cuestiona la falta de claridad en los objetivos europeos. “Se han destinado más de 120.000 millones de euros a Ucrania en tres años, pero los objetivos han sido confusos. Primero se habló de la defensa de la integridad territorial ucraniana, luego de debilitar a Rusia, pero ninguna de estas metas se ha cumplido. Esto responde a un fenómeno que en psicología se conoce como ‘costos hundidos’: se sigue invirtiendo sin reflexionar sobre la efectividad de estas estrategias”.
En paralelo, el acercamiento entre el presidente estadounidense Donald Trump y su homólogo ruso, Vladímir Putin, genera inquietud en los aliados europeos de Ucrania, quienes temen que cualquier negociación impulsada por Washington pueda favorecer a Moscú.
¿Puede Europa defenderse sin EE.UU.?

La posibilidad de que Europa asuma completamente su propia defensa sin el respaldo de Estados Unidos sigue siendo incierta. A pesar del liderazgo que buscan ejercer Francia y Reino Unido, el continente aún depende de Washington en áreas clave como inteligencia militar, reabastecimiento en vuelo y sistemas de defensa avanzados.
Según Adins, el plan europeo de rearme, liderado por Ursula von der Leyen, es un primer paso hacia la autonomía estratégica, pero aún está lejos de ser una solución inmediata. “Trump parece querer un acuerdo de paz inmediato, mientras que los europeos apenas comienzan a debatir cómo convertirse en un actor geopolítico más relevante, lo que tomará años. Además, Rusia está avanzando en el este de Ucrania y la situación del ejército ucraniano es crítica. Si Rusia mantiene la ofensiva por unos meses más, podría lograr una victoria decisiva”.
Llona también advierte que Europa carece de la capacidad militar para llevar a cabo una estrategia sin EE.UU. “Esto quedó demostrado en la crisis de la ex Yugoslavia y en la falta de respuesta europea a la anexión de Crimea en 2014. Sin el respaldo estadounidense, es difícil que Europa pueda sostener una guerra prolongada”.
Con las tensiones en aumento, la cumbre en Bruselas que se llevó a cabo este jueves 6 y en la cual participaron los 27 líderes de los países de la Unión Europea, podría marcar un punto de inflexión en la estrategia europea hacia Ucrania, mientras Rusia insiste en que la presencia de tropas extranjeras en el conflicto podría desencadenar una escalada sin precedentes.
Los mandatarios acordaron en dicha cumbre multiplicar el gasto en seguridad y defensa para rearmar Europa ante la “amenaza existencial” que representa la agresión de Rusia sobre Ucrania y el giro de EE.UU. con respecto a esta guerra desde la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca.
El refuerzo de la defensa europea sí fue avalado por todas las capitales, un respaldo unánime que, por el contrario, no fue alcanzado en el capítulo sobre el apoyo militar a Ucrania, del que se desmarcó Hungría.
Según César Llona, el panorama global ha cambiado y ya no se trata de una competencia entre dos grandes bloques. “Pasamos de un mundo unipolar a uno, por lo menos, hasta tripolar, donde Estados Unidos y China tienen un dominio multidimensional, que no se limita al campo militar, mientras que Rusia sigue siendo principalmente una potencia nuclear”, explica.
En este nuevo equilibrio, las grandes potencias buscan consolidar sus zonas de influencia. “Las concesiones a Moscú, como el freno a la adhesión de Ucrania a la OTAN y ciertas garantías sobre la desmilitarización, responden precisamente a esta lógica”, señala Llona.
Desde esta perspectiva, la Unión Europea enfrenta un dilema: sin una estrategia clara y con divisiones internas, su margen de maniobra en el nuevo orden mundial es limitado.

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