De Hungría a Austria, el desesperado viaje de los refugiados
De Hungría a Austria, el desesperado viaje de los refugiados

"¿Ya está? ¿Estamos en Austria?", decían los centenares de hombres, mujeres y niños que al fin consiguieron salir de cruzando a pie la frontera y huyendo de un clima de devastación por la guerra de sus países de origen.

Viernes por la noche llegaba la noticia: Austria y Alemania, ante la "situación de emergencia", aceptan acoger a miles de refugiados y migrantes llegados a Hungría.

Hungría se ha convertido en un lugar de tránsito de migrantes y refugiados ansiosos por llegar a Alemania y a otros países de Europa occidental. Eran 50.000 llegadas hacia el mes de agosto, con lo cual no se daban abasto. Al principio autorizó a miles a tomar trenes, aunque el martes cerró la estación de ferrocarril de Budapest.

La estación de Budapest-Keleti: "El gobierno húngaro pone a su disposición autobuses gratuitos para llevarlos a la última ciudad antes de la frontera"

Comienza el trajín "en la zona de tránsito": corredor que ha servido de refugio a miles de migrantes y refugiados. Algunos llevaban allí días, otros semanas. "Llévense toda la comida y el agua, no habrá nada en los autobuses", dice un hombre por megafonía.

Mohamed, de 26 años, viene de Siria, devastada por cuatro años de guerra civil. Concretamente de Damasco. "No me fío", dice de las autoridades húngaras. "Me había gastado todo el dinero en un billete de tren para Múnich (Alemania) la semana pasada, cuando la policía dijo que podía ir. Pero lo rompí, enfurecido, cuando me impidieron subir al tren".

Aun así agarra sus pertenencias: una mochila, dos camisetas, un libro, unas zapatillas deportivas de recambio y su teléfono móvil. "Aquí, cuando entraba en una tienda, veía en los ojos de la gente que pensaba que sólo era un árabe sucio más", explica.

Delante de la estación, unos 60 autobuses se llenan rápidamente. El extraño convoy escoltado por la policía avanza por las calles oscuras de la capital húngara.

Los transeúntes sonríen, agitan la mano, toman fotografías. Algunos parecen desconcertados. Un grupo de hinchas de fútbol hace un gesto insultante con el dedo y grita "¡Gitanos! ¡Gitanos! ¡Iros!".

- Imposible conciliar el sueño -

La mayoría de los pasajeros se quedan dormidos nada más al salir el convoy de la ciudad, tumbados en el suelo frío, con la cabeza apoyada en un saco o una botella. Se respira el olor rancio a ropa sucia. Su tiempo de sueño se ve mermado por las luces, los coches de policías, llantos de niños.

De pronto, las luces de coches policiales irrumpen en la oscuridad. El autobús frena chirriando y los pasajeros despiertan y se asoman a las ventanas.

Es el grupo de 1.200 migrantes que se fueron a pie el viernes por la tarde de Keleti hacia Austria. Están escaldados pero aceptan subir a bordo tras enterarse de que un primer convoy había llegado a la frontera.

Antes de amanecer, los 400 primeros migrantes cruzan la frontera por el puesto de Nickelsdorf, allí saldrá un tren hacia Viena y son recibidos por la Cruz Roja. De allí se prevé que salga otro para Múnich, en el sur de .

Fuente: AFP

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