Donald Trump demandó este jueves a su rival en las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos, Hillary Clinton, y a varios otros demócratas, a los que acusó de intentar amañar los comicios al vincular su campaña con Rusia.
La demanda abarca una larga lista de agravios que el expresidente republicano aireó repetidamente durante sus cuatro años en la Casa Blanca tras vencer a Clinton, y mientras sigue afirmando falsamente que el resultado de las elecciones de 2020 fue amañado.
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”Actuando de forma concertada, los Demandados conspiraron maliciosamente para tejer una narrativa falsa de que su oponente republicano, Donald J. Trump, estaba coludido con un soberano extranjero hostil”, alegó el expresidente en una demanda de 108 páginas presentada en un tribunal federal de Florida.
La demanda alega “chantaje” y una “conspiración para cometer falsedad perjudicial”, entre otras reclamaciones.
Un representante de Clinton no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios.
La demanda busca daños compensatorios y punitivos. Trump dijo que se vio “obligado a incurrir en gastos por una cantidad que se determinará en el juicio, pero que se sabe que supera los veinticuatro millones de dólares y que se siguen acumulando, en forma de costos de defensa, honorarios legales y gastos relacionados”.
Los acusados en la demanda de Trump incluyen a Christopher Steele, un antiguo oficial de inteligencia británico.
Un dossier escrito por Steele, que fue distribuido al FBI y a los medios de comunicación antes de las elecciones de noviembre de 2016, exponía afirmaciones no probadas de que Rusia tenía información embarazosa sobre Trump y algunos de los asesores de su campaña y que Moscú estaba trabajando entre bastidores para derrotar a Clinton.
Un informe de 966 páginas emitido por un comité del Senado estadounidense dirigido por los republicanos en 2020 concluyó que Rusia usó al operador político republicano Paul Manafort y el sitio web WikiLeaks para tratar de ayudar a Trump a ganar las elecciones de 2016.
Manafort trabajó en la campaña presidencial de Trump durante cinco meses en 2016.
La supuesta interferencia electoral de Rusia, que Moscú niega, desencadenó una investigación estadounidense de dos años encabezada por el abogado especial Robert Mueller.
En 2019, Mueller publicó un informe exhaustivo que detallaba numerosos vínculos entre el gobierno ruso y la campaña de Trump, pero no acusó a ningún colaborador de Trump de una conspiración criminal.
Mueller dijo en su informe que “el gobierno ruso percibió que se beneficiaría de una presidencia de Trump y trabajó para asegurar ese resultado, y que la campaña esperaba beneficiarse electoralmente de la información robada y publicada por las gestiones rusas”.
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