Redacción EC

Las sospechas sobre el estado de salud del dictador no cesan. Pese a que el principal asesor de política exterior del presidente surcoreano Moon Jae-in, Moon Chung-in, ha señalado que Kim “está vivo y bien” y a la publicación de un mensaje de agradecimiento del líder norcoreano a través del principal diario del régimen, el periódico Rodong, las sospechas permanecen flotando sobre la península.

Y es que si algo ha caracterizado al régimen norcoreano es el hermetismo con el que manejan los temas relacionados a sus líderes.

Tanto Kim Jong-un como sus predecesores, su abuelo Kim Il-sung y su padre Kim Jong-il, gozan de una admiración cercano al de una deidad entre el adoctrinado pueblo norcoreano.

Incluso sus orígenes están rodeados de cierto misticismo vinculado al volcán Paektu, un monte sagrado ubicado en la frontera con China.

Por ello no debería resultar extraño que sus muertes sean tratadas con especial confidencialidad, siendo anunciadas, en los casos de los predecesores de Kim Jong-un, varias horas después de sucedidas.

Kim Il-sung, abuelo del actual dictador, fue el creador de la ideología juche y líder supremo de la República Popular Democrática de Corea desde su creación en 1948.

El 17 de julio de 1944 una transmisión de KCNA (televisión nacional) mostraba a miles de civiles y militares llorando por igual mientras una caravana de motorizados escoltaba a una limusina fúnebre que llevaba una imagen gigante del entonces líder norcoreano, transportaba su cadaver hacia el mausoleo del Palacio Memorial de Kimusan.

El patriarca de la dinastía Kim había fallecido el 8 de julio pero la noticia se dio a conocer recién 30 horas después. El régimen decretó un luto de diez días. El día del funeral, además, se dispararon salvas de artillería, se guardaron tres minutos de silencio y se ordenó que todas las locomotoras y barcos sonaran sus silbatos al mismo tiempo.

A partir de entonces, Kim Il-sung fue considerado presidente eterno de Corea del Norte. Incluso en la actualidad se estima que en el país hay 500 estatuas de Kim Il-sung, una de ellas de 20 metros de alto. Además de un puente, un estadio, una universidad y una plaza que llevan su nombre.

Cientos de norcoreanos se inclinan ante las estatuas de Kim Il-sung y Kim Jong-il ubicadas en el Monte Mansu, en Pyongyang. La devoción de la que gozan los exdictadores está al nivel de una deidad. (Foto: AFP / Kim Won Jin)
Cientos de norcoreanos se inclinan ante las estatuas de Kim Il-sung y Kim Jong-il ubicadas en el Monte Mansu, en Pyongyang. La devoción de la que gozan los exdictadores está al nivel de una deidad. (Foto: AFP / Kim Won Jin)

Tras su muerte, el poder recayó sobre su hijo Kim Jong-il. Durante su régimen, el denominado “Querido líder” se encargó de desarrollar la teoría juche y protagonizo los primeros acercamientos con Corea del Sur.

Desde el 2008, sin embargo, se comenzó a notar un claro deterioro en su estado de salud. Así se mantuvo hasta octubre del 2011, cuando visitó una fábrica de fertilizantes, luciendo bastante debilitado.

Fue su última aparición pública. No se supo hasta el 19 de diciembre que el líder norcoreano había fallecido, un anuncio que fue dado por la reconocida presentadora de televisión, Ri Chun-hee, quien no pudo contener las lágrimas frente a cámaras al dar la noticia.

Sin embargo, el dictador había fallecido el 17 de diciembre, dos días antes de hacerlo público. El deceso del líder norcoreano de 69 años fue un paro cardíaco.

Ese día, “en los mares del este y el oeste el viento sopló a entre 10 y 15 metros por segundo, provocando olas que se elevaron entre dos y tres metros”, aseguraba la agencia KNCA.

No se supo hasta el 19 de diciembre del 2011 que el líder norcoreano había fallecido, un anuncio que fue dado por la reconocida presentadora de televisión, Ri Chun-hee, quien no pudo contener las lágrimas frente a cámaras al dar la noticia. (Captura de pantalla)
No se supo hasta el 19 de diciembre del 2011 que el líder norcoreano había fallecido, un anuncio que fue dado por la reconocida presentadora de televisión, Ri Chun-hee, quien no pudo contener las lágrimas frente a cámaras al dar la noticia. (Captura de pantalla)

Al igual que con su padre, el cuerpo de Kim Jong-il fue trasladado al Palacio Memorial de Kimusan y se decretó el luto nacional hasta el 28 de diciembre.

Tras su muerte, el poder recayó sobre Kim Jong-un a quien ya había nombrado como su sucesor. A diferencia de esos casos, el actual líder norcoreano no ha designado a quién debería continuar al mando del país tras su muerte. Sin embargo, por el momento todos parecen señalar a su hermana menor Kim Yo-jong, como la llamada a dirigir el complejo país en caso de que se confirme su fallecimiento.

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