El pontífice argentino enfrenta una gran presión del sector más conservador de la Iglesia Católica (Foto: EFE)
El pontífice argentino enfrenta una gran presión del sector más conservador de la Iglesia Católica (Foto: EFE)
Ismael Monzón

Andrea Tornielli (Chioggia, Italia, 1964) está entre los vaticanistas mejor informados, es uno de los periodistas más cercanos al  . Entre otros libros, en el 2013 escribió “Francisco, juntos”, la primera biografía del pontífice; y más recientemente, “El nombre de Dios es misericordia”, una larga conversación con Jorge Bergoglio, que sirve para divulgar su pensamiento.

Tornielli es el experto en el Vaticano del diario italiano “La Stampa” y dirige su blog Vatican Insider, una de las publicaciones más prestigiosas en esta materia. Aquí el cronista ha tratado de explicar las contradicciones de la denuncia del ex nuncio en Estados Unidos Carlo Maria Viganò, quien ha pedido la dimisión de Francisco, acusándolo de haber ignorado los abusos cometidos por el cardenal Theodore McCarrrick, pese a las supuestas advertencias del propio Viganò.

–¿Por qué el perfil de Viganò ha despertado tantas sospechas?

Contestar a ataques personales, como están haciendo los medios tradicionalistas y conservadores de derechas, es bajar a su mismo nivel. Viganò es un diplomático, obispo y hombre de la curia, hay que comenzar pensando que todo lo que dice es cierto. Pero la mejor respuesta la ha dado el Papa, al pedir que leamos y comprendamos el texto. Si lo comparamos con otras informaciones públicas se comprende esta operación política y mediática.

–¿Cuáles son las claves?

Lo primero, Juan Pablo II nombró obispo y después cardenal a McCarrick. Entonces ya había una primera información por abusos contra McCarrick. Viganò dice que el Papa entonces estaba enfermo, pero no se le puede pasar el nombramiento más importante de Estados Unidos, de alguien que tiene contacto directo con su presidente. Después, Benedicto XVI supuestamente dio una orden para que McCarrick dejara la vida pública. Pero el cardenal siguió dando conferencias, celebrando misas, ordenando diáconos y sacerdotes. Tres veces vino McCarrick a Roma entre el 2012 y 2013 y en las tres ocasiones se reunió con Benedicto, saludándolo afectuosamente. Celebró incluso una misa en el altar mayor de San Pedro. Y por último, Viganò se indigna porque nadie hizo nada, pero él mismo participó en celebraciones públicas con McCarrick. ¿Por qué él tampoco lo hizo?

–Los dardos se centran en Francisco y su círculo más estrecho. ¿Es una venganza personal?

Francisco fue el único Papa que hizo algo fuerte y definitivo, que nunca había pasado en la historia reciente de la Iglesia, al apartarlo cuando llegó una denuncia formal por abusos a menores. Leyendo la petición de Viganò se comprende que es algo instrumental, una operación de política eclesiástica contra el Papa, que no tiene fundamento.

–¿Quiénes están detrás de la operación?

De momento, un periodista italiano [Marco Tosatti] ya ha dicho que escribió el documento. También otros le aconsejaron. No estamos frente a un obispo que tiene un problema de conciencia, sino a una operación político-mediática preparada y pensada con un ‘timing’ en contra del Papa y del Encuentro de las Familias [que tenía lugar en ese momento en Dublín].

–Pero el principal foco está en Estados Unidos. ¿Cuál es la situación de su Iglesia?

La resumió bien el Papa en su viaje allí en el 2015. Entonces pidió que los sacerdotes sean pastores, no guerreros o políticos. Sin embargo, tienen una cercanía muy grande con el poder político. Y sus obispos están muy centrados en temas éticos como el derecho a la vida, pero no en otros como los inmigrantes o la pobreza. La denuncia de Francisco ya la hizo el nuncio en Estados Unidos en el 2010, lo que quiere decir que Ratzinger estaba advertido.

Francisco ha creado nuevos cardenales estadounidenses. Ha hecho cambios allí.

Y de ahí creo que viene la razón de Viganò para atacar al Papa, porque quiere participar en esa batalla. No tiene nada que decir contra Blase Cupich o Joseph Tobin [promovidos por Francisco]. La única enfermedad que tienen ellos es que son un poco menos de derechas que sus predecesores.

–El debate se ha deslizado al terreno político. ¿No se corre el riesgo de dejar de lado la pederastia, que es un grave problema para el Vaticano?

Está claro que existe este problema. Y el Papa estaba hablando de ello en Irlanda.

–El sector conservador identifica abusos con la homosexualidad.

Hay un lobby gay en la Iglesia, pero el tema de los abusos es diferente. Los hay que tienen origen homosexual, normalmente a chicos de entre 14 y 16 años. Pero el abuso tiene más que ver con una relación de poder, influencia y en último caso sexual.

–Usted publicó que el Papa no va a aplicar nuevas medidas.

Emitió la reciente carta “El pueblo de Dios” en la que pide reflexión. Pero que no aparezcan nuevos documentos no significa que no vaya a tomar decisiones. Quiere decir que las reglas ya están y son muy claras. Lo más importante ya lo hizo Benedicto XVI en el 2010. Ahora hace falta un cambio de mentalidad y advertir a todo el pueblo de Dios de esta lucha.

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