La madre del estudiante Muhammad Bello, uno de los estudiantes que fue secuestrado por Boko Haram, pide su liberación en el estado noroccidental de Katsina, Nigeria. (Foto: Reuters / Afolabi Sotunde)
La madre del estudiante Muhammad Bello, uno de los estudiantes que fue secuestrado por Boko Haram, pide su liberación en el estado noroccidental de Katsina, Nigeria. (Foto: Reuters / Afolabi Sotunde)
/ AFOLABI SOTUNDE
Redacción EC

Boko Haram es sinónimo de un terror que miles de niños han vivido en carne propia. “‘Les cortaremos el cuello si no se convierten al islam’, nos decían. [...] Llorábamos a menudo. Teníamos frío. Pensábamos en cuánto extrañábamos nuestro hogar y a nuestra madre”. Paul, dueño de estas palabras, y su hermano menor fueron secuestrados de su casa en Nigeria por el grupo yihadista en el 2013. Su testimonio fue recogido por ACNUR en el campamento de refugiados de Minawao, en Camerún. Paul pudo reencontrarse con su familia, pero muchas de las víctimas de los terroristas no han tenido la misma suerte.

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