(Foto: AFP)
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“El 2018 tiene el potencial de una escalada militar, no necesariamente porque alguna de las partes desee iniciar una guerra, sino por un deterioro gradual. Estamos aumentando nuestra preparación”.

Con estas inquietantes palabras, el jefe de Operaciones del Ejército israelí, general Nitzam Alón, ha descrito el escenario que –a partir del desarrollo y desenlace de la guerra en – se puede generar entre las naciones involucradas en el volátil Medio Oriente.

Las palabras de Alón, además, siguieron a la primera confrontación abierta entre Israel e Irán en torno a Siria.

Según el gobierno de Benjamin Netanyahu, el 10 de febrero un dron de origen iraní entró en el espacio aéreo israelí y fue derribado.

En represalia, cazas F-16 israelíes bombardearon posiciones militares iraníes en Siria. La artillería antiaérea del régimen sirio –fortalecido por el Gobierno Iraní y por el movimiento Hezbolá– derribó una de las aeronaves.

Como Israel no perdía un avión de combate en acción desde 1982, las alarmas se dispararon con estrépito.

Estando inmersos en el tema hasta cinco países que tendrían armas nucleares, el mundo se pregunta si las potencias internacionales acabarán allí enfrentadas. El Comercio consultó a tres expertos.

Para el analista Eldad Pardo, catedrático de la Universidad Hebrea de Jerusalén, “el discurso general es de tensión, pero no estamos ante la inminencia de una guerra total”.

Pardo acusa, en todo caso, una situación propiciada por Irán en connivencia con Hezbolá. “Ellos no buscan un conflicto inmediato porque Israel todavía tiene ventaja en fuerza aérea y regimientos, pero sí están creando condiciones –como apoyar a milicias con armamento sofisticado– que pueden empeorar o desembocar en un conflicto mayor dentro de uno o dos años”.

“Una conflagración allí sería definitiva para el planeta”​​

Javier Martín
Redactor jefe de la agencia Efe en el Medio Oriente

Esta alerta por parte de Israel implica más la política interna del país que una cuestión internacional. Me explico: la guerra civil siria dejó de serlo hace 4 años para convertirse en lo que es hoy, una guerra regional con el involucramiento de potencias que incluso no son de la zona. Se van dando vuelta las alianzas, porque ellas son muy frágiles y se ha llegado a tal grado de complejidad que todos los actores se han aliado o puesto en contra en algún momento.

En este panorama, Israel no ha sido un factor ajeno a esta guerra, ha jugado con unos y otros en el tablero sirio. Ha combatido ahí a Hezbolá y al Estado Islámico (EI), pero también ha apoyado sanitariamente a algunos combatientes del EI y ha tenido vínculos con grupos de todo tipo, tanto yihadistas como no yihadistas.

El temor israelí. La preocupación para Israel es que ha perdido la superioridad bélica que tuvo en la región durante varias décadas. En la guerra del 2006, en el sur del Líbano, Hezbolá contaba con 15 mil cohetes Katiusha y fue capaz de frenar la ofensiva israelí. Hoy tiene más de 150 mil, un arsenal 10 veces mayor. Eso hace que cualquier guerra de Israel frente a las demás potencias del Medio Oriente sea realmente un suicidio.

El factor estadounidense. Es cierto que EE.UU. es su aliado, pero en los últimos cinco años Washington se ha desvinculado del conflicto en esa región. Para EE.UU., el Medio Oriente sigue siendo importante pero no estratégicamente definitivo como hace 10 años.

La única estrategia potente de Israel sería el uso de sus armas nucleares, pero Irán también las tiene. La conflagración sería muy grave y probablemente definitiva para el planeta. No veo, por ello, la opción de una guerra a gran escala en la región.

“Todos se pechan, pero saben que no deben prender la llama”

Carlos Novoa
Analista internacional

Desde el punto de vista militar, no hay un hecho contundente que, al día de hoy, provoque una guerra generalizada. Ello no quita que sea una situación preocupante y que haya un peligro real y latente.

Esta preocupación del Gobierno Israelí puede verse como exagerada desde afuera, pero ellos son muy pragmáticos. Debido a su historia misma, Israel trata de tomar la delantera y anticiparse.

La presencia iraní. Para los israelíes es más preocupante una amenaza verbal de Irán que un cohete Qassam lanzado por Hamas desde el sur de la franja de Gaza. Hamas es un grupo al que pueden derrotar, pero Irán es una potencia nuclear.

El régimen iraní tiene, además, el apoyo de Rusia, que está tratando de resquebrajar el poder de Estados Unidos en la zona. Moscú apuntala a Siria e Irán por cuestiones estratégicas y de ‘realpolitik’, pero no deja de hacer guiños a Donald Trump, no busca una ruptura total.

Pugna por duplicado. En el Medio Oriente veo dos conflictos. Uno subyacente e interno entre Arabia Saudí e Irán por la hegemonía en la región, y otro desde una mirada macro entre el mundo occidental y el mundo oriental.

Bajo este prisma, a Turquía hay que verlo siempre con un lente aparte, porque está estratégicamente ubicado entre Oriente y Occidente. Ahora bien, tiene un componente político más cercano a los occidentales moderados. Estados Unidos, Arabia Saudí e Israel –con el que incluso tiene relaciones diplomáticas– necesitan a Turquía por razones estratégicas.

En resumen, todos se están pechando entre sí en el Medio Oriente y todos saben bien que prender la llama puede provocar que se quemen todos. Más allá de victorias territoriales, que aquello se pueda convertir en un caos y devenga en una guerra mundial detiene la posibilidad de un ataque real.

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