
Con el presidente de Ecuador denunciando, sin aportar pruebas por ahora, “numerosas irregularidades” en el proceso de escrutinio de votos de las elecciones generales, nuestro vecino del norte dejó atrás la primera vuelta y empieza a ver con expectativa lo que suceda el 13 de abril, fecha fijada para el balotaje entre Daniel Noboa, quien postula a la reelección, y Luisa González.
Escrutado el 96,6% de las actas, Noboa encabeza el conteo con el 44,16% de los votos y González le pisa los talones con el 43,94%, un escenario sumamente apretado que no se preveía en los días previos a los comicios, cuando se hablaba incluso de la posibilidad de que el actual jefe de Estado lograra el triunfo con una ventaja suficiente para hacer innecesaria una segunda vuelta.
Si bien no está físicamente en Ecuador, uno de los actores políticos relevantes en la política del país norteño sigue siendo Rafael Correa, quien gobernó entre los años 2007 y 2017 al frente de Revolución Ciudadana, el movimiento político hoy liderado por González y que conserva fieles bastiones de apoyo ciudadano en las provincias de la zona costera, acaso las más golpeadas por la violencia de las bandas ligadas al narcotráfico.
Rafael Correa dejó el poder en mayo del 2017 y la primera vez que la prensa se preguntó si había llegado su final político fue en febrero del 2018, cuando en un referéndum los ecuatorianos aprobaron que quien ya había sido reelegido una vez en el cargo presidencial -era el caso del exjefe de Estado- no podía volver a presentarse. Ese resultado selló para siempre la enemistad entre Lenín Moreno, convocante de aquella consulta popular, y su antiguo jefe Correa, pero no la desaparición de este del espectro político.
En mayo del 2023, cuando la disputa entre el mandatario Guillermo Lasso y el Parlamento derivó en comicios anticipados, Correa divulgó un mensaje: “Volveremos, ya falta poco”. Para entonces, un tribunal de su país ya lo había sentenciado a ocho años de cárcel por un caso de sobornos y sobre él pesaba una orden de captura. Desde Bélgica (país de nacimiento de su esposa), donde reside hace más de siete años y desde donde postea en redes un día sí y al otro también, movía los hilos de la agrupación Revolución Ciudadana (RC).
Su ‘ahijada’ Luisa González perdió ese año, pero hoy se encuentra de nuevo en carrera. “Correa espera que, de aquí a un período cercano, tal vez al 2025, se den las condiciones para que un candidato correísta llegue a la presidencia y pueda echarse abajo el juicio político contra él”, nos dijo el politólogo ecuatoriano Sebastián Mantilla hace dos años. En la reciente primera vuelta, González capitalizó con creces ese 25% o 30% del voto duro del correísmo, ¿pero sabiendo el nada desdeñable antivoto que arrastra su 'padrino' le convendrá la cercanía al exgobernante para la segunda vuelta?
Hay quienes piensan que la fuerte dependencia de la candidata de RC puede jugarle en contra para el balotaje. El voto indígena -que en esta primera vuelta se decantó por Leonidas Iza, quien llegó al 5,3% del respaldo popular- está en la mira de ambos postulantes. Hasta el 2023 muchos territorios nativos se mostraron afines o cercanos al correísmo, pero aquel año Noboa venció con el apoyo de tal sector en la sierra y la amazonía. La mala relación entre el movimiento indígena y Correa al final de su mandato provocó resentimiento entre algunos representantes de aquel, por lo que ese sufragio no será entonces monolítico.