"¿Qué no es un socialista?", por Farid Kahhat
"¿Qué no es un socialista?", por Farid Kahhat
Farid Kahhat

En su artículo titulado “”, Alfredo Bullard sostiene que la mejor definición que ha encontrado del término es la siguiente: “Persona que cree que puede decidir mejor qué es bueno para los demás”. No conozco ningún texto de ciencia política que defina el término de esa manera. Tampoco conozco socialista alguno que defina así su ideología. Así pues, el autor parece creer que puede decidir mejor que los interesados qué es aquello que los define.

Se trata por lo demás de una acepción que no cumple con uno de los requisitos de toda definición: señalar una diferencia específica. Es decir, indicar qué diferencia al socialismo de otras ideologías políticas.

Porque si lo fundamental de la definición es la voluntad de privar de libertad de elección a nuestros semejantes, salvo por algunos libertarios o anarquistas, todas las ideologías (y todos los estados) hacen eso en mayor o menor grado. Por ejemplo, ningún Estado consulta a sus ciudadanos si desean pagar impuestos (nuestra Constitución incluso prohíbe someter a referéndum “normas de carácter tributario y presupuestal”).

Por lo demás, si partimos de la premisa de que una condición para una elección libre es el acceso a información relevante que debiera ser de dominio público, la intervención del Estado puede ser necesaria para ese propósito.

Cuando un laboratorio farmacéutico nos dice que un medicamento contiene una determinada cantidad de un ingrediente activo, y que cura cierta enfermedad, el ciudadano no suele tener forma verosímil de verificarlo por sus propios medios. En casos como ese, la intervención del Estado puede tener un efecto paradojal: restringir la libertad de elección (por ejemplo, prohibiendo los medicamentos que no contienen el ingrediente activo en la cantidad especificada), pero eso a su vez permite al consumidor realizar una elección informada.

Hablamos de la falla de mercado conocida como información asimétrica (el laboratorio tiene información relevante que nosotros no podemos habitualmente adquirir por nuestros propios medios). Eso no implica que el gobierno sepa cómo resolver el problema o que desee hacerlo (podría estar coludido con la empresa farmacéutica).

Pero el punto es que cabe dentro de lo posible que, bajo ciertas circunstancias, restringir la libertad de elegir sin información suficiente redunde en favor de una elección informada.

¿Podríamos concluir al menos que, si bien todas las ideologías restringen en parte la libertad de elección, los socialistas lo hacen en mayor proporción? No necesariamente. 

En temas como la legalización de la marihuana o el matrimonio entre personas del mismo sexo, en Argentina, Brasil o Uruguay los socialistas suelen estar entre quienes defienden la libertad de elección, y no pocos entre quienes defienden la libertad económica se ubican en la posición contraria (por ejemplo, Mauricio Macri).

Bullard concluye citando a Churchill cuando se refiere al socialismo como “el credo a la ignorancia”. Cuando califico a alguien de ignorante, sostengo que creo saber mejor que esa persona cuál es la verdad. Ello no necesariamente implica que crea que puedo decidir mejor qué es bueno para ella, pero si lo implicó en este caso, Churchill gobernó sobre uno de los mayores imperios coloniales en la historia de la humanidad.

Y la población originaria de esas colonias no era libre de elegir a su gobernante: al igual que lo que sostiene Bullard respecto al comunismo, Churchill creía ser el que “sabe mejor quién debe gobernar”. 

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