(Foto:AFP)
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Redacción EC

A pesar de las dificultades en la Ciudad de México, los rescatistas seguían trabajando con desesperación en una escuela que se colapsó al sur de la capital mexicana.

Héctor Méndez, uno de los líderes de los rescatistas conocidos como Topos, dijo que las labores se habían prolongado en la escuela “por el grado de dificultad, el tipo de herramientas y conocimientos técnicos que tienen para remover escombros y estructuras”.

En las redes sociales se compartió una serie de videos donde se puede ver como los rescatistas se esfuerzan por ayudar a las víctimas del terremoto.

Mientras tanto, en la colonia Obrera, también continuaban las labores de rescate en una fábrica textil derribada por el temblor del martes.

“Hay sonidos pero no sabemos si es de dentro o eco de los escombros”, dijo Alejandro Herrera, rescatista de la Secretaría de Gobernación cuando se le preguntó si aún había gente viva bajo los escombros.

“Todos somos uno cuando se trata de salvar una vida o ayudar a una víctima”, dijo el presidente Enrique Peña Nieto en un mensaje nocturno que dirigió a la nación.

Por la mañana y por la tarde, en diversos puntos de la ciudad se observaban bomberos, policías, soldados y civiles con martillos y palas en las manos tratando de retirar los restos de los derrumbes y rescatar a tantas víctimas como fuera posible.

El gobierno capitalino reportó que había al menos 38 estructuras derrumbadas y más de 50 personas habían sido rescatadas.

Sin embargo, uno de los puntos de mayor interés fue la escuela Enrique Rébsamen, en la Ciudad de México, donde la estructura de tres pisos se vino abajo y dejó a adultos y alumnos bajo los escombros.

Más de 24 horas después del sismo los restos de la escuela comenzaron a cambiar: mientras más se avanzaba entre los escombros dejaron de observarse ladrillos y concreto y comenzaron a visualizarse pedazos de madera, que podrían provenir de escritorios.

“Logramos entrar a un salón colapsado, vimos unos sillones, una mesas de madera, y de allí lo primero que encontramos fue una pierna. De allí empezamos a mover escombros y encontramos una niña y dos adultos, una mujer y un masculino”, dijo.

Pola Díaz, de 53 años, pide una pausa. Mujer menuda con la mirada vivaz y casco, es parte de los "topos", esos socorristas que han descubierto su arriesgada vocación durante el sismo de 1985, que paralizó la ciudad y dejó al menos 10.000 muertos (30.000, según algunas estimaciones).

No tenía ninguna experiencia antes del 85. Se hizo rescatista y viajó por el mundo. "Me he ido capacitando y ahora coordino las operaciones de Topos Adrenalina Estrella", dice. Insiste en que las labores de rescate no deben parar a las 72 horas automáticamente.

"Lo único que yo pediría (...) es que no se fuera tan estricto con este protocolo, que hubiera un poco más de flexibilidad, que se piense no solamente en las personas que están adentro sino (en las) que están afuera y con una doble o triple agonía porque hay uno o más familiares desaparecidos, incluso sepultados", agrega.

El presidente Peña Nieto declaró tres días de luto nacional para honrar a las víctimas y dijo que responder a las necesidades de los damnificados es la prioridad.

Además de la capital, el sismo afectó al estado de Morelos, específicamente el pueblo de Jojutla, donde una docena de personas murió cerca del epicentro. Un edificio se desplazó de sus cimientos y cayó al río.

Fuente: Agencias

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