Ianka Barbosa tenía siete meses de embarazo cuando se enteró de que su hija sufría de microcefalia. Antes de que el bebé naciera, el padre se había ido.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Barbosa, de 18 años, dice que la ruptura se debió a la microcefalia de la bebé, una condición en que los niños nacen con la cabeza y el cerebro más pequeños de lo normal y que los médicos han vinculado al virus de Zika que la joven contrajo durante el embarazo.
“Creo que para él fue mi culpa que la bebé tuviera microcefalia”, dijo Barbosa, acunando a la pequeña Sofía, de dos semanas, en una casa de ladrillo en la que ahora vive con otras siete personas, entre ellas sus padres, en el noreste brasileño. “Cuando más necesité su ayuda, él me dejó”, agregó.
Solo el padre de la joven tiene trabajos ocasionales de construcción. Su ex pareja, Thersio, dice que no ve a Sofía, pero evita discutir la enfermedad de la bebé y culpa a los padres de Barbosa por la ruptura.
Los padres y madres solteros son comunes en Brasil, donde algunos estudios muestran que hasta 1 de cada 3 niños de familias pobres crecen sin su padre biológico, pero los médicos que luchan contra el brote del Zika dicen que están preocupados porque las madres de bebés con microcefalia están siendo abandonadas.
Con los servicios de salud bajo presión, el aborto prohibido y el virus afectando en mayor medida a los más pobres, la ausencia de un padre es otra carga para las madres que enfrentan la crianza de un niño que tal vez nunca camine o hable.
En una clínica especializada en microcefalia en Campina Grande, la psicóloga Jacqueline Loureiro trabaja con madres para ayudarlas a lidiar con la tensión y el trauma. De las 41 mujeres que asesora, dice que solo 10 reciben una ayuda financiera o emocional adecuada de sus parejas.
“Al principio muchas de las mujeres dicen que tiene pareja, pero a medida que una la conoce mejor se da cuenta de que el padre nunca está presente y el bebé y la madre han sido abandonados”, comentó.
Loureiro culpa a la cultura machista de Brasil, que dice es particularmente fuerte en el noreste.
Los roles de los géneros están estrictamente definidos y las mujeres aún se quedan en su casa para cuidar a los hijos y el hogar. Criar un niño con microcefalia afecta esta dinámica, dice Loureiro, y con frecuencia el hombre termina yéndose o negándose a ayudar.
- Flexibilidad laboral -
Aún se desconocen muchas cosas del virus de Zika, incluso si realmente causa microcefalia. Brasil confirmó 745 casos de la malformación congénita desde octubre, y considera a la mayoría vinculados a infecciones de Zika en las madres. El país investiga otros 4.230 casos sospechosos.
La secretaria de Salud de Campina Grande, Luzia Pinto, dijo a Reuters que la ciudad planea entregar casas para madres que tengan niños con microcefalia a través de un programa de vivienda del Gobierno, para ayudar con la crisis.
Pocos empleos brasileños brindan la suficiente flexibilidad para que los padres compartan la responsabilidad de cuidar a un niño con necesidades especiales. Ello se dificulta aún más porque los padres deben viajar durante horas para asistir a las pocas clínicas especializadas del país.
En la clínica de Campina Grande, Rogerio dos Santos, de 20 años, es uno de los dos padres presentes. De pie en un corredor, dice que está impactado por los cuentos sobre padres abandonando a sus hijos, pero comenta que ha sido duro conseguir que le den tiempo libre en la estación de combustible donde trabaja.
Para padres como dos Santos, Brasil carece de una red de respaldo, y si bien la clínica tiene un grupo de apoyo para las madres, no ofrece ayuda específica para los padres.
Fuente: Reuters